Antes del verano, el líder de Vox, Santiago Abascal, bromeaba en privado con sus deseos de volver al PP, si la nueva dirección le abría las puertas. Tras abandonar a Rajoy en 2013 y acusarlo de “traicionar sus ideas”, el político vasco fundó un partido para iniciar una travesía por el desierto en la que no faltaron los momentos de tribulación: la nueva formación parecía condenada a ser una fuerza extraparlamentaria. Todo se presentaba oscuro, hasta que la luz se hizo en Andalucía.
El resultado obtenido en las elecciones del 2 de diciembre ha trastocado los planes de Abascal. Sin apenas estructura y en en el centro de todas las miradas, la dirección de Vox descarta ahora cualquier plan de integración en el Partido Popular: “Pablo Casado quiere mostrar que nos adopta para meternos en la casa madre, pero se equivoca”, asegura a eldiario.es uno de los principales dirigentes de la formación.
Las dos formaciones se encuentran ahora en una situación de cercanía “discreta”, con contactos constantes y previsión de montar una mesa negociadora. Casado llamó a Abascal para felicitarle por sus resultados tras la jornada electoral andaluza y en Vox se han puesto a trabajar: Rafael Bardají, Javier Ortega y Curro Contreras serán los enviados a la mesa de trabajo con el PP.
En Vox están convencidos de que su posición electoral les permite situarse como llave de un futuro gobierno en caso de elecciones generales. Es el escenario que dibuja el barómetro de diciembre, elaborado por Celeste-Tel para eldiario.es. El sondeo señala que su irrupción pone a la derecha al borde de la mayoría absoluta en el Congreso. En el entorno de Abascal creen, sin embargo, que su situación actual es mucho mejor: “Estamos muy por encima”, afirman en la dirección de este partido.
A la espera de aclarar la posición en Andalucía, en Vox advierten de su intención de entrar en la Mesa del Parlamento andaluz: “Queremos entrar. Nos importa poder incidir en las iniciativas que se debaten y para eso la Mesa es importante”, aseguran.
De cara a la negociación prevista con el PP, Vox quiere impulsar reformas como la derogación de la ley andaluza de Memoria Histórica, bajadas de impuestos o la transformación de Cana Sur. El partido de Santiago Abascal renuncia ahora a intentar una reforma estatutaria para cerrar el canal autonómico y se conforma con acometer reformas que garanticen una “drástica” limitación del gasto en esta televisión pública.
La relación con Ciudadanos se presenta complicada y en Vox afirman: “No vamos a molestarnos ni en llamarles”. No han gustado las declaraciones públicas en las que Rivera ha etiquetado a la formación de Abascal como un partido “populista”.
Vox apuesta por un Gobierno de derechas en Andalucía, pactado entre Casado y Rivera, pero en el que ellos tengan la última palabra para configurar una mayoría parlamentaria. “No nos queremos manchar en un Gobierno con Ciudadanos”, dicen en la dirección de Abascal.
El sueño de Aznar para unir al centro-derecha se presenta ahora más lejano. La potencia con la que Vox ha irrumpido en el panorama político otorga a esta formación la condición de 'planeta político', sin la obligación de orbitar alrededor del PP. Quizás eso explique la dureza en las frases que deslizan sus dirigentes: Casado “se equivoca” si cree que “nos adopta para meternos en la casa madre”.