En su cruzada contra los inmigrantes, Vox ha tenido una idea para hacerles la vida imposible, para recordarles que no merece la pena venir a vivir a España porque aquí se les odia, o los odian ellos. El partido de Santiago Abascal presentó una proposición de ley en el Congreso con el objetivo de que sea más difícil que obtengan la nacionalidad española después de una larga estancia en el país. Quiere mantenerlos en un estado de libertad vigilada y sobre todo advertirles de que no pueden tener los mismos derechos que un ciudadano nacido en territorio español. En primer lugar, ampliando de diez a quince años la estancia mínima para solicitar la nacionalidad. Si por ellos fuera, sería mejor haberlos expulsado mucho tiempo atrás. Si eso no ha sido posible, al menos sería bueno mantenerlos durante el mayor tiempo posible como residentes de segunda clase.
Su portavoz, Francisco Contreras, inició su discurso citando a Cicerón y su frase “soy ciudadano romano”, así como el hecho de que a San Pablo le salvó de la lapidación el hecho de ser ciudadano del imperio. Todo para justificar que en esa antigua Roma “sabían que la ciudadanía era un privilegio”. Contreras, que es catedrático de Filosofía del Derecho, demostró una ignorancia de dimensiones imperiales. Si hubiera leído a los mejores historiadores que estudiaron esa época, sabría que la expansión del imperio romano se basaba en incorporar territorios por la fuerza y también personas para convertir a esos antiguos enemigos en aliados y futuros trabajadores.
“Fue un imperio construido sobre la base de ofrecer la ciudadanía e incorporar a los extranjeros”, ha escrito Mary Beard.
Por las palabras de Contreras, se deduce que cree que España se hará grande levantando muros contra el exterior y acosando a los extranjeros que viven aquí, en especial si son pobres.
Los plazos del calendario parlamentario hicieron que esta propuesta de Vox se debatiera en el pleno del Congreso dos días después de las elecciones de Castilla y León, en las que Vox ha cosechado un gran éxito y quizá el pasaporte a un Gobierno de coalición. Sus diputados son esenciales para que el PP conserve el control del Gobierno autonómico. La coincidencia sirvió para recordar que la xenofobia es uno de los elementos básicos de su ideario. Todo lo que viene de fuera es una amenaza potencial. Por eso, su diputado relacionó directamente la inmigración con la delincuencia y sostuvo que “los extranjeros delinquen más que los nacidos en España”, aunque haya en las prisiones muchos más españoles de origen que de los primeros.
La treta consiste en destacar casos conocidos de asesinatos en que el responsable nació fuera de España. Si un medio de comunicación hiciera lo mismo haciendo hincapié una y otra vez en los crímenes cometidos por, digamos, los andaluces o los catalanes, las dos comunidades más pobladas, no sería extraño que la integridad física de sus periodistas acabara en una situación de máximo riesgo.
“Para nosotros, ser español es mucho más que tener un papel”, dijo Contreras en referencia al DNI. Se quedó peligrosamente cerca de los estatutos de limpieza de sangre con los que se dio primacía hace siglos a los cristianos viejos, diferentes a los conversos que llevaban consigo hasta la muerte el estigma de su origen judío o musulmán. Para Vox, ese estigma existe actualmente para todos aquellos que han nacido en ciertas partes del mundo y por eso hay que poner todos los obstáculos posibles en el proceso legal para conseguir los documentos que les concedan la ciudadanía. Tendrían que demostrar que se merecen ser españoles.
Había un cierto interés por ver cómo respondería el Partido Popular, ahora que quizá le interese desmarcarse de Vox o lo contrario, en función de lo que ocurra en Castilla y León. El partido fue a lo seguro y optó por la respuesta legalista. Al igual que ha ocurrido con otras proposiciones de ley de Vox, era más sencillo recalcar el disparate jurídico que contenía en su articulado.
La diputada María Jesús Moro dijo que lo que estaban haciendo los proponentes era cambiar leyes orgánicas con una nueva norma que no lo es. Una especie de mundo al revés jurídico que sólo tendría sentido en alguien que haya pasado toda la carrera de Derecho en la cafetería de la facultad. La representante del PP no se complicó la vida y manifestó que las cuestiones sobre la nacionalidad “deberían estar fuera de consideraciones ideológicas, porque además están sujetas a la legislación europea e internacional”.
Donde sí se lució Moro fue al decir que lo que pretende Vox sobre retirar la nacionalidad a un español de origen extranjero como parte de una pena por cometer un delito no se contempla en ningún país similar a España. “Eso es volver al Código Penal de 1944”, dijo, situando a Vox en lo que posiblemente será la edad de oro de la nación española para el partido de extrema derecha.
Los diputados de la izquierda y de Ciudadanos acudieron a los principios, y no sólo a aspectos legales, para refutar a Contreras. La socialista Gemma Morales lo calificó de “racista y xenófobo” y cuestionó las virtudes que definen a un buen español en Vox: “¿Cree que ser buen español es declararse en concurso de acreedores para no tener que pagar las obras del chalé?”. Se refería a los manejos de Iván Espinosa de los Monteros, por los que fue condenado y su recurso, rechazado por el Tribunal Supremo.
“Le hemos oído decir que el DNI no te convierte en español”, dijo Miguel Ángel Gutiérrez, de Ciudadanos. “Lo que ustedes no quieren es que haya españoles que no son como ustedes”. Es decir, blancos y católicos. Isabel Franco, de Unidas Podemos, anotó que la proposición de Vox “recuerda mucho a la supremacía de la raza blanca que predicaba Hitler”.
Varios diputados mencionaron que algunos países europeos, como Francia, Suecia y Holanda, establecen cinco años de estancia continuada en el país como primer requisito para solicitar la ciudadanía. En España, es ahora el doble y aun así le parece poco a la extrema derecha.
En el debate quedó claro que hay algo que preocupa más a Vox que la simple llegada de inmigrantes del exterior. Lo que de verdad les asusta es que esos extranjeros se conviertan algún día en españoles. Con un acento singular, la tez más oscura o algunas costumbres distintas, pero españoles con su DNI y su derecho al voto. Esa es la razón por la que Contreras destacó que el 70% de los niños nacidos tienen a una madre que nació en España. Evidentemente, los que le molestan son el resto y que aumente el número de españoles que no sean de raza blanca.
“Nuestra salvación demográfica tiene que venir de que las familias españolas vuelvan a tener hijos”, dijo al final de su intervención. Contreras dirá que él no es racista pero hay una cosa que está clara: todos los racistas del mundo hablan como él.