Vox recrudece sus ataques al PP ante su estancamiento en las encuestas

Carmen Moraga

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El nerviosismo empieza a cundir en Vox al ver que justo en el ecuador de la legislatura, las últimas encuestas, tanto la del CIS como las publicadas por diferentes medios de comunicación, les otorgan un estancamiento con respecto a los resultados que lograron en 2019, e incluso un pequeño retroceso, mientras el PP de Pablo Casado avanza y está logrando acortar distancias con el PSOE de Pedro Sánchez.

Ante el desplome de Ciudadanos, que ha dilapidado casi todo su haber, PP y Vox se necesitan para aspirar a gobernar y ser la alternativa al actual Gobierno de coalición de izquierdas. Tanto Abascal como Casado lo saben, pero el líder del PP se ha marcado el objetivo de rascar a la extrema derecha todos los votos posibles para asegurarse una mayoría, si no absoluta –un reto muy difícil, por no decir imposible de conseguir–, si suficiente como para que Vox tenga la menor influencia posible. Los populares saben que en Europa sería difícil de explicar un pacto con la extrema derecha para la gobernación del Estado, como los que ya se han establecido para autonomías y municipios.

No obstante, si Vox baja mucho de su actual posición –52 diputados y tercera fuerza política en el Congreso– la suma tampoco será fácil, salvo que Arrimadas logre, como pretende, reflotar a su formación, algo que de momento no parece que vaya a ocurrir. Así que cada partido mide sus estrategias para afrontar estos dos años que quedan hasta la cita de 2023 en las mejores condiciones posibles.

Los de Abascal están ya con el manual de resistencia para mantener su actual statu quo en el Congreso e impedir un importante e hipotético trasvase de votos hacia el PP. De ahí que hayan incrementado sus ataques contra la formación de Pablo Casado al que no perdonan que hace unas semanas facilitara con su abstención que la Asamblea de Ceuta declarara persona non grata a Santiago Abascal por tachar a parte de la sociedad ceutí, que es musulmana, y a los representantes institucionales de la Ciudad Autónoma de “promarroquíes” y de “quintacolumnistas” de las aspiraciones anexionistas del Reino alauita.

La propuesta fue impulsada por el Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC) y salió adelante con los 10 votos a favor de PSOE, MDyC y la Coalición Caballas, frente a los cuatro votos en contra de Vox pero gracias a las nueve abstenciones de los concejales del PP. Aunque Abascal declaró entonces “rotas” las relaciones con el PP y acusó a Casado de “colaborar en la campaña de demonización” contra su formación, les dio la oportunidad de reparar “su error” al presentar una moción posterior para que la Asamblea ceutí revocara esa declaración. Un movimiento que demostraba que nunca iban a materializar tal amenaza.

El mismo portavoz de la formación de extrema derecha, Jorge Buxadé, que dio a entender que su partido, en represalia por esa abstención, dejaría de sostener a los gobiernos populares en comunidades y ayuntamientos donde son necesarios, se vio obligado al día siguiente a matizar sus palabras. No obstante, la dirección del PP no se había tomado en muy serio el órdago lanzado por Vox, el enésimo en los últimos tres años de convulsa relación política entre los dos partidos, y cuyo momento más tenso hay que centrarlo en la moción de censura que presentó Abascal contra Pedro Sánchez hace un año. Aquel debate fue aprovechado por Casado para lanzar durísimos ataques a Abascal, ante el estupor del líder de Vox que no digirió bien que el PP no apoyara su iniciativa.

Las críticas y las puyas desde entonces entre ambos no han cesado, lo que ha motivado que los populares insistan en enviar a los dirigentes de la formación de extrema derecha el mismo mensaje para decirles que “se equivocan de enemigo” porque a quien deben atacar “es al Gobierno el que ante los problemas surgidos en la crisis sanitaria, esconde la cabeza, está desaparecido y no coordina”.

Los líderes de Vox mientras tanto admiten que la relación personal de Casado y Abascal se quebró el día que el líder del PP intervino en la mcoión de censura contra Sánchez para anunciar su voto en contra y lanzar una durísima diatriba contra la extrema derecha.

En la sede nacional de Génova 13 reina cierta euforia sobre todo después de que el juez del caso Kitchen haya desvinculado a María Dolores de Cospedal de esa trama de corrupción. Cospedal fue la persona clave para que el actual presidente ganase las primarias y el equipo de Casado cree que le será más fácil marcar distancias con el pasado de corrupción con Cospedal fuera de los juzgados. No creen que esa lacra vaya a hacer mella en sus perspectivas electorales dado que saben que Sánchez está dispuesto a agotar como sea su mandato, lo que en el fondo les beneficia al alejar en el tiempo esa sombra que se cierne ahora sobre el partido. Por eso han celebrado que el juez de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, ha dado un vuelco a la macrocausa sobre los negocios del comisario Villarejo al taponar la investigación a la antigua dirección del PP. Decisiones como esa le hace ratificarse en su decisión de no prestarse a la renovación de Consejo General de Poder Judicial, como les lleva demandado desde hace muchos meses el Gobierno con el que su partido no tiene ninguna intención de facilitar ningún otro acuerdo.

Con todos los mimbres que va tejiendo, y una vez que ha dado por 'muerto' políticamente a Ciudadanos, Casado cree que el PP puede conformar una “mayoría de Gobierno que aglutine votos de todo el centro derecha e incluso de los socialdemócratas traicionados por Sánchez”, a los que el líder del PP siempre cita.

Pero en Vox no están dispuestos a dejarse 'fagocitar' y pelean con denuedo para demostrar que son el “único partido que defiende de verdad a los españoles” y representa “la alternativa real” al PSOE y los aliados de Sánchez, que a juicio de la formación de Abascal conforman un Gobierno “criminal”. La pugna les ha hecho elevar el tono para ver quién hace más ruido contra los indultos a los independentistas; la política penitenciaria del Gobierno y el acercamiento de presos de ETA al País Vasco; la mesa de diálogo y las concesiones “a los separatistas”; la defensa del español en las aulas o la subida de luz. Hace unos días, la formación de extrema derecha se jactaba en su cuenta de Twitter de ser “los únicos que defienden sin complejos la legalidad y los derechos fundamentales de los españoles” y presumían de los numerosos recursos que en menos de dos años han interpuesto contra las políticas de Sánchez.

Vox incluso ha cargado contra los de Casado a los que reprochaba también que “mientras el PP continúa atacando a VOX, mendiga el voto del PNV. Aún no han entendido quiénes son los auténticos enemigos de España”, en alusión a unas declaraciones de la portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra, en las que aseguraba que estaba “convencida” de que los nacionalista vascos se habrán arrepentido de “promover” la moción de censura contra Mariano Rajoy.

Todo ello ha llevado a Abascal a retar a Casado a presentar en septiembre una moción de censura contra Sánchez similar a la que él presentó hace un año y que fracasó sin concitar ni uno solo apoyo más que el de los 52 diputados de su grupo. A esa petición se ha unido Inés Arrimadas, la líder de Ciudadanos, que tiene poco o nada que perder en ese debate, salvo sacar cabeza en ese debate dado que Sánchez no parece dispuesto a convocar ahora el que tiene pendiente sobre el Estado de la Nación.

Sin embargo, el líder del PP ha rechazado el envite de los dos dirigentes alegando que esa iniciativa solo contribuiría a “aglutinar la mayoría frankenstein” de Pedro Sánchez, lo que ha dado pie que llame de nuevo “cobarde” mientras Casado insiste en que donde hay que garnarle es en las urnas. De paso, le ha recordado a Abascal que en Andalucía las encuestas ya sitúan al PP “cerca de la mayoría absoluta” y en Madrid Isabel Díaz Ayuso “sacó más escaños que toda la izquierda junta”.

El líder conservador insiste en que “no mantiene una cuestión personal” con Abascal sino que son dos partidos que al menos “sí están de acuerdo” en “intentar que este Gobierno dure lo menos posible”. “Cada uno tiene su estrategia. Yo no puedo juzgar lo que hace Vox y Vox tampoco juzga lo que hace el PP”, indicó hace unos días Casado .

A la vuelta del verano se verá si Vox se decide a protagonizar una segunda moción de censura contra Sánchez o bien continúa centrado en erosionar al líder del PP, su rival en la derecha y con el que compite por el mismo electorado.