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Xavier Pericay: “No dudo de la voluntad de integración de Arrimadas, pero la gestora le va a dejar el barco medio hundido”

Xavier Pericay (Barcelona, 1956) fue uno de los fundadores de Ciudadanos junto a Francesc de Carreras y otros muchos intelectuales que, con el paso del tiempo, se han ido distanciando de la formación que ha liderado hasta el pasado 10 de noviembre Albert Rivera después de dejar al partido en tan solo 10 escaños.

Su marcha de la primera línea política empezó a fraguarla tras su derrota en las primarias para la presidencia de Baleares en las que compitió con el secretario de la agrupación de Palma, Marc Pérez, quien se impuso por menos de una veintena de votos a su candidatura. En aquel proceso no oculta que sintió que la dirección nacional del partido le daba la espalda. En julio de 2019 Pericay presentó su dimisión como responsable de Educación de la Comisión Ejecutiva y como portavoz autonómico, un puesto en el que la nueva gestora nacional ha situado ahora al exdirigente del PSOE Joan Mesquida.

El histórico líder balear de Ciudadanos, periodista y escritor, reconoce que desde su renuncia está muy alejado de la vida del partido aunque sigue “pagando las cuotas como afiliado”, puntualiza. Fruto de ese retiro voluntario ha surgido un libro, “¡Vamos?”, en alusión al lema electoral que utilizó Rivera en la campaña de las elecciones del 28 de abril. La obra se presentará a mediados de febrero, justo en vísperas de las primarias en las que se elegirá un nuevo líder y de la V Asamblea General extraordinaria de marzo, de la que saldrá un nuevo modelo de partido. De sus impresiones sobre ese cónclave y de los últimos cuatro años en los que ostentó cargos en Ciudadanos habla y reflexiona Pericay en su libro y también en esta entrevista con eldiario.es, realizada por teléfono.

Usted fue uno de los fundadores de Ciudadanos. ¿Reconoce ahora al partido? ¿Queda algo de aquel proyecto que usted ayudó a poner en marcha y echó a andar en 2006?

Creo que sí que queda, porque están ahí unos cimientos y hay una presencia territorial que es muy importante a pesar del batacazo del 10 de noviembre. También en el partido queda gente que sigue creyendo en esos principios fundacionales y que cree que para que esos valores se lleven a cabo hay que acometer una serie de reformas.

¿A qué principios y valores se refiere?

Entre otros, a que los nacionalismos no pueden ser los que gobiernen Catalunya porque eso es crear una ficción y alejarse de la realidad y de los problemas de los ciudadanos que tienen que ser libres e iguales en toda España. Ese es el principio con el que pensamos que había que crear un partido nuevo. Porque los dos grandes partidos entonces, PP y PSOE, y todavía hoy, no van nunca a dejar de pactar con los nacionalismos como han hecho históricamente en el Gobierno de España. Junto a eso está la idea de construir un partido con una línea transversal que va del centro derecha hasta el centro izquierda y que acabe situándose en el centro del tablero político. Yo creo que el partido no se ha mantenido fiel a todo esto.

La mayoría de los analistas políticos sitúan la crisis y el declive de Ciudadanos, que terminó en la debacle del 10N, como consecuencia de los pactos por la derecha con el PP y Vox y el veto impuesto al PSOE. ¿Usted comparte ese análisis?

Creo que es todo mucho más complejo. La crisis viene de antes y, a mi entender, tiene dos vertientes: una crisis de orden interno y organizativo que hace que el partido no tome decisiones de forma democrática. Estas quedan reducidas a un pequeño grupo, a un círculo muy cercano al líder. Eso es algo que yo pude vivir cuando estaba en la Ejecutiva. Los cargos internos en el ámbito territorial no son electos, no hay una capacidad en ese ámbito de toma de decisiones. Todo está centralizado. Pero hay otra vertiente. Hay importantes decisiones que se tomaron en 2019, pero que tienen antecedentes en los años anteriores. Hay un momento en el que se pierde el rumbo del sentido inicial del partido dirigido a no permitir que el nacionalismo tuviera esa capacidad de decisión de la que antes hablaba, y ahí Ciudadanos falló. Evidentemente fue un error no poner en marcha una estrategia que, como mínimo, permitiera que al final la decisión estuviera también en otro campo.

¿Los hiperliderazgos tan carismáticos como el que ha encarnado Albert Rivera son más perjudiciales que beneficiosos para un partido político?

Es evidente que en política el líder tiene que tener unas cualidades que le pongan de algún modo por encima de los demás, pero eso no significa que el líder solo pueda ser él. ¿Cuál ha sido el problema en ese sentido de Ciudadanos? Por un lado, que Rivera haya sido el único presidente fundador desde 2006 y durante 13 años. Y también que la marca estuviera asociada a su nombre. El hiperliderazgo tiene un peligro inmediato que es el cesarismo, como ha ocurrido en el partido. Yo creo que las decisiones no llegaban a tomarse ni siquiera por una media docena de personas. Y tengo la impresión de que ese primer círculo de gente del que estaba rodeado Rivera tampoco le llevaba la contraria, y eso acaba creando todas las disfunciones que uno pueda imaginarse.

¿Le molestaban las discrepancias a Rivera?

Creo que sí. No era una persona a la que le gustara que le llevaran la contraria, aunque también es verdad que no rehuía en determinadas circunstancias el debate. Pero según como fuera la crítica, sí le molestaba. Como demostró ;el día de la dimisión de Toni Roldán, el año pasado, [cuando Luis Garicano y Javier Nart plantearon nueva votación para reconsiderar el veto al PSOE]. Yo no estaba en esta reunión pero por lo que me contaron y lo que ha salido en los medios es verdad que no pudo soportar que le sacaran un tema que él consideraba zanjado y del que no quería volver a hablar.

También en esta época yo creo que cometió otro error, que fue desaparecer del mapa político. De algún modo su figura quedó difuminada durante casi todo el verano. Tuvo una crisis personal del orden que fuera, pero eso al final sí fue una verdadera irresponsabilidad, no solo únicamente de él, sino del partido. Un partido no puede permitirse que esto ocurra, porque mire las consecuencias que tuvo... Y no solo para el partido, sino consecuencias para España. No se puede depender del estado de ánimo de un líder.

Rivera dimitió al día siguiente de la derrota. ¿Hizo lo correcto?

Bueno, lo que hizo le honra, porque es poco habitual que los políticos hagan eso, y sobre todo en España. Pero por otra parte, es verdad que el partido quedó en un descabezamiento. Lo dijo Girauta de forma muy nítida: “Para mí Ciudadanos es Rivera y si Rivera no está yo me voy”. No creo que esto fuera bueno para el partido, aunque el problema era que difícilmente tenía otra solución. En este periodo de transición en el que estamos, ¿usted ve a Rivera en esa gestora? ¿Es muy difícil, no?. Aquella comparecencia de Albert la noche misma de la derrota era un poco la antesala de lo que iba a decir al día siguiente. Yo vi ahí, en su forma de proceder, una liberación, alguien que dice: “Bueno, ya no puedo más”.

¿Debió seguirle toda su Ejecutiva aquel día?

La Comisión Ejecutiva fue dimitida, digamos, por la propia creación de la gestora. No fue un acto voluntario. De su núcleo más próximo Fernando de Páramo se fue. Villegas anunció que se irá el 15 de marzo [tras la Asamblea General]. Veremos si lo cumple. Y luego hubo una persona que para mí es uno de los principales responsables de todo lo que ha ocurrido, Fran Hervías, que además, es una persona muy cuestionada en el interior del partido. Hervías ha hecho un movimiento rarísimo, como es decir: “Dimito como secretario de Organización, pero sigo siendo secretario de Organización”. Esto lo comenta todo el mundo. Y en la gestora están todos los demás, es que no se fueron. Evidentemente, alguien tiene que quedar para pilotar esa transición pero uno de los errores es el no haber integrado a las voces discrepantes en la propia gestora. Eso confirmó que no hay una voluntad de concebir el partido como una totalidad.

¿Entendió que se quedara Inés Arrimadas, que es una de las líderes más identificadas con Rivera?

Bueno, Inés no está en la comisión gestora. No está ahora para preservarla de este proceso de transición porque como ya se sabe se va a presentar para ser presidenta del partido. Inés ha sido una persona muy fiel a Albert, que además tiene unas cualidades que difícilmente tiene nadie más, sobre todo desde el punto de vista parlamentario, de oratoria y de imagen del partido.

El mismo día de la dimisión de Rivera la portavoz parlamentaria recibió un aluvión de apoyos para que pilote la nueva etapa. ¿Usted considera que Arrimadas es la persona más adecuada para intentar remontar el bache en el que se ha sumido el partido?

Bueno, insisto en lo que he dicho antes, creo que Inés es la persona con más capacidad en este momento para proyectar la imagen política del partido. Otra cosa es ver su capacidad, digamos, para convertirlo realmente en lo que debería haber seguido siendo y ha dejado de ser desde hace tiempo. Ahí yo tengo mis dudas, pero por una razón muy simple, porque yo no puedo entender que ella, aunque no esté en la comisión gestora, pueda permitir que esta comisión gestora esté actuando como actúa y que a la única persona que se puede considerar representativa de lo que llamamos el sector crítico, como es Luis Garicano, ni siquiera se la tenga en cuenta cuando se toman decisiones como las que se tomaron el lunes.

Hay quien acusa a Manuel García Bofill, presidente de la gestora, y a su equipo, de falta de neutralidad y de estar actuando de forma sectaria. Por lo que me está diciendo usted también lo cree así.

Hombre, claro. Por supuesto. Es que ese mismo aparato antiguo del partido es el mismo aparato que ahora está controlando la gestora. Ellos lo tienen muy claro. Ellos dicen: “Tuvimos un mal resultado el 10N”. No que el 10 de noviembre fue un verdadero fracaso, que no es exactamente lo mismo. Comprendo que a nadie le gusta decir las cosas como son pero cuando una comisión gestora piensa en que no ha habido errores en la estrategia interna entonces la verdad es que uno no puede ser muy optimista. Ya me gustaría serlo, pero no puedo.

Algunos van más lejos y están hablando de 'purga', de laminar a los discrepantes.

Claro, es que al final lo que la gestora decidió fue quitarse de encima a personas que en este momento tienen voz en un comité autonómico como portavoces. Y eso me imagino que de aquí a mediados de marzo, en el caso de Prendes y en el caso de Orlena, debían verlo como el peligro. Esa visión totalitaria que tienen los que están ahí dentro me parece gravísima, porque es una demostración de falta de transparencia, de falta de democracia interna y de nula voluntad de integración. Si la gestora está preparando así esa asamblea pues da más miedo que otra cosa.

Arrimadas no se ha pronunciado y Edmundo Bal aseguró el miércoles que desconocía los cambios porque no está en la gestora. ¿Pero con su silencio no los está avalando?

Pues no lo sé. La verdad es que no lo sé, pero ahí yo creo que realmente lo que hizo el partido en su momento, y eso hasta cierto punto lo puede entender, fue decir: “Dejemos a Inés fuera de esa transición que hay que hacer”. Pero, claro, a Inés le vamos a dejar el partido de un modo o de otro. Y ahí está el problema. Inés no sé si tendría que decir algo o no tendría que decir nada. Lo ignoro. Es evidente que ella no ha tomado esas decisiones. Pero también ignoro si le advirtieron de que las iban a tomar, porque tampoco sé cuál es la relación que tiene la gestora con Inés en este momento. En todo caso, esto es un error, eso es evidente. Porque la imagen que proyecta el partido es la peor que puede proyectar en estos momentos. Un partido dividido en el que parece que no ha servido de nada lo que ha ocurrido, y luego con una visión de futuro negra, negra, negra. Y lo dice una persona que cree que este partido es necesario porque es fundamental que en este país exista un partido como Ciudadanos. Pero no del modo en el que lo quieren llevar.

¿Ve a Francisco Igea como una alternativa? ¿Le animaría a presentarse?

Animarle no le voy a animar. Pero entiendo perfectamente la postura de Igea. Es decir, es una persona que evidentemente no comparte la estrategia que se ha seguido ni la estructura organizativa de este partido. Pero cree que Arrimadas es la persona más indicada para liderar este partido. Ahora bien, lo es a condición de que realmente quiera liderar a un partido que integre a todo lo que es el partido. Pero si lo que quiere Inés es dejar de lado a aquellos que discrepamos en determinadas formas de proceder, pues entonces, claro, yo no me siento representado por usted.

¿Qué papel debería jugar en esta nueva etapa Luis Garicano? ¿Le ve más cerca de Arrimadas que de Igea?

En el caso de Luis tampoco sé si está más cerca de uno o de otro. Ha hablado con Inés, tiene contactos con ella, eso es algo que ha trascendido. Pero también que Luis comparte las ideas de Paco Igea y que se alinea mucho más con la estrategia de Paco que con Inés.

A mí lo que me preocupa es que la gestora tome unas decisiones que afectan precisamente a dos críticos sabiendo que Garicano, que es la única persona que de algún modo les representa, no puede intervenir porque estaba viniendo de una reunión que había tenido en el Parlamento Europeo. Creo que luego se incorporó a la reunión, pero cuando ese punto ya se había debatido. En todo caso, nadie le informó, que me parece que eso debería haber sido lo mínimo. Hubo unanimidad, dicen, pero, claro, todo el mundo sabe que el único que podía haber diferido de los casos de Nacho Prendes o de Orlena de Miguel, que estaban alineados de algún modo con él, era Garicano. Todo eso me parece que es una desfachatez y una falta de respeto y de democracia interna del núcleo de la gestora, que indica por dónde van ya los vientos. Eso es lo que me preocupa. No dudo de la voluntad de Inés de integración, la puede haber, pero es que le van a dejar el barco medio hundido. Ese es el problema.

¿Ve posible que se alcance un consenso con una única candidatura que aglutine a los críticos?

Hay algo que me produjo estupor al día siguiente de la dimisión de Albert, ante unas declaraciones que hizo Igea respecto al futuro y a la integración de las diferentes sensibilidades o tendencias que hay el partido. La reacción de Villegas, en vez de ser la que yo creo que tenía que haber sido por parte de alguien que iba a formar parte de su gestora, fue la de decir: “Si alguien no está de acuerdo, que forme su propio partido”. La misma reacción que tuvo Albert cuando la crisis de la Ejecutiva: “Que funden otro partido”. Villegas dijo: “Los que no estén de acuerdo que presenten una candidatura alternativa”. Ese es un gran error y eso demuestra que la comisión gestora desgraciadamente no se constituyó para integrar a lo que es el conjunto del partido, sino simplemente para que siga siendo controlado por los que lo han controlado hasta ahora.

¿La dirección ha mimado poco durante estos años a los que han trabajado duro y con lealtad al proyecto para dar prioridad a los fichajes?

Bueno, sí, la verdad, y lo digo con toda franqueza. Evidentemente tengo motivos de discrepancia concretas con determinadas personas, no digo que no. Pero tengo un especial afecto a este partido y es comprensible, y no únicamente por haberlo fundado sino por lo que significa y debe seguir significando. A mí me preocupa poco que me haya mimado poco. Creo que podría haber aportado cosas si me hubieran pedido mi opinión. Yo me ofrecí a Inés y le dije: “Para lo que quieras, ahí estoy para ayudaros”. Me dio las gracias pero luego nadie se ha puesto en contacto conmigo durante este tiempo.

¿Qué espera ahora de la V Asamblea General?

Bueno, pues yo lo que esperaba era una cosa pero ahora estoy mucho más en el interrogante que en otra parte, porque lo que esperaba es que sirviera realmente para recomponer este partido internamente y desde el punto de vista de su función social. Y la Asamblea para lo que tendría realmente que servir es para unir, para integrar, para que el partido fuera representativo no solo de los que ahora lo han llevado, sino también de aquellos que han quedado al margen o de quienes incluso han ido dejando el partido.

Se refiere, imagino, a Toni Roldán o a Francisco de la Torre y a otros compañeros que se fueron discrepando.

Bueno, todas esas personas han sido muy valiosas y han aportado muchísimo, evidentemente. Yo estaría encantado de que volvieran y tuvieran un protagonismo, aunque eso no depende de mí. Pero lo que sí es evidente es que esa inclusión, esa integración, esa idea del partido como algo mucho más complejo de lo que ellos pretenden que sea, es fundamental. Por eso insisto en que ahora lo que habría que hacer es dar muestras de integración. Pero la gestora está haciendo justo lo contrario. Espero que Inés las dé pero no tengo ninguna certeza, claro.

¿Cree que Ciudadanos terminará desapareciendo de las instituciones como algunos auguran, al igual que le pasó a UPyD?

Confío en que no sea el caso. Ciudadanos tiene una implantación territorial, está en gobierno autonómicos y luego le quedan 10 diputados que son muy pocos si los comparamos con los 57 que tenía antes. Pero son diez diputados y un grupo parlamentario con capacidad de ejecución y cuatro años por delante. Ahora bien, si esos cuatros años no se aprovechan ni en el ámbito autonómico y municipal ni en el Congreso, pues todos los partidos pueden desaparecer. Frente a otros partidos más consolidados el nuestro es más complejo, con una ideología más trasversal y eso nos hace más frágiles. Y si no somos útiles y nos somos creíbles, los dos pilares fundamentales de un partido, pues a saber.

Echando la vista atrás, ¿uno de los males de Ciudadanos ha sido hacer tanto seguidismo con el PP y esa foto en Colón con Vox?

Creo que la foto de Colón y esa idea de los tres partidos juntos ha sido utilizado de la forma más torticera posible por la izquierda, como es lógico por otra parte. Esa política de meternos a todos en el mismo saco, que si facha uno, facha el otro, etc. También es verdad que la necesidad de oponerse de algún modo a lo que estaba haciendo el PSOE en ese momento era muy difícil manejarlo. Es cierto que tú podías convocar una manifestación o sumarnos a una concentración, pero no teníamos por qué subir a ese escenario. Fue un error, ya que al final la gente también se queda a menudo con la foto. Y las fotos en política, hoy en día mucho más que antes, son significativas.

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