Yolanda Díaz resintoniza con Podemos
Ni contigo ni sin ti
tienen mis penas remedio
contigo porque me matas
sin ti porque me muero.
Escribía Machado y sonaba, después, en la copla esta paradoja en verso que llevada a la política puede también hoy encajar para describir la relación entre Yolanda Díaz y Unidas Podemos. La vicepresidenta no quiere demasiado influjo de los morados en ese futuro frente amplio para el que trabaja desde hace tiempo, pero sabe también que sin ellos será complicado y que sus esfuerzos podrían acabar en una nueva frustración para la izquierda. De ahí su difícil equilibrio para conciliar posiciones, gestionar contradicciones y enfrentarse a no pocos dilemas. Gobernar a veces también es eso. Y si en el Gobierno hay dos partidos y la que hace de líder de uno de ellos no milita además en ninguna de las dos siglas, las distancias se multiplican y en ocasiones hasta se anteponen los intereses a los principios.
Esta semana la relación entre la vicepresidenta y Unidas Podemos ha dado un giro con el que la primera ha resintonizado con los morados y los segundos han celebrado el alineamiento. Todo a cuenta de la respuesta con la que el presidente Sánchez busca paliar los efectos económicos de la invasión rusa. Si hace tan sólo dos semanas, Yolanda Díaz se alejaba de Ione Belarra e Irene Montero y viceversa cuando la primera apoyó a Sánchez en el envío bilateral de armas a Ucrania, en los últimos días se ha distanciado del presidente y ha convergido con las posiciones moradas en tres asuntos nucleares: el anuncio del presidente de aumentar hasta un 2% del PIB el gasto en Defensa, la bajada de impuestos generalizada como receta contra la desorbitada subida de los precios y el acuerdo de Sánchez con Marruecos por el que reconoce por primera vez en la historia la propuesta para la autonomía del Sáhara.
Desde la vicepresidencia segunda rechazan que haya que ir más allá en la búsqueda de significados en tanto en cuanto, recuerdan, la posición de Díaz y del espacio al que representa siempre fue la misma respecto al aumento del gasto en Defensa. La propia ministra de Trabajo siempre ha circunscrito, de hecho, su apoyo a Sánchez ante el envío bilateral de armas a Ucrania a “una decisión complicada que tomó personalmente el presidente” en el marco de “un complejo contexto europeo” y que “por responsabilidad” ella decidió apoyar. Cuestión distinta es el aumento del gasto en Defensa, que tendrá que negociarse aún en el próximo marco presupuestario, pese a tratarse de un compromiso adquirido por España en su condición de miembro de la OTAN, y del cambio de la posición histórica de España respecto al Sáhara.
En una entrevista en RNE dijo no compartir el aumento del gasto en Defensa: “Lo que España necesita con urgencia es incrementar los presupuestos públicos en investigación, educación, sanidad y dependencia. Estas son las urgencias que tenemos, máxima en una situación de crisis económica y social”, declaró. Respecto a la bajada de impuestos para afrontar la escalada de los precios, la vicepresidenta segunda dejó claro que está en contra, que “en un contexto de crisis y de guerra” no tiene sentido una bajada indiscriminada de los tributos incluso para quienes se están forrando con la crisis y que es partidaria de un impuesto extraordinario a las eléctricas, que la parte socialista del gobierno no ve con buenos ojos, pese a que en 2020 incrementaron sus beneficios un 47%. “Lo que importa no es el acuerdo por el acuerdo, sino las medidas”, afirmó en alusión al empeño de los socialistas de arrastrar al PP a un pacto de país contra la guerra y tras el que los morados ven una clara intención de desdibujar dentro del Ejecutivo al partido que fundó Pablo Iglesias.
“Ya son intrascendentes dentro del Gobierno y lo saben. Ellos hacen su teatro de cara a los suyos y nosotros gobernamos. Ahora están aprendiendo los dilemas morales de gobernar. Están en nuestro 1982”, apostilla un ministro socialista en alusión a la llegada del PSOE por primera vez a La Moncloa. “Con Yolanda o sin Yolanda, no paran de bajar en los sondeos”, añade otro interlocutor socialista, para quien gobernar, en ocasiones, significa “adoptar decisiones difíciles, y no sólo buscar cómo lucirse o colgarse medallas”.
Comparaciones aparte, lo cierto es que Díaz se aleja de la entente con la derecha que ahora busca Sánchez —y que no logró durante la pandemia— al tiempo que se posiciona con Unidas Podemos en la defensa del bloque que hizo posible la investidura para implementar, a ser posible antes del Consejo de Ministros del día 29, un nuevo escudo social con medidas “rápidas y eficaces” en lugar de la bajada de impuestos anunciada por el presidente del Gobierno para después del Consejo Europeo del 24 y 25 de marzo. En Moncloa recuerdan que la bajada del IVA a la electricidad aprobada ya el año pasado supondrá 10.000 millones de euros menos para las arcas públicas y que la decisión ahora está en el ámbito de la UE para cambiar el sistema de fijación de precios. Cuestión distinta es cómo combatir la escalada en el precio de los hidrocarburos y si se apuesta por una rebaja general del IVA o por ayudas directas para los sectores más afectados. Una decisión que Sánchez aún no ha tomado mientras un buen número de países europeos ya ha pisado el acelerador para tratar de contener los efectos de la última fase de la crisis energética.
“Desde las discrepancias al hilo del envío de armas a Ucrania, hay una voluntad real de Yolanda [Díaz] para hacer ver que es la líder del espacio y que tiene en el gobierno cinco ministerios. Ha empezado a recuperar el discurso de Podemos, y eso no es nada más que bueno para ella y para nosotros”, aseguran desde el espacio morado. Los motivos del cambio los desconocen, pero apuntan —además de a un matrimonio de conveniencia— a que mientras el presidente y ocho ministros socialistas ocupaban todo el marco mediático el pasado fin de semana en La Palma con motivo de la Conferencia de Presidentes porque Sánchez decidió conscientemente no invitar a ningún ministro de Podemos, ella decidió quedarse en Chile, tras la toma de posesión de Gabriel Boric.
Todo lo que sea sincronizar el discurso con Díaz al partido de Belarra le parece bueno, pero para la vicepresidenta, que sí reconoce ahora mayor cohesión en el espacio que representa, “esto no va de política, sino de Gobierno”. Y también de una crisis de gran envergadura que ya ha generado un profundo malestar social en distintos sectores y “que puede llevarse por delante la paz social y, por tanto, al Ejecutivo”. Por eso la también ministra de Trabajo se reunió el lunes con los representantes de Unidas Podemos para cerrar un documento con medidas concretas con las que afrontar el alza de los precios y la pérdida de poder adquisitivo que el martes entregó a Sánchez, en un encuentro bilateral previo al Consejo de Ministros antes de que comenzara la ronda de negociación del Gobierno con los diferentes grupos parlamentarios. El pacto de país que busca Sánchez discurre, por tanto, todavía por dos vías paralelas en busca de un punto de encuentro: el interno dentro la coalición y el abierto con agentes sociales y grupos parlamentarios.
Desde la vicepresidencia segunda admiten que la gira de Sánchez con los socios europeos para convencerles de la necesidad de desligar el precio de la luz del coste del gas no va por buen camino y que las protestas de transportistas, ganaderos y agricultores, unida a la paralización de la producción en varias industrias requeriría, quizá, adoptar ya sin dilación algunas medidas para sectores muy concretos. “El tiempo juega en contra del Gobierno”, reconocen. Y la vicepresidenta segunda está dispuesta a dar batalla para poner su sello en las medidas sociales que se aprueben en las próximas semanas. No en vano, está en riesgo también su futuro proyecto político, ese frente amplio de izquierdas que arrancará esta primavera con un “proceso de escucha” durante seis meses con distintos sectores de la sociedad y que ahora ella misma se plantea aplazar, según ha podido saber elDiario.es, dada la envergadura de la crisis económica desatada tras la invasión rusa.
Y por si fueran pocas las fisuras en el seno de la coalición, el viernes Marruecos desvelaba un giro histórico en la posición de España respecto al Sáhara asumida por Sánchez en una carta enviada a Mohamed VI en la que califica el plan de una autonomía para el Sáhara Occidental, presentado por Marruecos en 2007, como la iniciativa “más seria, realista y creíble” para resolver el conflicto. El acuerdo lo desvelaba en un comunicad el ministerio de Exteriores marroquí y lo asumía el Gobierno de España más tarde en una nota oficial en la que hablaba de “una nueva etapa de la relación con Marruecos basada en el respeto mutuo, el cumplimiento de los acuerdos, la ausencia de acciones unilaterales y la transparencia y comunicación permanente” sin mencionar el Sáhara. Todo, según Moncloa, para garantizar la “estabilidad, la soberanía, la integridad territorial y la prosperidad de nuestros dos países”.
Hasta ahora el Gobierno de España se había ceñido a las resoluciones del Consejo de Seguridad y a lo dispuesto en la Carta de Naciones Unidas para abogar por un referéndum de autodeterminación, por lo que tanto Yolanda Díaz como Unidas Podemos manifestaron su oposición al acuerdo que supone, en su opinión, abandonar la posición de neutralidad y el consenso de las resoluciones de Naciones Unidas. Díaz entiende que la política exterior en el seno de la coalición la marca Sánchez, pero advierte que, en contra del criterio del Ejecutivo, “toda solución al conflicto debe pasar por el diálogo y el respeto a la voluntad democrática del pueblo saharaui” y afirma que ella seguirá trabajando en esa senda, que es idéntica a la señalada por los morados. Nunca hasta esta semana hubo mayor sincronía entre la líder del espacio y Unidas Podemos. Y nunca hasta esta semana, Díaz había marcado tantas distancias con el presidente del Gobierno.
Vienen curvas.
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