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Yolanda Díaz intenta salir del rincón (a la izquierda del PSOE) y provoca recelos en sus socios

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, en una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros

Laura Galaup / Irene Castro

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Cuarenta minutos en el Vaticano con el Papa Francisco, con el que mantuvo “un encuentro emocionante”. Ella le regaló un volumen de Follas Novas, la obra de Rosalía de Castro, y una estola hecha a base de materiales reciclados. Y en la conversación se extendió sobre la reforma laboral, visto el interés del Papa en defender un modelo más humano de relaciones en el trabajo. Otra vez, la visita fue el mensaje, como el acto de mujeres en Valencia, como sus atronadores silencios respecto a algunos de los asuntos que incendian a un sector de Unidas Podemos. La recepción con el Papa envía varias señales: la primera, que Díaz, desde su papel más institucional, ha logrado lo que había intentado Pablo Iglesias varias veces sin conseguirlo. Y sobre todo, que la vicepresidenta segunda y probable candidata no está dispuesta a alejar porque sí al 60% de españoles que en el CIS se confiesan católicos, practiquen o no. La cita ha servido para una cosa más: para soliviantar a la derecha más cafetera, que tras la marcha de Iglesias y el despegue de Díaz en las encuestas la ha colocado en el centro de sus ataques.

Yolanda Díaz sigue dando pistas sobre su proyecto, tras varios meses de buenas palabras. La vicepresidenta segunda insiste cada semana en que está “muy ilusionada” con impulsar su “proyecto de país” para los próximos diez años. Este reto arrancará en menos de un mes, ya a principios de 2022, una vez que el Ministerio de Trabajo haya puesto fin a las negociaciones de la reforma laboral que según el calendario deberá aprobarse antes de final de año. Entonces estrenará su “proceso de escucha” con colectivos de diferentes sectores de la sociedad civil que recorrerá España.

Hasta ahí, nada nuevo. Díaz había defendido también que los partidos serán secundarios en el espacio que está construyendo. Su plan pasa por una plataforma que consiga trascender al electorado actual de Unidas Podemos. Hace un par de semanas en una entrevista en Radiocable aseguró: “No quiero estar a la izquierda del PSOE”. En esos micrófonos calificó ese espectro ideológico como “muy pequeño y muy marginal”. Después de dar la batalla por la autoría de las medidas más sociales del Gobierno, desde el salario mínimo hasta la derogación de la reforma laboral y por supuesto el ingreso mínimo vital, la líder de Unidas Podemos anuncia que su idea es pugnar por el mismo electorado que el PSOE, cuyos votantes la valoran con un 6,1, solo con seis décimas menos que la nota que recibe Pedro Sánchez.

Antes de que este sábado acudiese al Vaticano para reunirse con el Papa, había posado para la revista de El Mundo, donde dejó dicho, entre otras cosas que no es “la típica mujer progresista”.

Sus últimos movimientos han acentuado los recelos que el proyecto y el acto de Valencia ya estaba generando en el PSOE desde muy poco después de ser designada por Pablo Iglesias como referente de ese espacio y futura candidata. Esa idea fuerza de ensanchar el espacio no es nueva, pero vuelve a retumbar con fuerza en boca de la dirigente mejor valorada en el CIS. “Yo no quiero unir a la izquierda, lo que quiero es que la sociedad española sea la protagonista de un proceso imprescindible de transformación social de mi país”, dijo también este jueves en el programa de Fernando Berlín. 

Los esfuerzos por aumentar el espacio político ya fueron puesto en valor el mes pasado en el valenciano Teatro Olympia, donde Díaz intervino junto a la vicepresidenta valenciana, Mónica Oltra; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; la líder de Más Madrid, Mónica García y la diputada autonómica de Ceuta y la portavoz del Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía ceutí, Fatima Hamed Hossai. Allí reivindicó que deberían trabajar “en un proyecto a favor de la gente”. 

Según su relato, Díaz ya “no trabaja desde la izquierda”. En la entrevista concedida a Fernando Berlín reivindicó la transversalidad de sus medidas: “Con las políticas que despliego, trabajo para la mayoría social”. Fuentes del entorno de la vicepresidenta segunda aseguran que este planteamiento está en el argumentario de la vicepresidenta desde hace años y que ya lo formuló cuando lanzó junto a Xosé Manuel Beiras Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), una coalición formada por Anova y Esquerda Unida y con la que consiguió en 2012 la tercera posición en las elecciones gallegas tras una campaña contra el reloj. “Ella nunca ha tenido un discurso solamente izquierdista”, precisan desde el equipo de la ministra de Trabajo. Una dirigente comunista que en sus primeros meses de mandato sorprendió a todos con su álbum de pactos con la patronal y los sindicatos de clase y que ni siquiera ha renunciado a pactar la reforma laboral con los representantes de los empresarios.

Valoración positiva de los votantes

Para que el proyecto político de Díaz supere los resultados electorales de Unidas Podemos, el espacio debe redefinirse para “atraer a una porción relevante de las bases electorales de centro-izquierda, que actualmente votan masivamente al PSOE”, exponía en octubre el político Lluis Orriols en un análisis publicado por este medio. El profesor de la Universidad Carlos III concretó que el liderazgo de la vicepresidenta segunda “está mejor capacitado” que el de Pablo Iglesias “para atraer a ese votante de centro-izquierda tan necesario para ensanchar la base”. 

Orriols llegaba a esta conclusión analizando las valoraciones del ex secretario general de Podemos, de Pedro Sánchez y de la ministra de Trabajo. “La mayoría de los votantes de centro-izquierda y exvotantes de Unidas Podemos valoraban mejor a Pedro Sánchez que a Pablo Iglesias”, detalló el politólogo. Sin embargo, con la salida del exvicepresidente “el porcentaje de quienes” valoran a Díaz “mejor que a Pedro Sánchez es similar a los que opinan lo contrario”. 

En el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) se ha mantenido esta dinámica. La vicepresidenta segunda conserva su puesto como la líder más valorada por los españoles, por encima del presidente. Además, en el último sondeo publicado los encuestados sitúan más a la izquierda a Íñigo Errejón que a la ministra de Trabajo. En una escala del 1 al 10 (1, completamente a la izquierda y 10, completamente a la derecha), Errejón obtiene una puntuación de 2,97, mientras que Yolanda Díaz se ubica en el 3,27, a medio punto de Sánchez (3,82).

Y el entorno de Díaz está convencido de que en este momento tira más la marca y la gestión de la vicepresidenta segunda desde que entró en el Consejo de Ministros que las siglas de Unidas Podemos. Por lo tanto, con este intento de salir del rincón creado a la izquierda de los socialistas, la ministra de Trabajo no está apelando “a los imprescindibles, sino a los que faltan”, defiende el politólogo Eduardo Bayón, que interpreta este último movimiento como una búsqueda para “ensanchar” el “espacio en un sentido amplio del progresismo” y lo desvincula del “eje abajo-arriba”.

En el PSOE no son ajenos a la buena imagen que tiene Díaz entre sus votantes, pero intentan restarle importancia —al igual que a las encuestas que pronostican un derrumbe de Sánchez y que enmarcan fundamentalmente en la desmovilización de la izquierda ante la lejanía de las elecciones—. “Albert Rivera también tenía buena valoración del electorado socialista”, afirma un dirigente consultado en referencia a las victorias del PSOE en 2019 y el posterior batacazo del exlíder de Ciudadanos. 

Sin embargo, el protagonismo que la vicepresidenta segunda va adquiriendo genera suspicacias en el socio mayoritario, que tiene claro que su popularidad debe tener un techo. Ya se evidenció con la pugna que suscitó la negociación de la reforma laboral en la que Sánchez avaló que Nadia Calviño cogiera las riendas provocando una de las mayores crisis de la coalición. 

En las filas socialistas siguen con atención los movimientos de la vicepresidenta segunda y en las últimas semanas cayeron especialmente mal sus palabras sobre el comienzo de la pandemia. “Me acuerdo bien que Pablo era vicepresidente del Gobierno, lo llamé desolada por lo que estaba pasando. El 15 de febrero como ya la pandemia azotaba fuertemente a Italia convoqué a mi equipo (...), necesitábamos desplegar medidas porque veíamos lo que iba a pasar”, afirmó en una entrevista en Radiocable en la que aseguró que dentro y fuera del Ejecutivo la tacharon de “alarmista” por impulsar desde Trabajo una guía de actuación frente al coronavirus. “Esto fue en la antesala del 8M”, apostilló. Esas palabras alentaron una vaga conspiración de la derecha contra el Gobierno. Los mismos partidos y medios que atacaron a Díaz por una guía de cómo actuar ante la pandemia en febrero de 2019 dan a entender ahora que la ministra lo sabía y lo ocultó a los ciudadanos.

Declaraciones de Sánchez

El PSOE mantiene una relación con Unidas Podemos delicada. Por un lado, asume que retener el poder pasa por que sus actuales socios estén fuertes y se mantengan al menos en torno al 15% de los votos. Por eso ven en Díaz una buena candidata del espacio a su izquierda. Pero eso es una cosa y otra que estén dispuestos a que la vicepresidenta segunda entre a morder en su electorado presumiendo de la autoría de medidas que aprueba el Consejo de Ministros. La idea de una plataforma transversal que compita con un partido con implantación centenaria en todo el territorio no entusiasma a los dirigentes socialistas, que tienen frescas sus derrotas en Madrid frente a Manuela Carmena y el último sorpasso de Más Madrid en las autonómicas. Pedro Sánchez en una entrevista en la Cadena SER lo explicó así: “Necesitamos a todo el espacio progresista en plena forma”. 

“Creo que sería importante que se diera ese proceso de unión en ese espacio a la izquierda del PSOE porque al final, el sistema electoral en nuestro país penaliza la división”, añadió el presidente del Gobierno en esa entrevista, que se celebró un día después de la clausura del congreso federal de los socialistas. Desde entonces, el equipo de Díaz ha trasladado a los periodistas que el proyecto de la vicepresidenta no se limita a la izquierda del PSOE, donde pretenden arrinconarla sus socios mayoritarios. Aunque no ha sido hasta este jueves, cuando la líder de Unidas Podemos se ha pronunciado sobre este asunto, al destacar que rechaza el “presunto regalo” de quedarse en “la extrema izquierda”. 

Apoyo público de sus socios

En público, los partidos que forman parte del grupo confederal que sostiene a Díaz en el Gobierno arropan la nueva estrategia de la vicepresidenta segunda para ganar espacio al PSOE. Desde Podemos aseguran que ese discurso no se aleja del que reivindicó Iglesias en 2014 con su irrupción triunfal en las europeas. Otras fuentes del partido exponen en privado su “desconcierto” ante la recuperación de la idea de transversalidad. A pesar de que reconocen que con esta estrategia se puede ampliar el electorado, les chirría que Díaz llegase a plantear en alguna entrevista que “la sanidad pública no es ni de derechas ni de izquierdas”. “Es de la ciudadanía española que paga impuestos para que tengamos una calidad en la sanidad”, apuntó la responsable del Ministerio de Trabajo. 

Juan Carlos Monedero, fundador del partido y director de la fundación de la organización política, considera que la vicepresidenta segunda “necesita recuperar el discurso de 2014” de Podemos para conseguir “esos seis millones de votos que tuvo en algún momento Unidas Podemos”. Desde el entorno de Díaz aseguran que fue Iglesias el que se inspiró en ese momento en la “transversalidad” defendida por la vicepresidenta segunda en las elecciones gallegas dos años antes, en una campaña en la que participó como asesor el exlíder de Podemos. 

“Acierta Yolanda Díaz al no dejarse arrinconar en el espacio marginal que le quiera dictar un PSOE que dice que es de izquierdas principalmente por el reparto de papeles del bipartidismo”, añade Monedero. Y lo razona “Si el PSOE es la izquierda, el hueco que deja es marginal. Y en España hay más gente cansada del bipartidismo que gente identificada con una izquierda de partido. Y esto es así porque vivimos sociedades desideologizadas donde el enfado no se mide por patrones de partido”.

El resto de fuerzas del grupo confederal también salen en defensa de la transversalidad reivindicada por Díaz. Fuentes cercanas a Enrique Santiago, secretario general del PCE y hombre fuerte del grupo parlamentario en el Congreso, reivindican que es “un acierto” que la vicepresidenta “no se encorsete ni se deje encorsetar en determinados ejes”. En Izquierda Unida este discurso también es acogido de forma favorable, fuentes de la dirección defienden que hay que apostar por una estrategia “ambiciosa” para dirigirse a una mayoría.

Díaz intenta salir del rincón y prepara una carrera a largo plazo, mientras sigue tanteando a dirigentes del espacio y en el imaginario colectivo ya figuran los nombres de Mónica García, Ada Colau, Mónica Oltra y Fátima Hamed como compañeras de viaje de un proyecto todavía indefinido que busca trascender a los partidos y, según ha anunciado esta semana, también a la izquierda.

Aquí puedes escuchar 'La ola de Yolanda Díaz', un episodio de nuestro podcast 'Un tema Al día'. Puedes seguirlo en Podimo y otras plataformas.

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