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Catalunya y Franco. Estos son los dos temas que dominan, de momento, la precampaña electoral. Dos asuntos en los que Unidas Podemos no se encuentra especialmente cómodo. En el primero, porque su planteamiento a favor de un diálogo sin premisas y su apuesta por un referéndum sitúa al partido de Pablo Iglesias en un punto intermedio a los dos bandos que se han establecido en España, y en Catalunya, tras la eclosión del procés independentista. El segundo, porque puede movilizar a la derecha del país y obvia las diferencias en materia económica y social que desde la formación quieren poner de relieve ante la cita en las urnas.
El impacto de la sentencia del Tribunal Supremo, así como la atención mediática que iba a suponer la exhumación de los restos del dictador, era algo con lo que contaba el PSOE para incidir en la campaña. Y aunque las posteriores protestas ciudadanas, algunas de las que derivaron en graves enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas policiales, tuvieron una incidencia demoscópica que no gustó en la Moncloa, no han cesado las quejas en Unidas Podemos por la ausencia en esta precampaña de otros asuntos que consideran importantes.
Este problema lo sufre Podemos desde su fundación. Desde el principio, el partido ha mantenido una relación fluctuante con los medios de comunicación de masas. Y se ha constituido, o lo ha intentado, como un medio en sí mismo. Pero el éxito inicial de Podemos también pasó por usar Internet para propagar su mensaje a través de las redes sociales y de YouTube.
Casi seis años después de su fundación, la estrategia sigue siendo la misma. E incluso se ha ahondado en ella. En la campaña de las elecciones de abril Pablo Iglesias fue entrevistado por el youtuber José Climent (Fortfast), un generador de contenidos para YouTube. La entrevista de Fortfast acumula hoy 1,2 millones de reproducciones. En esta precampaña, Iglesias ha repetido y los impactos del vídeo se acercan a los 400.000 en menos de una semana.
También Irene Montero ha dado un paso que, de momento, pocos dirigentes políticos de primer orden se atreven a dar. En 2015, otro youtuber, Rushsmith, sí congregó a varios líderes. Pero fue un espejismo. Someterse a las preguntas de generadores de contenidos que no pertenecen a los medios de comunicación tradicionales y que, por lo tanto, tienen otros códigos, otros intereses, no es sencillo para los responsables de las campañas ni para sus protagonistas.
Pero en Internet también hay público potencial. Uno más joven, que no se informa por los medios tradicionales, como explican desde el equipo de Montero a eldiario.es. La número dos de Podemos ha cerrado ya entrevistas con las youtubers feministas DeVermut y con HolaJulen.
El equipo de la portavoz parlamentaria de Unidas Podemos trabaja desde hace meses, además, para “que el público pueda conocerla más como persona y también como política”. Montero ha experimentado con formatos alejados de los tradicionales en Instagram, con la idea de ofrecer una versión más cercana y alejada del personaje creado en televisión.
El último ejercicio, una entrevista con preguntas de sus seguidores. 800 cuestiones que, en su mayoría, se alejaron de aquellas preguntas que los periodistas suelen poner sobre la mesa en las entrevistas más tradicionales.
Estos formatos no están exentos de problemas. Las redes sociales son un arma poderosa que también puede generar tormentas mediáticas difíciles de controlar. La propia Montero protagonizaba una la semana pasada, tras sumarse a una campaña del Sindicat de Llogaters (Sindicato de Inquilinos) para intentar paralizar un desahucio en Barcelona.
El vídeo en Twitter, en el que se identificaba a la propietaria y le reclamaba que no ejecutara el desalojo, desembocó en un hilo posterior de Montero en el que trataba de justificarse. El vídeo saltó a los medios de corte más tradicional, pero con un enfoque muy distinto al que querían. De la denuncia de un desahucio, a defenderse de una acusación de señalamiento.
Pero los traspiés, incluso los graves, no modifican la estrategia. Porque los resultados, según quienes diseñan la estrategia, están ahí. Otro ejemplo de esta semana pasada: un vídeo del diputado Rafael Mayoral hablando de los planes del Gobierno para imponer en el modelo laboral español la llamada mochila austriaca. Un plan que se trasladó a principios de año a Bruselas, pero que ahora el PSOE dice que no está seguro que se vaya a implementar.
Desde Podemos quieren modificar el relato de campaña. Dejar atrás el conflicto territorial. Y plantear una nueva cuestión: “¿Qué va a hacer el próximo gobierno de España si llega una nueva recesión económica?”. Para eso, las redes ofrecen una vía de escape. Y también los spots electorales que emiten en campaña, en riguroso orden de cuota electoral, las televisiones y radios públicas.
Pero este formato también sufre cambios. La ciudadanía española sigue informándose mayoritariamente por los medios tradicionales, según el CIS. Especialmente por televisión. Pero para un partido como Podemos, que tiene una mayor penetración en las capas más jóvenes de la población, ese canal no ofrece muchos incentivos.
Por eso, el partido ha ahondado en una estrategia que ya puso en marcha en abril: crear spots electorales para redes. “No tiene sentido seguir disciplinados al mismo formato”, aseguran desde el partido a eldiario.es. El pasado lunes presentaron el primer capítulo de una serie de vídeos independientes entre sí que conformarán una “miniserie” al final de la campaña.
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