Dirección de producción, la categoría desconocida de los Goya que hace pleno de mujeres nominadas

Javier Zurro

18 de enero de 2023 22:46 h

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Un rodaje es un puzle de muchas piezas. Muchas personas contratadas, técnicos, directores de áreas, extras… Hay que cuadrar fechas, presupuestos, lugares. Realizar un plan que sea a la vez férreo pero que tenga previsto un plan B para los imprevistos. ¿Qué ocurre cuando uno plantea rodar con sol en un exterior y de repente llueve? Cada minuto en el cine es dinero, y no puede quedar nada a la imaginación. Hay una persona que se encarga de todo esto, y no es el director. Un realizador tiene la idea de su película en la cabeza, pero luego se la cuenta a los productores y a una figura desconocida para el gran público pero fundamental para cualquier filme: la directora de producción. Es ella quien debe valorar qué es lo más importante, estudiar el presupuesto, contratar al equipo, organizar el plan de rodaje y asegurarse de que todo funciona hasta que se dé el último claquetazo. Una tarea que, por suerte, se reconoce en nuestro país. Los Goya son los únicos premios que lo reconocen cada año con una estatuilla. Ni los Oscar, ni los César, ni los BAFTA… 

La Academia de Cine sigue apostando por incluirles entre las figuras fundamentales, y este año las candidaturas han dejado una foto histórica. Por primera, vez hay cinco mujeres nominadas por cinco trabajos diferentes y complejos. Manuela Ocón, que logra su cuarta candidatura, ha rodado en la cárcel real de la Modelo en un filme cuya localización era fundamental, y que cuenta un momento crucial de nuestra historia en Modelo 77. Carmen Sánchez tuvo que cuadrar un rodaje en dos tiempos con un fuerte parón entre medias para aprovechar la luz y el tiempo meteorológico real de una aldea de El Bierzo donde nada podía fallar porque no había mucho plan de emergencia en As bestas. Elisa Sirvent vivió un parón por la COVID-19 en un filme que dependía de la luz natural y de los melocotoneros de Alcarràs y con un proceso de casting más largo que el propio rodaje, y un reparto muy coral. Sara García trasladó a un equipo completo a un pueblo extremeño para un slasher cañí en Cerdita, y María José Díez desafió las normas de los manuales de cine que dicen que nunca ruedes con niños y animales introduciendo en el plató bebés de apenas una semana de vida en Cinco lobitos.

Cinco trabajos que muestran la increíble variedad y calidad del cine español y que también sirven para ejemplificar la importancia de la dirección de producción. La definición más técnica de qué es una directora de producción la da Manuela Ocón, habitual colaboradora de Alberto Rodríguez: “Se encarga de la gestión de todos los recursos humanos y técnicos y de la gestión del presupuesto, pero siempre con un extra que tiene nuestro trabajo, y es que cada proyecto audiovisual es diferente y tiene unos estándares de calidad que hay que cumplir. Un trabajo que solamente se puede hacer en equipo, por lo que no puedes ser un mero gestor. Por eso se habla de diseño de producción, porque cada proyecto te lo tienes que imaginar. Todo eso con un añadido, y es que los recursos siempre son muy limitados”. En Modelo 77 sintió la presión. “Era una historia real y había un compromiso con ella”, dice Ocon.

Para Carmen Sánchez de la Vega, la labor de una directora de producción se parece a “lo que hacían nuestras madres cuando éramos pequeños, o sea, con el dinero que tenían, conseguir que la familia entera estuviera impecable”. Para ello hay que gestionar un presupuesto, pero principalmente “meterse en la cabeza del director, intentar entender su idea y participar en la historia que tiene en su cabeza”. Aunque no solo en esa cabeza, sino en la de “todos los jefes de departamento para que todos tengan lo necesario para poder solucionar problemas y que consigamos transmitir al público esa idea que en origen estaba en la cabeza del director”. Ella tiene una frase infalible para ver si un trabajo de dirección de producción es bueno o no: “Si alguien te dice, 'joder, qué luz tan bonita tiene la película' ya la hemos cagado, porque un buen trabajo es cuando alguien ve la película como un todo, como un pack”. Su trabajo ha sido valorado así en la Academia, donde As bestas tiene 16 nominaciones.

La palabra ‘presupuesto' es la que más se oye al conversar con ellas. Para Sara García, nominada por Cerdita, la parte más bonita es cuando llega el guion y empieza a diseñar ese puzle. Un rompecabezas en el que, a veces, les toca “ser los malos”. “Somos los que tenemos que cortar, aunque siempre tienen que buscarse decisiones creativas incluso mejores”, cuenta. Un clásico problema de un rodaje es qué hacer si llueve cuando el tiempo preveía sol y habían desplazado al equipo. “En mis producciones la última palabra sobre si se rueda o no la tengo yo. O si incluso nos arriesgamos a rodar aunque haya algo de lluvia. Siempre preguntas al dire de foto y al equipo, pero si la directora de producción dice que se rueda, se rueda. Es una última palabra con la opinión de todos”, añade García. En el caso de As bestas se buscaba lo contrario a lo que normalmente se busca. Carmen Sánchez estaba siempre esperando que nevara y en cuanto lo hacía se iban a rodar con nieve para aprovechar el momento.

Una directora de producción hace lo que hacían nuestras madres cuando éramos pequeños, o sea, con el dinero que tenían, conseguir que la familia entera estuviera impecable

María José Díez es quien ordenó todo para que Cinco lobitos se convirtiera en un fenómeno de boca a oreja. Lo hizo en un filme donde el reto fue trabajar con bebés reales y de la misma edad (semanas incluso) que los que se representaban en la ficción. Confirma que el presupuesto es importante, pero añade otro elemento, “la coherencia”, que debe estar “independientemente del dinero que se tenga para hacer una película, creo que eso significa que detrás ha habido una dirección de producción inteligente y pendiente de cuidar todos los elementos de la película”.

Para ello, hay que sentarse pronto con el director y ver qué proyecto quieren, y una pregunta es fundamental: cómo será el casting y los ensayos. Si uno quiere estar un año buscando a los actores perfectos para dar vida a la familia Solé, como ocurrió con Carla Simón, la directora de producción tendrá que dedicar más esfuerzos en esta parte, y también en que todos esos actores ensayen juntos, como ocurrió en Alcarràs. “Ha sido una película que nos ha exigido mucho tiempo de preparación”, confirma Elisa Sirvent, que selecciona como el mayor reto el rodar en un sitio “donde la gente no solo no estaba acostumbrada a rodar, sino que además estaban trabajando porque teníamos que rodar mientras ellos hacían la cosecha en verano, cuando el fruto está maduro, porque lo queríamos maduro”. “Tuvimos que coordinarnos, convencer a la gente de que nos dejara entrar y rodar y luego organizarlo para no molestarles, para no interrumpir su trabajo, que es el trabajo de todo el año. Fue todo un reto”, añade.

En este campo siempre ha habido mujeres pioneras, como Esther García, miembro fundamental del equipo de Almodóvar en El Deseo; o Cristina Zumárraga, pero hasta ahora nunca había habido pleno de mujeres nominadas. Como recuerda Sirvent, no solo ha ocurrido en los Goya, sino también en los Gaudí del cine catalán. Destaca que “el departamento de producción ha empezado a introducir a la mujer sin tantas dificultades como otros departamentos”. “Quizás es porque es el departamento de gestión humana, que veían más vinculado al perfil femenino… No sé, pero me encanta compartir esta nominación con mujeres en películas muy diferentes. Nos hemos conocido estos días pero tenemos una forma de entender la producción bastante parecida, con implicación personal”, añade.

Manuela Ocón destaca que en producción es uno de los sitios donde “más igualada está la presencia femenina”, aunque sigue habiendo más hombres que mujeres. Las nominaciones de este año cree que también son fruto de las medidas tomadas por el ICAA, que han hecho que haya más mujeres en puestos de producción, guion y dirección, “y eso afecta a la composición de los equipos y hace que se impregne, que sea más fácil que las mujeres accedan a estos cargos”. Lo confirma María José Díez, que ha visto cómo en los últimos años aparecían mujeres técnicas en apartados como fotografía o en puestos de eléctrica, donde antes era complicado que hubiera: “Es un hito, porque ahora cuando contrato ya tengo a mujeres en esos campos, o maquinistas, que siempre ha sido algo muy masculino y se empieza a romper y es maravilloso. Me da mucho gusto poder llamar a una mujer para formar parte de esos equipos”.