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Amigo de Aznar y padrino de la burbuja
Los destinos de Miguel Blesa y José María Aznar quedaron unidos cuando ambos preparaban las oposiciones al cuerpo de inspectores fiscales de Hacienda en la Academia CEU, de Madrid. Juntos estudiaron, juntos aprobaron y juntos ocuparon plazas en Logroño.
Cuando Aznar llegó a Moncloa se ocupó de poner al frente de grandes empresas privatizadas a personas de su confianza. Lo tenía más fácil con Caja Madrid, dado el poder electoral del PP en la Comunidad de Madrid y en los órganos de dirección de la caja. El puesto de presidente estaba reservado para su viejo amigo, Miguel Blesa.
Años después, el expresidente del Gobierno reclamó que los políticos “quiten sus manos” de las cajas de ahorro.
Con Blesa, Aznar tuvo que movilizar manos, brazos y piernas. Nombrarlo fue lo más fácil. Mantenerlo en el puesto, algo más complicado a causa de la guerra permanente de Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón en Madrid. Ya fuera de Moncloa, Aznar intentó convencer sin mucho a éxito a Aguirre en noviembre de 2008 para que Blesa fuera reelegido.
El inmenso poder financiero de Caja Madrid convirtió a Blesa en un auténtico caudillo financiero del PP madrileño. “No se puede olvidar el poder. Se equivocan quienes creen que el puesto de Blesa interesa sólo por el dinero”, explicó un sindicalista socialista a Ana R. Cañil. “Desde Caja Madrid se sueltan miles de millones de euros por toda la Comunidad y el Ayuntamiento en proyectos de todo tipo y eso da mucho mando en plaza. Pero también existen otros instrumentos de poder e influencia. La Fundación Caja Madrid y toda la obra social son un lugar de lujo. Dan un estatus entre el mundo de la cultura, ése al que siempre ha aspirado la derecha española por sus viejos complejos”.
Blesa fue uno de los arquitectos de la burbuja inmobiliaria financiando todo tipo de proyectos de construcción puestos en marcha por empresarios cercanos al PP. Dejó a su paso un reguero de fracasos:
“Fue incapaz de reconocer la burbuja inmobiliaria que provocaría toda la crisis del sector y sus críticos le recuerdan varios errores de bulto durante su mandato: un crédito de mil millones de euros a la constructora e inmobiliaria Martinsa Fadesa, la fallida salida a Bolsa de la empresa en 2008, otro crédito de 26,6 millones al ex presidente de la CEOE y copresidente de Marsans, Gerardo Díaz Ferrán, la implicación de Caja Madrid en el 'caso Gescartera' o la dudosa utilización de lo que luego se conocería como las acciones preferentes.”
Alguno de estos agujeros han dado con los huesos de Blesa en prisión. Ha pasado mucho tiempo desde que Blesa asistió a la boda de El Escorial, esa que tuvo como contrayentes a Ana Aznar y Alejandro Agag. Era tan cercano a la familia del entonces presidente que también estuvo en la despedida de soltero de ambos cónyuges. Es otra de las víctimas de lo que Lucía Méndez llamó “la maldición de El Escorial”.
Los destinos de Miguel Blesa y José María Aznar quedaron unidos cuando ambos preparaban las oposiciones al cuerpo de inspectores fiscales de Hacienda en la Academia CEU, de Madrid. Juntos estudiaron, juntos aprobaron y juntos ocuparon plazas en Logroño.
Cuando Aznar llegó a Moncloa se ocupó de poner al frente de grandes empresas privatizadas a personas de su confianza. Lo tenía más fácil con Caja Madrid, dado el poder electoral del PP en la Comunidad de Madrid y en los órganos de dirección de la caja. El puesto de presidente estaba reservado para su viejo amigo, Miguel Blesa.