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Cebrián cree que Junts Pel Sí y la CUP están “abocados a la violencia” por querer cambiar leyes “al margen” de las reglas

El presidente del diario El País, Juan Luis Cebrián, cree que Junts Pel Sí y la CUP están abocados a la violencia por querer cambiar leyes al margen de las reglas. Así lo expresa en un artículo publicado este domingo en su periódico.

“El conflicto catalán es solo un episodio más de la tensión agónica que nuestras sociedades viven entre Ilustración e Identidad”, escribe Cebrián: “La primera reside en el origen de las democracias representativas, mientras que la segunda es partera de todos los nacionalismos. Frente a los mitos y a las regresivas utopías que estos normalmente encarnan, la democracia se define más modestamente como un método que permite a los ciudadanos elegir a sus gobernantes y, sobre todo, echarles. Pues no es solo el gobierno de las mayorías, sino también el respeto a las minorías y el sometimiento a la ley, lo que define al sistema. Este incluye las reglas para su reforma, y si alguien quiere cambiarlas al margen de ellas está abocado necesariamente a ejercer la violencia. Violencia en definitiva, aunque en grado todavía menor, fue lo que hubo en las últimas sesiones del Parlament de Cataluña. Los atribulados dirigentes de la secesión, ya casi constituidos virtualmente en Convención aunque ellos no lo sepan, deberían recordar que esa etapa revolucionaria desencadenó el Terror, única manera de acallar a los disidentes. Si como es probable no triunfan en ello, todo quedará al final en la representación de una payasada descomunal, con perjuicio para los intereses de catalanes y españoles, para los sentimientos de identidad de todos ellos y para el progreso en la construcción de una democracia renovada que combata las desigualdades, limite los abusos del poder, persiga sus corrupciones y proteja a los más débiles”.

Cebrián también critica en su texto a “analistas y líderes políticos de la llamada nueva izquierda”. ¿Poe qué? Porque, según él, prestan “oídos sordos a las advertencias de que los dos intentos precedentes de instauración de la República en España fracasaron como consecuencia de sendos motines o revoluciones que reivindicaban la implantación de cantones o Estados independientes en determinados territorios [...] Es imposible no reconocer en algunas de las actitudes de Junts pel Sí el aliento anarquista de sus socios de la CUP, que amenaza con convertir a la clase dirigente catalana en una pandilla de la porra”.

Y concluye: “En el imaginario político español destacan dos frases de uso común que merece la pena recordar: '¡Viva la Pepa!' y '¡Viva Cartagena!' fueron encendidos eslóganes que vitoreaban la Constitución liberal de Cádiz y el levantamiento cantonal en Murcia, pero acabaron por ser usados como expresión de desbarajuste, despreocupación o excesiva licencia, en feliz definición del Diccionario de la Lengua Española. Es de esperar que el errático discurso del gobierno de la Generalitat y el esperpento valleinclanesco, tan español, protagonizado por la presidenta del Parlament, no acaben por convertir en algo parecido al respetable y respetado grito de 'Visca Catalunya!”.

El presidente del diario El País, Juan Luis Cebrián, cree que Junts Pel Sí y la CUP están abocados a la violencia por querer cambiar leyes al margen de las reglas. Así lo expresa en un artículo publicado este domingo en su periódico.

“El conflicto catalán es solo un episodio más de la tensión agónica que nuestras sociedades viven entre Ilustración e Identidad”, escribe Cebrián: “La primera reside en el origen de las democracias representativas, mientras que la segunda es partera de todos los nacionalismos. Frente a los mitos y a las regresivas utopías que estos normalmente encarnan, la democracia se define más modestamente como un método que permite a los ciudadanos elegir a sus gobernantes y, sobre todo, echarles. Pues no es solo el gobierno de las mayorías, sino también el respeto a las minorías y el sometimiento a la ley, lo que define al sistema. Este incluye las reglas para su reforma, y si alguien quiere cambiarlas al margen de ellas está abocado necesariamente a ejercer la violencia. Violencia en definitiva, aunque en grado todavía menor, fue lo que hubo en las últimas sesiones del Parlament de Cataluña. Los atribulados dirigentes de la secesión, ya casi constituidos virtualmente en Convención aunque ellos no lo sepan, deberían recordar que esa etapa revolucionaria desencadenó el Terror, única manera de acallar a los disidentes. Si como es probable no triunfan en ello, todo quedará al final en la representación de una payasada descomunal, con perjuicio para los intereses de catalanes y españoles, para los sentimientos de identidad de todos ellos y para el progreso en la construcción de una democracia renovada que combata las desigualdades, limite los abusos del poder, persiga sus corrupciones y proteja a los más débiles”.