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¿Qué fracasa cuando los políticos quieren ser graciosos en Internet? El paracetamol y otros intentos
Los políticos en campaña se ponen en manos de sus equipos de marketing. Todo vale con tal de mejorar su imagen y acercarse a la ciudadanía. Así, la historia reciente de los numerosos procesos electorales en España nos ha regalado grandes momentos como “Caminando rápido”, una web donde se coleccionaban vídeos del ahora ex-presidente en su peculiar forma de hacer deporte visitando distintas localidades y andando como si llegara tarde pero no le importara tanto como para correr.
La última en darnos un hit para redes ha sido Soraya Sáenz de Santamaría. En su lucha por hacerse con el liderato del Partido Popular, la vallisoletana nos regaló una profunda metáfora camino de Almería para hacer campaña. Aprovechando que uno de sus acompañantes tenía jaqueca lanzó una advertencia al presidente del gobierno: “Vamos a la farmacia porque Antonio tiene jaqueca. Pero para dolor de cabeza el que le vamos a dar a Pedro Sánchez. No va a haber paracetamol en el mundo”. Boom. Mic Drop. Deal with it. Thug Life. Soraya in da house.
La ecuación “político en campaña” + “haciendo humor” + “intentando contentar al máximo posible de electores” no suele traer buenos resultados. De hecho, en ocasiones no son los propios políticos sino contenidos humorísticos que se generan durante los procesos electorales y que los políticos distribuyen alegremente. Eso mismo ocurrió con “Iglesix y L@s Podemitas”, un cómic llevado a cabo por un votante de Podemos qué, imitando el estilo del mítico Asterix y Obelix, narraba las historias de los líderes morados.
El problema, como apuntaba de forma brillante Noel Ceballos en su momento, es que cuando el humor no va acompañado de autocrítica difícilmente es transformador y lo normal es que acabe percibido como propaganda cutre. “Todos los cómics de 'Astérix y Obélix', salvo excepción, acaban con un gran banquete del que el bardo Asurancetúrix es excluido. El sentido común y el propio funcionamiento de los chistes nos sugieren que, en este ejemplo, la persona atada y amordazada en la esquina de la viñeta debería haber sido Monedero. Pero el humor ideológico no concibe una mínima fisura, esa pizca de autolaceración sin la que la risa posmoderna no puede ser concebida. Así que el papel del bardo lo acaba realizando Albert Rivera, que ni siquiera pertenece a la tribu gala dentro de esta ficción. El chiste se ha roto. El chiste no puede aterrizar cuando juega en el terreno de la propaganda”.
Otro ejemplo interesante fueron los famosos bailecitos que se marcó Miquel Iceta con motivo de las elecciones del 27 de Septiembre de 2015 para las elecciones de Catalunya. Aunque quizás este no sea el mejor ejemplo de humor fallido por parte de políticos (ojalá bailaran más y robaran menos), en este caso hay una historia poco conocida que explica bien por qué los equipos de marketing terminan pasándose de frenada en los procesos de campaña cuando intentan explotar y replicar hasta la saciedad un gesto espontáneo.
En medio del fragor de la campaña, el equipo de Iceta descubre que alguien había hecho una ilustración de Iceta bailando. Se ponen en contacto con la persona y le piden permiso para usarla en unas camisetas que van a producir. Dicha persona les pone solamente dos condiciones: no aparecer mencionada públicamente y recibir una foto del mismísimo Iceta llevando su camiseta. Al cabo de un par de días las camisetas están listas y comienzan a repartirse en los mítines. Finalmente, Iceta cumple su parte y envían la foto al responsable de la ilustración. Lo que probablemente nunca supieron es que se trataba de Rubén Martínez, uno de los responsables de redactar parte del programa de En Comú Podem, rival político del PSC.
En el contexto de Ciudadanos, Albert Rivera anunció en 2010 que iba a compartir un chiste muy bueno en Twitter...
Aunque muchos usuarios decían años más tarde esperar el chiste, en realidad sí que lo hizo. Difundió un artículo que decía que la economía catalana mejoraría con un estado independiente y después preguntaba a su audiencia si el chiste le había gustado. Desde luego Rivera tampoco parece que fuera a triunfar en el Club de la Comedia.
Por último, quizás la opción más inteligente sea la llevada a cabo por IU cuyo equipo de comunicación en redes lleva años metiéndose en el fango de los GIFs y los memes para tratar de dialogar usando un código menos impostado y más honesto con sus seguidores. Memorable fue por ejemplo la falsa carta amenazante enviada por IU a El Mundo Today con motivo de las webs falsas creadas a partir de las últimas elecciones.