@Retiario estudió biología pero siempre quiso aprender y contar historias reales. En tiempos remotos fue paleontólogo, pero desde hace décadas es periodista y profesor de periodismo. Cree en la ciencia, la tecnología y el poder de la humanidad para cambiar las cosas para bien, si se aplica. Pasa la mayor parte de su tiempo en Internet y es un firme defensor de la pluma (y la red) frente a la espada.
Los humanos dormimos poco
Pero muy poco, según una comparación de lo que duermen diariamente 30 especies diferentes de primates. De hecho de todos los primates estudiados, los humanos, que dormimos una media de 7 horas de un tirón, somos los que más nos apartamos de la longitud teórica de sueño, que en nuestro caso dado nuestro tamaño y forma de vida debería rondar las 9 horas y media de media. La evolución parece haber recortado nuestro tiempo de sueño, y lo ha hecho de un modo particular: reduciendo el tiempo que dedicamos al sueño no-REM respecto al REM.
El sueño REM es esa fase en la que movemos los ojos, aunque los tenemos cerrados; es un tipo específico de sueño en el que el cerebro lleva a cabo importantes tareas y le dedicamos aproximadamente 1 hora y 30 minutos de las 7 horas de media que dormimos; más o menos lo que nos corresponde según las proyecciones. Pero según nuestra talla al sueño no-REM, que es también importante para cosas como almacenar recuerdos a largo plazo, deberíamos dedicarle más de 8 horas y media diarias, pero sólo tenemos 5 horas y media; mucho menos de lo que correspondería y una diferencia muy significativa con nuestros parientes.
Los científicos que han hecho el estudio no saben por qué esta reducción, aunque especulan con diversos factores como nuestra intensa vida social (dormimos menos porque estamos de cháchara) o nuestra forma de vida primitiva, en zonas llanas con predadores en lugar de en los árboles. Desde luego en comparación con un mono sudamericano arbóreo llamado Marikiná norteño, que duerme hasta 17 horas de cada 24, somos muy poco dormilones... salvo excepciones, quizá.
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@Retiario estudió biología pero siempre quiso aprender y contar historias reales. En tiempos remotos fue paleontólogo, pero desde hace décadas es periodista y profesor de periodismo. Cree en la ciencia, la tecnología y el poder de la humanidad para cambiar las cosas para bien, si se aplica. Pasa la mayor parte de su tiempo en Internet y es un firme defensor de la pluma (y la red) frente a la espada.