¿Aquí? No. Hay hechos y situaciones que jamás habría pensado vivir en la España del siglo XXI. Una de ellas es el desabastecimiento de ciertos medicamentos. Quizá si no tiene una enfermedad crónica o un tratamiento diario no lo ha notado, pero miles de familias, en este caso, con TDAH, peregrinan por distintas farmacias mes a mes tratando de conseguir unos fármacos cruciales para sus hijos. En desabastecimiento, les dicen desde el otro lado del mostrador. No es la primera vez que ocurre. El año pasado se vivieron meses similares.
No sé si llegan a imaginar los desajustes que pueden vivir las familias con TDAH en estas circunstancias, cuando falta el tratamiento prescrito.
El déficit de atención con o sin hiperactividad es un trastorno que afecta a 150.000 niños en España y repercute en todas las esferas de la vida. Las funciones neurológicas del glóbulo frontal del cerebro se ven afectadas en mayor medida, condicionando a la persona desde algo tan básico como organizarse, tomar decisiones, regularse emocionalmente o la concentración para poder estudiar. Es un trastorno que no se ve en la cara, como le puede suceder al síndrome de Down o a las personas ciegas, que enseguida encontramos empatía por parte de los demás, sino que es invisible a los ojos y, por ende, incomprendido. Por si esto fuera poco, ahora a miles de alumnos, niños y adolescentes, con TDAH les falta el medicamento que les ayuda a que la vida sea más vivible. Sí, digo vivible, porque con las exigencias académicas de un sistema educativo con el que hay que lidiar a diario, además, han de transitar sin el bastón que es para ellos una medicación esencial, produciéndose desajustes importantes y pérdida de calidad de vida ¿Las consecuencias? Muchas y, sobre todo, invisibles: caída en picado del rendimiento escolar, ansiedad por no llegar como el resto, malestar emocional o frustración por no poder tirar de la pesada mochila que acarrean, sobreesforzándose para llevar una vida funcional.
Alguien debería tomar cartas en el asunto. Los laboratorios prefieren enviar los medicamentos a otros países donde obtienen un precio más alto. Hablamos de la salud mental de 150.000 niños con TDAH y sus familias. Que falten estos medicamentos y que las familias, desesperadas, mes a mes hayan de recorrer las farmacias en busca de algún envase es una crueldad, mayor si cabe, porque afecta, sobre todo, a niños y adolescentes, que ya viven sobreesforzándose cada día. Quítenle el bastón a un ciego y pídanle ser funcional sin él. Lo ven así más claro ¿verdad?
Por último, les invito a firmar la petición para exigir más suministro de medicamento del TDAH en España
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