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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Una escalera

A estas alturas del siglo XXI me siguen sorprendiendo cosas que deberían estar superadas, al menos por la gente joven. Hace unos días encontré una publicación de un amigo que se quejaba de que a los retrones nos hacían discriminación positiva con respecto a las “personas sanas” (sic). Todo esto surge por un anuncio de una empresa que solicitaba treinta puestos de trabajo para personas con discapacidad en dos ofertas de trabajo, una para cubrir puestos de limpieza y otra para plazas de socorrista. Me sorprende aún que no tengamos conciencia de la situación. Yo nunca he sido de cupos, porque he tenido la suerte de valerme por mí mismo casi siempre, pero entiendo que hay una situación social de normalización de la discapacidad. Cuando alguien habla de una persona con discapacidad la imagen suele ser la de la persona en silla de ruedas que no puede ser independiente. Por eso mismo creo que falta aún una concienciación sobre el tema. Y por mi parte no va a quedar.

Una persona con discapacidad no es lo opuesto a una persona sana. Es una persona con otras capacidades. Digamos que rompió el molde de lo normal y vive así. En mi caso no tuve que hacer un proceso de adaptación de ningún tipo y llevo viviendo así desde que nací. En otros casos no han tenido esa “suerte” y han tenido que reaprender a vivir.

Es una cuestión de visibilidad. Y para que la gente vea ciertas cosas hay que enseñarlas porque hay gente que las quiere ver u ocultar. ¿Por qué son importantes los cupos? porque ofrecen la posibilidad de que conozcamos una realidad que es completamente ajena en muchos casos.

El otro día, leyendo el libro “La demonización de los Chavs” de Owen Jones, explicaba que lo que sale en los medios depende mucho del nivel social de los periodistas que tratan las noticias, es decir, lo habitual es que sean personas de clase media alta, con estudios universitarios, alejados de cualquier conflicto social familiar cercano y eso condiciona la visión del mundo. Porque ellos ya están condicionados.

Con la discapacidad pasa un poco lo mismo, generalmente los retrones son “ellos”, la otra parte. No nos vemos como iguales entre sí, vemos privilegios antes que personas y cómo nos gustaría tener esos privilegios, sin pensar lo que eso conlleva.

Y luego están los comentarios sobre los certificados de discapacidad “regalados”. No conozco un solo caso de este tema. Dudo si alguien puede emitir certificados falsos para hacer que alguien consiga una suerte de “beneficios” como la tarjeta de aparcamiento.

El objetivo es conseguir que no haya cupos, que los retrones podamos acceder con las mismas posibilidades, con todo lo que ello conlleva, a un mercado laboral cada vez más reducido.

Pero el mayor problema que veo es que si la autoridad de este país no nos respeta… el resto de la gente no lo hará. Y esto lo digo porque bastantes veces he visto estos dos últimos años a coches de la Guardia Civil y policias varias aparcar en zona reservada para movilidad reducida.

En el fondo tengo la sensación de que vivimos un poco un paripé, una moda, que ahora se lleva la igualdad y el postureo social… y hay que darnos espacio porque está de moda, pero en el fondo, a pesar de los cambios que se llevan produciendo que da mucho trabajo por hacer. Y para eso estamos.

A estas alturas del siglo XXI me siguen sorprendiendo cosas que deberían estar superadas, al menos por la gente joven. Hace unos días encontré una publicación de un amigo que se quejaba de que a los retrones nos hacían discriminación positiva con respecto a las “personas sanas” (sic). Todo esto surge por un anuncio de una empresa que solicitaba treinta puestos de trabajo para personas con discapacidad en dos ofertas de trabajo, una para cubrir puestos de limpieza y otra para plazas de socorrista. Me sorprende aún que no tengamos conciencia de la situación. Yo nunca he sido de cupos, porque he tenido la suerte de valerme por mí mismo casi siempre, pero entiendo que hay una situación social de normalización de la discapacidad. Cuando alguien habla de una persona con discapacidad la imagen suele ser la de la persona en silla de ruedas que no puede ser independiente. Por eso mismo creo que falta aún una concienciación sobre el tema. Y por mi parte no va a quedar.

Una persona con discapacidad no es lo opuesto a una persona sana. Es una persona con otras capacidades. Digamos que rompió el molde de lo normal y vive así. En mi caso no tuve que hacer un proceso de adaptación de ningún tipo y llevo viviendo así desde que nací. En otros casos no han tenido esa “suerte” y han tenido que reaprender a vivir.