No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com
Hace un tiempo encontré, en un artículo acerca de la NASA, una expresión que me encanta, por lo precisa, por lo útil, por lo clara. Decía la NASA que había recibido, en numerosas ocasiones, “apoyo retórico” de varios presidentes de E.E.U.U.
Cualquiera que esté más o menos acostumbrado al lenguaje político entiende inmediatamente qué significa esto. Apoyo retórico en vez de apoyo material (algo parecido a la admiración ectoplásmica de la que hablaba hace poco).
Es decir:
Me llena de orgullo y satisfacción informar a los presentes de que el Gobierno que presido apoya decididamente, con entusiasmo y convicción, la plena integración de las personas con movilidad chanante y su derecho a una vida digna, completa e independiente.
También es de rigor puntualizar que la totalidad de nuestro apoyo inquebrantable se materializa en la pronunciación en voz alta de la frase previa. En cuanto a acciones concretas, infraestructuras, leyes o, Dios me libre, euros, me temo que no puedo ofrecerles nada de eso.
Por muy ridículo y ultrajante que suene esto, todos hemos visto ejemplos.
Pero claro, siempre es mejor poder decir, aprovechando que nadie conoce la diferencia entre un millón y mil millones, que el apoyo del Gobierno de traduce en algo, que el Gobierno está haciendo un esfuerzo, que el Gobierno se está rascando el bolsillo.
Es ahí cuando entra la segunda parte de la estrategia, la limosna.
Pasando un poco de la RAE, llamo “limosna” a una cantidad de dinero que se otorga con el propósito nominal de conseguir un cierto objetivo (típicamente bueno y loable), pero que apenas alcanza a cubrir un porcentaje absurdamente pequeño del coste asociado a la consecución del mismo.
No soluciona nada, hace quedar bien al que la da (al menos ante ojos superficiales), no le daña prácticamente el bolsillo, y tiene el perverso efecto secundario de crear rehenes: Aquel que recibe la limosna suele estar muy mal y prefiere eso que nada. Por tanto, opta por no quejarse y poner una sonrisita en la foto. No vaya a ser que se la quiten.
Esta estrategia de “apoyo retórico + limosna = quedo bien + rehenes” es muy habitual en todos los contextos, no sólo en el de la discapacidad. La semana pasada, tuvimos el dudoso placer de contemplar un ejemplo de libro de texto a cargo de la Vicepresidenta de todos los españoles.
Sin embargo, sí que es el de la discapacidad un contexto especialmente común en el que se utiliza la estrategia. Al fin y al cabo, reúne una serie de características que lo hacen idóneo para la aplicación de la misma: El problema a resolver es, en principio, costoso (o al menos lo parece), y el colectivo receptor de la limosna, el de los retrones, es especialmente manso y secuestrable.
La así llamada “Ley de Dependencia” es un inmenso ejemplo a escala nacional de esta estrategia, pero lo que me ha hecho poner en palabras esta reflexión es un caso más local: Leo en el último número de la revista Zangalleta, publicación de Disminuidos Físicos de Aragón (actualmente Fundación DFA), que el Gobierno de Aragón, presidido por “la popular” Luisa Fernanda Rudi, ha firmado un convenio junto a un gran número de rehenes... perdón, asociaciones de discapacitados. En dicho convenio, se crea una “Mesa de la Discapacidad” con el objetivo de, cito:
... reivindicar y trabajar por los derechos de las personas a las que representan las entidades sociales.
Después del apoyo retórico, se nos detallan en el reportaje las distintas limosnas, entre las que destaco:
El Gobierno de Aragón ha aportado durante el segundo semestre de 2012, a través del departamento de Sanidad, Bienestar Social y Familia, 1.700.000 euros para fomentar los programas y actividades dirigidos a la promoción de la autonomía y prevención de las situaciones de dependencia desarrollados por las entidades sin ánimo de lucro.
Asimismo, y dada la discriminación económica constante de los cascaos españoles y aragoneses, uno echa en falta en la revista de la Fundación DFA alguna opinión claramente negativa sobre la situación actual, algún reportaje contestatario, sincero, duro y veraz. Pero no. Son todo noticias descafeinadas, fiestas populares, crónicas de la caridad, políticos haciéndose fotos y retrones que son un canto a la vida. Hasta que uno lee, en la primera página, que colaboran con la publicación de la revista el Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón... y entonces se entiende todo.
No quiero que se me malinterprete. La Fundación DFA hace muchas cosas buenas, tiene gente sin duda bienintencionada entre sus filas y, de hecho, yo mismo soy socio (me acaban de pasar la cuota anual). En un contexto en el que los retrones están desamparados, la Fundación DFA es mucho mejor que nada y hay muchas iniciativas que agradecerle.
Además, que quede claro: Los rehenes son las víctimas del secuestro. El que está cometiendo el crimen es el secuestrador... ni siquiera tener síndrome de Estocolmo es censurable.
Sacando los datos de la memoria anual de 2011 de la Fundación, es obvio que hay cosas que uno no puede decir cuando la financiación está estructurada tal que así:
No sea que te pase lo mismo que a FACUA, o algo peor.
Para poner la guinda, y parece que pensando en mí y en este artículo (gracias, majos), nos regalan en la última página de la revista otro ejemplo canónico de apoyo retórico. Debajo de una foto de un niño levantando los brazos y con una capa, podemos leer (reproduzco sus errores también):
Muchas veces, descubrimos que casi todo es posible si estamos dispuestos a intentarlo.
De hecho, es imposible creer en lo imposible. Pero si estamos dispuestos a mirar las cosas de manera diferente, pueden convertirse en realidad. Por eso, insistimos en la igualdad de oportunidades, la no discriminación y la accesibilidad universal aunque se nos diga que son inalcanzables. Porque creemos, que solo garantizando los derechos y la dignidad de las personas con discapacidad, ayer, hoy y mañana, lograremos la participación de todos en la sociedad y un futuro mejor.
Y Soraya a punto de echar la lagrimita, mientras aprieta bien fuerte la billetera en el bolsillo.
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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com