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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

El espíritu de las leyes (sobre accesibilidad)

La accesibilidad es más que un logo

Raúl Gay

Cada Comunidad Autónoma tiene diferente reglamentación sobre accesibilidad en edificios. También el Estado posee un cuerpo legislativo. Normas y normas que, me temo, no son todo lo eficaces que podrían ser. Por los textos que he leído, tengo la impresión de que pecan de generalistas. Se habla de “adaptar”, de “promover”, de “no discriminar”... pero no especifican cómo deben ser estos edificios (al menos yo no lo he encontrado textos que lo detallen; si me equivoco, por favor, corregidme en los comentarios). De ahí que veamos edificios que cumplen con la ley pero no son accesibles.

Es lo que en un post de mi blog personal llamé “cumplir con la ley pero no con su espíritu” (aprovecho de él algunos párrafos). Quizá la mejor forma de edificar no sea cumplir con leyes difusas sino, por utilizar la expresión de moda, utilizar el sentido común.

Durante muchos años, la mayoría de las viviendas tenían un escalón a la entrada. Era símbolo de status, de elegancia. Y un estorbo. También en muchas casas había que subir un puñado de escalones hasta llegar al ascensor. Con el paso de los años y el envejecimiento de los vecinos, se sucedieron las modificaciones. Al principio se colocó una rampa en la entrada, pero solía ser demasiado empinada y muy corta. Lo mismo sucedió cuando trataron de mejorar el interior. Una escalera de 8 peldaños necesita una cuesta muy larga; y no suele haber espacio suficiente. Así que en no es raro encontrarse una rampa que corre en paralelo a las escaleras, con la misma inclinación. Una rampa inútil, peligrosa.

El último paso es reformar toda la entrada y el rellano. Se elimina el escalón y se baja el ascensor hasta ras de suelo. En el centro de Zaragoza, donde resido, últimamente están realizando este tipo de reformas. Los pisos parecen nuevos. Si no para sillas de ruedas (pues faltaría el motor en la puerta), sí son perfectos para ancianos, carros de la compra y bebés. Claro, modificar así la entrada supone una derrama importante. Es la consecuencia de no hacer las cosas bien desde el principio.

Pero no todo son viviendas privadas. Los edificios públicos deben ser accesibles. Aunque, de nuevo, hecha la ley... Quiero señalar 2 ejemplos, seguro que los lectores conocen casos similares:

Los cines Aragonia se construyeron en Zaragoza en el año 2009. Como es normal, las salas están diseñadas como un anfiteatro: filas de asientos unas más altas que otras, y para llegar al asiento hay que subir escaleras. La ley sobre accesibilidad en Aragón dice: La construcción, ampliación y reforma de los edificios de titularidad pública o privada destinados a uso público se efectuará de forma que resulten accesibles para personas con limitaciones. ¿Qué ha hecho la empresa propietaria de Aragonia? Ha dejado varios espacios para sillas de ruedas en la primera fila.

Cumple con la ley, pero no con su espíritu. Salva la multa pero se ríe del ánimo que tuvo el legislador al redactar la norma. Un retrón en silla de ruedas que quiera ver una película en los Aragonia está obligado a verla en primera fila, a costa de sus ojos y su cuello. La otra opción es ir acompañado y que le ayuden a subir hasta su fila. Pero eso no es accesibilidad.

Segundo ejemplo. Esta primavera tuve que ir a una oficina de la Seguridad Social por un tema de baja laboral y al llegar me topé con un puñado de escalones en la entrada. Antes de jurar en arameo descubrí la existencia de un timbre con el icono de silla de ruedas. Llamé y salieron dos funcionarios. Les expliqué la gestión que iba a hacer y me dijeron: no hay problema. Sacaron una rampa metálica y la colocaron en los escalones. Pero sí había un problema: la rampa quedaba demasiado empinada. Tanto que no me atreví a subir.

De nuevo, ponen los medios para cumplir la ley pero en realidad la están burlando. Mal que lo haga un cine pero todavía más grave es que el edificio sea público.

Suelo decir que esto se arregla el día en que haya una silla de ruedas en el Consejo de Ministros. Pero ¿cómo subirá las escaleras de La Moncloa?

Actualización 3-01-2013: Me señalan en los comentarios que sí existe un Código de Edificación muy preciso.Pero visto lo visto, no siempre se cumple

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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