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Los Grupos de Apoyo Mutuo en salud mental: un cambio de chip brutal

Este verano tuve la oportunidad de participar en los talleres de la Universidad Anticapitalista en el que se trataron temas de gran calado relacionados con la diversidad funcional. Una de las asistentes, Marta Plaza, habló de un tema muy interesante que va creciendo poco a poco en nuestro país en el área de salud mental: los grupos de apoyo mutuo (GAM)

Uno de los motivos más enriquecedores de la creación de estos espacios seguros es en palabras de Marta Plaza que “después de tanto tiempo siendo juzgados y muchas veces menospreciados por nuestros diagnósticos de pronto en un GAM nuestra experiencia es importante, y además de importante, pasa a ser útil, para nosotros mismos y para otras personas”.  

 

Los GAM son en parte una ruptura con la jerarquía de psiquiatra- paciente en el que el segundo se siente observado y sometido en muchas ocasiones. Ahora, gracias a la creación de estos espacios se produce “un reconocimiento entre iguales, como expertos en lo que nos pasa por nuestra propia experiencia y, capaces no sólo de ayudarnos sino de ayudar a otras personas. Es un cambio de chip brutal”, explica Plaza. Me pica más la curiosidad sobre algo tan revolucionario en el ámbito de la salud mental y hablo con Marta Plaza, integrante de colectivo de Apoyo Mutuo en Madrid llamado FLIPAS GAM.

 

¿Qué ocurre en los Grupos de Apoyo Mutuo?

 En los grupos compartimos experiencias de sufrimiento, de aislamiento, soledad, incomprensión, experiencias como la escucha de voces, los momentos depresivos o de euforia, adicciones… y las afrontamos, primero, dándonos un espacio para verbalizarlas y sentir el apoyo de nuestros compañeros, y luego, dándonos herramientas que a algunos nos sirvieron en su día. Ya solo verbalizar el sufrimiento ayuda, colectivizarlo, no vivirlo en privado como si fuera un problema solo nuestro. La solución pasa por darnos apoyo mutuo y luchar juntos en colectivo para intentar hacer una sociedad más humana, solidaria y justa.  

 

¿Cómo se crean espacios de seguridad y compromiso donde los integrantes comparten experiencias?¿cuáles crees que son las mayores dificultades con las que os encontráis en este sentido?

 Las que acuden al GAM lo hacen de manera voluntaria y es necesario que no haya observadores externos: quien acuda al GAM sabe que está ahí para hablar en primera persona de su experiencia de sufrimiento psíquico. Además, los GAMs son espacios horizontales donde prima el respeto, la tolerancia, se impiden pasar conductas racistas, machistas, homófobas, clasistas, etc.

 Como dificultad podría resaltar a nivel personal y como mujer, nos está resultando complicado construir un espacio de seguridad para las mujeres, en cuestiones de género, aunque este es un caso extendible a toda la sociedad patriarcal y machista en la que vivimos.

 

¿Qué les dirías a los escépticos que consideran que debe haber supervisores profesionales o a la gente que tiene miedo por el estigma?

 

No tienen por qué ser espacios incompatibles, simplemente encontramos que es un espacio distinto que nos permite aprovechar la experiencia directa de gente que ha pasado o está pasando por experiencias similares a las nuestras. El miedo viene del desconocimiento, cuando te acercas y conoces, el miedo desaparece.

 ¿Escuchamos todos voces?, ¿ es una experiencia normal pero inusual?, ¿pueden cambiar estas voces y transformarse en algo positivo y constructivo?

 En nuestros GAM hay escuchadores de voces, aunque creo que no todos lo somos, hay mezcla de experiencias inusuales y no todas van en ese camino.

 Pero sí que, cuando comenzamos a describir experiencias en los GAM, vemos que muchas son muy comunes… la sensación de que alguien te ha mirado mal o se ha reído de ti, aunque no estés muy seguro de ello, son pequeñas paranoias que pueden haberle pasado a cualquiera en un momento de inseguridad.

 Por ello es interesante saber qué nos están diciendo nuestras voces acerca de nuestra historia, conectarlas con nuestra biografía y después tratar de mejorar nuestra relación con ellas y que no interfieran en nuestra vida cotidiana de forma negativa.

 ¿Los tratamientos psiquiátricos son los adecuados?, los GAM llevan de la mano una corriente anti psiquiátrica o no hay relación?

 

En mi opinión, hay una sobremedicalización brutal. También entiendo que si en el sistema público sanitario el psiquiatra solo puede ver al paciente quince minutos cada mes y medio o dos meses y la opción de “terapia psicológica” es de media hora una vez al mes, si tienes suerte... juntas eso con la inmensa influencia de las farmacéuticas y los visitadores médicos que van vendiéndote el último producto recién salido al mercado, sin mejoras demostrables frente al anterior pero mucho más caro… en fin, agitas el cóctel y tienes eso, una sobremedicalización para la gran mayoría de los pacientes. Para mí la máxima debería ser tomar la menor dosis posible el tiempo mínimo necesario para que te encuentres bien, pero diría que la práctica es directamente la contraria.

 

¿Crees que los GAM son el futuro como alternativa a la psiquiatría tradicional y la medicalización exagerada a las personas con problemas de salud mental?

 

Yo creo que el futuro sí pasa por el apoyo mutuo, ya sea en Grupos de Apoyo Mutuo específicos de salud mental como estos de los que hablamos hoy, como más ampliamente, la lucha colectiva para cambiar nuestras condiciones de vida y darle la vuelta a una sociedad asfixiante, competitiva, individualista, alienante. En este sentido, yo creo que las enseñanzas que pueden darnos cosas como el trabajo que hizo el movimiento 15M, de sacar a la gente a las plazas, ponernos a trabajar en común por tener un lugar más habitable y solidario donde vivir, fue un inicio que además en algunos casos acabó fraguando redes de apoyo mutuo que aún siguen funcionando en los barrios de manera espectacular. O el trabajo que sigue haciendo la PAH cada día, parando desahucios mientras hace ver que no son un problema individual de que tú no puedas pagar tu hipoteca o alquiler, sino que hay un problema colectivo.

El problema no está en un gen ni en un desequilibrio bioquímico en nuestros cerebros que tengamos que arreglar con la pastilla de turno, sino en una sociedad injusta que vamos a cambiar colectivamente.

 

Este verano tuve la oportunidad de participar en los talleres de la Universidad Anticapitalista en el que se trataron temas de gran calado relacionados con la diversidad funcional. Una de las asistentes, Marta Plaza, habló de un tema muy interesante que va creciendo poco a poco en nuestro país en el área de salud mental: los grupos de apoyo mutuo (GAM)

Uno de los motivos más enriquecedores de la creación de estos espacios seguros es en palabras de Marta Plaza que “después de tanto tiempo siendo juzgados y muchas veces menospreciados por nuestros diagnósticos de pronto en un GAM nuestra experiencia es importante, y además de importante, pasa a ser útil, para nosotros mismos y para otras personas”.