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Nosotros, ellos, todos

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¡Qué identificada me siento con el señor que ha impulsado la campaña “Soy mayor, no idiota”! Las personas con discapacidad compartimos muchas de las dificultades que tienen las personas mayores. De pronto, se me han superpuesto los dos sintagmas en el lóbulo prefrontal y casi me da un síncope.

A veces me imagino cómo será mi vida cuando sea mayor. Pero mayor mayor. Me veo del brazo de una cuidadora, con la que saldré a dar paseítos, espero tener bien las piernas, al reconfortante sol que nos abriga tanto a los sevillanos en invierno. En invierno, sí. El sol estival es harina de otro costal. El ripio es intencional.

También pienso que no es nada agradable pasear del brazo de un extraño. Esto lo sé por haberlo experimentado en carne propia. Así que comprendo el hartazgo, proveniente de la impotencia de miles de personas mayores que, aún gozando de sus facultades, autónomos, sienten una profunda frustración cuando necesitan realizar gestiones en el banco y no pueden, superados por la tarea. Les entiendo porque yo misma, tan actual, tan al día, tan metida en la tecnología desde tierna edad, me encuentro atada de pies y manos para realizar ciertas gestiones, encontrando muros infranqueables simplemente porque quien pudo decidir no decidió incluirnos. Vaya, que no pensó en cómo podría hacerlo una persona ciega, o sorda, o en silla de ruedas, o con autismo, o con parálisis cerebral, o mayor.

Estamos en el mismo barco y la sensación de hundirse la comparto, la compartimos, con los mayores. Siempre pidiendo favores, siempre teniendo que solicitar ayuda para las tareas más insignificantes, simplemente, porque no se ha pensado en nosotros, en ellos, en todos. Me queda el consuelo del karma y el orgullo de que estén alzando la voz, por fin.

¡Qué identificada me siento con el señor que ha impulsado la campaña “Soy mayor, no idiota”! Las personas con discapacidad compartimos muchas de las dificultades que tienen las personas mayores. De pronto, se me han superpuesto los dos sintagmas en el lóbulo prefrontal y casi me da un síncope.

A veces me imagino cómo será mi vida cuando sea mayor. Pero mayor mayor. Me veo del brazo de una cuidadora, con la que saldré a dar paseítos, espero tener bien las piernas, al reconfortante sol que nos abriga tanto a los sevillanos en invierno. En invierno, sí. El sol estival es harina de otro costal. El ripio es intencional.