Este, quizá, sea el artículo más peliagudo de los que llevo hasta ahora. A raíz de lo sucedido con Guillermo Zapata se ha producido un revuelo generalizado por las implicaciones del tema. Yo no voy a hablar de esto, sino del humor y la discapacidad. Investigando me encuentro con una reflexión de Nietzsche “El humor como estrategia para conquistar y para soportar la verdad”. Yo añado para soportar la vida.
La vida, si lo miramos fríamente, es una sucesión de desgracias y de momentos bonitos. Por lo general lo que nos marca son las desgracias, lo que nos hace madurar, cambiar el rumbo, buscar otros planteamientos. El fracaso como camino de la búsqueda de la felicidad.
Volviendo al tema que nos ocupa, creo que el humor es un mecanismo de defensa ante la ferocidad de la existencia, nos hace más llevadero este devenir. El tema se vuelve más peliagudo cuando hacemos humor políticamente incorrecto. Y aquí es dónde empiezo a reflexionar.
Los retrones, por norma general, aunque cada vez menos, somos tratados con condescendencia y paternalismo, porque esta sociedad nos ha vendido como personas incapaces y claro, el humor ya es un tema complejo de por sí, como para mezclarlo.
El humor es un ejercicio sanísimo para conocerse, para reconocer los límites de uno mismo. No siempre me he reído de mí, sobre todo en una época en que me consideraba algo horrible, pero uno va creciendo y aprende a dejar de ser su propio enemigo y empieza a jugar con las palabras, a ver que reírse de uno mismo no es tan malo y, aquí viene el tema, que bromeen contigo sobre tu condición de retrón. ¿Por qué, dos amigos que no son retrones se pueden meter con toda naturalidad entre ellos y no con un retrón? No digo que todo el día haya que estar haciendo chistes, pero creo que es algo que deberíamos tener en cuenta todos. Retrones y no retrones.
Desde mi punto de vista el humor es un sistema de regulación de muchas cosas, entre ellas las frustración, el desencanto, la impotencia, es un sistema de defensa, como dijimos antes.
Sé que habrá gente que me diga que con ciertas cosas no se puede bromear, pero creo que es una manera de hacer grupo, de llevar la pertenencia al nivel más alto, las bromas se hacen entre iguales, porque sino sería un insulto y eso no es de lo que se trata. Así que pienso que el humor puede ser un elemento agregador en la comunidad. Obviamente no es cuestión de ser chistoso todo el día pero, cuando amigos míos, han hecho bromas sobre mí (conmigo) yo he sido el primero en reírme, igual que yo puedo hacerlo con ellos. Reírse de uno mismo es, sencillamente, superar los traumas, aceptarse.
El hecho de darnos caña es algo que, a mí personalmente, me parece bueno, nos saca de esa zona de confort políticamente correcta y nos hace ponernos las pilas. Eso sí, repito, con tacto, saber hacer y buen rollo, no se trata ahora de estar todo el día con las coñas, pero sí creo importante que se normalicen ciertas cosas. Soy retrón, pero tengo sentido del humor, puedo aceptar bromas. Habrá gente que no, que su retronez le suponga un drama, bueno, cada uno sabe cómo lleva las cosas, obviamente hay que respetar a las personas y sus situaciones.
Nos leemos en dos semanas. ¡Sed buenos!
Este, quizá, sea el artículo más peliagudo de los que llevo hasta ahora. A raíz de lo sucedido con Guillermo Zapata se ha producido un revuelo generalizado por las implicaciones del tema. Yo no voy a hablar de esto, sino del humor y la discapacidad. Investigando me encuentro con una reflexión de Nietzsche “El humor como estrategia para conquistar y para soportar la verdad”. Yo añado para soportar la vida.
La vida, si lo miramos fríamente, es una sucesión de desgracias y de momentos bonitos. Por lo general lo que nos marca son las desgracias, lo que nos hace madurar, cambiar el rumbo, buscar otros planteamientos. El fracaso como camino de la búsqueda de la felicidad.