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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Versos para Lázaro

Un niño que sufre de autismo juega durante una clase de aprendizaje básico EFE/ Rungroj Yongrit

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Se diría que la discapacidad es de todo menos poética, lo cual no deja de ser un prejuicio acerca de la discapacidad y de la propia poesía, porque esta vez les traigo un libro que es pleno en ambos aspectos: “Los versos de Lázaro” (Averso poesía, 2024), del escritor Isaac Páez.

Lázaro es el nombre de su hijo, que nació con autismo en plena pandemia. 

“Te demoraste quince días para nacer con respecto a los cálculos previstos, imagino que 

querrías venir al mundo habiendo ya cumplido la exigencia de guardar

cuarentena antes de entrar.

Todo recién nacido es en el fondo 

paciente cero de un futuro incierto.“

Imaginen a un hombre, un padre primerizo, que conforme su bebé crece se da de bruces con una realidad que nadie espera a priori. El hijo, ese bebé sobre el que, sin querer, han proyectado deseos y esperanzas se convierte en otro hijo, uno al que hay que aprender a entender de otra forma, tras el diagnóstico, en su caso, de autismo.

“La noche es una empalizada elevada con dudas y argamasa de insomnio; y no quiero estar aquí, aunque tampoco lejos.”

Son 54 páginas que destilan verdad. Isaac Páez elige la forma poética para revelarnos su alma ante la realidad que le ha tocado asumir.

“Me recetan pastillas 

para dormir sin comprender nada, 

porque los médicos suelen 

luchar contra lo orgánico 

obviando al ser que acoge 

tanta víscera viciada.“

Poesía para adentrarse en el más difícil todavía, ser padre de un hijo con una discapacidad intelectual. Ser un padre cuya vida son las palabras y serlo de un hijo que no se comunica. 

“La sombra de tu mano señalando con la sombra de tu índice la sombra de lo que desea.”

Versos de una hondura que conmueven por la facilidad con que se nos clavan en el alma, por la sencillez con la que se trasladan las imágenes desde la mente de Páez hasta nuestra propia mente, sin que falten la ternura, la crudeza, el dolor, la comprensión. Como dice el propio autor: «arrepentirse de todo sin querer cambiar nada, en eso consiste ser padre, grosso modo».

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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