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Winter is coming... para la discapacidad sin techo

Anita Botwin / Anita Botwin

Me doy cuenta de que hablamos de nuestro mundo retronil, es decir, el que solemos vivir diariamente o el que más aparece en los medios de comunicación. Pero ¿qué pasa con las personas con discapacidad que viven en la calle? A pesar de que apenas hay datos sobre este campo, al menos un 23% de las personas sin hogar tiene alguna discapacidad, cinco veces más que de la población general, según un estudio que la Fundación RAIS.

¿Qué pasa con ellos? Los servicios sociales están desmantelados. Ya se ha encargado el Gobierno del PP de hacerlo. Ahora se encuentran en gran parte en manos de empresas privadas. Y quienes tratan de ser solidarios con las personas discapacitadas  sin hogar no tienen/tenemos las herramientas necesarias para lidiar con este tipo de situaciones. Los albergues están saturados, y son “lugares carcelarios”, que les dan cobijo durante un par de días para luego escupirles a la calle.

Según el mismo estudio de Fundación RAIS, las personas con discapacidad son víctimas de más agresiones sexuales y timos, tienen más enfermedades y problemas de salud crónicos –un 86% frente al 40%– y más accidentes.

“Al final se trata de personas que se encuentran en un círculo vicioso, que muchas veces parten de una ruptura familiar y/o económica”, según comenta Lagarder Danciu, activista gitano rumano. Lagarder ha estado luchando incansablemente en la Acampada Dignidad de Sevilla durante 74 días con el fin de conseguir derechos para estas personas sin recursos, el 30% de ellos con algún tipo de discapacidad. “Vivir en la calle es muy duro, es horrible, pero si además tienes alguna discapacidad es aún peor, ya que son personas indefensas, y todavía más visibles que el resto”.

¿Y si además eres mujer? Ese es el ejemplo de C.T, una de las personas acampadas en la calle durante más de dos meses. Alguien que, hasta ahora, no podía entrar en un bar y que le dieran un café, por los prejuicios debidos a su aspecto deteriorado y una discapacidad visible. C.T le contaba a Lagarder, con quien sí pudo entrar a tomar un café al fin, que no sabía lo que era esa experiencia de no sentirse rechazada. Ella pensaba que era lo que se merecía. Lagarder por fin consiguió que se sintiera persona digna de recibir amor y cuidados. “Cuando les limitan una y otra vez los espacios donde entra el resto de la gente les hacen creer que son basura, indignos de cualquier derecho”, explica Lagarder con tristeza e indignación. Y esto está pasando con todos los convalecientes, comenta el activista, ya que “los hundimos nosotros mismos como sociedad”.

Llegados a este punto, nos preguntamos qué hacer. La “Acampada Dignidad” junto con la Red Sanidad “La Carpa” son ejemplos que han tratado de dar solución en Sevilla a esta problemática social. Uno de los involucrados en ayudarles profesionalmente, además de Lagarder, es el oftalmólogo del Virgen del Rocío, Alfonso Romera Piñero, que comenta cómo han tenido que conducir en numerosas ocasiones a personas convalecientes a urgencias hospitalarias. “El problema empieza cuando las personas tienen que hacer tratamiento en casa, después de haber pasado por urgencias. En situaciones normales, tenemos algún familiar que nos eche una mano, pero no es el caso de estas personas que viven en la calle”. Otra de las problemáticas de las personas sin techo con algún tipo de discapacidad o enfermedad es que “no tienen su historial clínico coordinado al no tener reglada la documentación, lo cual dificulta su situación aún más”, tal y como comenta este profesional de la sanidad pública.

La cuestión es, según cuenta Alfonso, que hay dinero en las arcas, pero no llega de la manera que tiene que hacerlo a quienes lo necesitan. Se trataría entonces de un problema de organización y de inspeccionar los servicios que ya hay puestos en marcha, como es el albergue que gestiona el ‘Grupo 5’ en Sevilla. Alfonso explica que “en la puerta de este albergue, unos entran y otros se quedan fuera en situaciones lamentables. No dudo del buen hacer de los trabajadores, pero debería gestionarse de otra manera”.

Por su parte, Lagarder explica que la Sanidad debería tener un protocolo para las personas sin hogar con discapacidad y saber que se trata de un caso distinto, ya que no todas las personas sin hogar tienen las mismas características ni las mismas necesidades.

Muchas de las personas sin techo viven con animales. Me encontré con M.J. cuando iba paseando a mi perro. M.J. iba con su casa a cuestas en un carrito cargado de bolsas y varios perros y gatos. La gente miraba sorprendida y apenas nadie se acercaba. Con la excusa del perro y mi habitual descaro, me acerqué. Viviendo en la calle tras perder a sus padres y sin ningún tipo de ayuda por parte del Estado, su felicidad son sus perros. Son su familia. “Pero no me dejan entrar con ellos en ningún albergue”, lamenta. Según dice la asociación Pets of homeless  como puede leerse en este artículo de eldiario.es “los animales de los sin techo son un enlace a la realidad, por eso y por el vínculo y amor que se establece son capaces de sacrificarse para proteger a su animal”. Ella padece trastorno bipolar y no está siendo atendida como debería. Tiene miedo, dice, al ser mujer, de que le pase algo, especialmente por las noches.

Winter is coming y las elecciones también. Dejen por un rato sus apariciones televisivas y recuerden a las personas que el sistema ha dado completamente de lado. De no ser así, de no ayudar a las personas más necesitadas y sacarlas de la exclusión social, habremos fracasado como sociedad y no habrá recuperación posible.

Me doy cuenta de que hablamos de nuestro mundo retronil, es decir, el que solemos vivir diariamente o el que más aparece en los medios de comunicación. Pero ¿qué pasa con las personas con discapacidad que viven en la calle? A pesar de que apenas hay datos sobre este campo, al menos un 23% de las personas sin hogar tiene alguna discapacidad, cinco veces más que de la población general, según un estudio que la Fundación RAIS.

¿Qué pasa con ellos? Los servicios sociales están desmantelados. Ya se ha encargado el Gobierno del PP de hacerlo. Ahora se encuentran en gran parte en manos de empresas privadas. Y quienes tratan de ser solidarios con las personas discapacitadas  sin hogar no tienen/tenemos las herramientas necesarias para lidiar con este tipo de situaciones. Los albergues están saturados, y son “lugares carcelarios”, que les dan cobijo durante un par de días para luego escupirles a la calle.