Save the Children es la organización independiente líder en la defensa de los derechos de la infancia en todo el mundo. Trabaja en más de 120 países salvando vidas, proporcionando seguridad y protección a los niños y las niñas y defendiendo sus derechos. En España trabaja desde hace más de 20 años con programas de atención a los niños más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social.
Terremoto en Nepal: el reto logístico de la emergencia
Post escrito por Cat Carter, miembro del equipo de respuesta a las emergencias de Save the Children, actualmente en Nepal.Save the Children, actualmente en Nepal.
Todos los terremotos, tsunamis o inundaciones a los ¿he viajado? tienen una cosa en común – el equipo de primera respuesta a la emergencia es siempre local. Los voluntarios de la comunidad instintivamente se unen para sacar a los heridos de debajo de pilas de escombros, compartir los escasos alimentos que tienen o cuidar de los niños que se han visto separados de sus padres. Taxistas, abogados, vendedores de fruta, madres a tiempo completo y adolescentes, todos se convierten en trabajadores de rescate.
Nepal no es diferente. En los momentos posteriores al terremoto todo el mundo se apresuró a ayudar a la persona que estaba más cerca de ellos. Ahora, cuatro días después, las familias se agrupan bajo frágiles lonas de plástico, apoyándose y reconfortándose unos a otros, incluso mientras sus propios alimentos y agua potable se hacen cada vez más escasos. Es una imagen triste y muy frustrante.
Como muchas ONGs, Save the Children tenía una presencia significativa en Nepal antes del terremoto. Hemos trabajado en programas de desarrollo desde 1976, por lo que ya teníamos preparado un stock de suministros de emergencia. Pero con la escala de este terremoto ese stock se ha acabado rápido. Entonces se lanzó un llamamiento al equipo global de Save the Children: Nepal necesita suministros y expertos en emergencia de inmediato.
Yo, junto con otros, recibí una llamada el sábado por la tarde y, en cuestión de minutos nuestro equipo de logistas estaba intentando buscarnos un vuelo. Nuestros planes se vieron continuamente frustrados. Primero el aeropuerto no estaba abierto, luego sí estaba abierto. Primero los aviones no volaban, luego sí volaban, pero podían ser desviados en el último momento a India o a China. En teoría desde allí el equipo podía intentar llegar por tierra – pero eso requeriría uno o dos días adicionales de viaje. Vuelos cargados con ayuda de emergencia estaban siendo igualmente desviados. Nos estábamos tirando de los pelos para intentar llegar a Katmandú.
Finalmente conseguí un asiento en un avión. Sobrevolando Katmandú yo y otros cincuenta trabajadores humanitarios mirábamos desesperadamente la ciudad destruida a la que tanto nos estaba costando llegar. El aeropuerto de Katmandú es pequeño y la pista de aterrizaje estaba totalmente congestionada. Todos temíamos que nos desviasen a India como a los aviones que estaban antes que el nuestro.
Después de cinco horas sobrevolando la pista de aterrizaje descendimos para encontrarnos con nuestros compañeros en el aeropuerto, devastados por la pérdida de sus seres queridos y sus hogares. Como es comprensible, parte del personal no fue a la oficina los primeros días tras la catástrofe.
Lo que no sabía entonces era la cantidad de retos logísticos a los que nos íbamos a enfrentar. Ingenuamente asumí que el mayor problema era conseguir que la ayuda llegase al país, pero, lentamente, la situación se hizo patente. Mientras que nuestros equipos intentaban llegar al centro del terremoto fuera de Katmandú para evaluar el daño, se encontraban con carreteras destruidas y corrimientos de tierra. La electricidad, el teléfono e internet no funcionaban, por lo que no podíamos coordinarnos con las comunidades, comprender exactamente cuáles eran sus necesidades o decirles que estábamos intentando llegar hasta ellos. Mientras que nuestros equipos logísticos intentaban desesperadamente conseguir que llegase ayuda al país, a la vez, buscaban almacenes que estuviesen todavía en pie, seguros y lo suficientemente grandes para albergar los suministros de emergencia. El siguiente reto era encontrar suficientes camiones y gasolina para llevarlos hasta los almacenes y luego hasta las comunidades.
Es tremendamente frustrante para todos, especialmente para las familias afectadas, cuando los retos logísticos significan que la distribución no puede comenzar inmediatamente. Pero cuando te apresuras con el trabajo humanitario, se cometen errores. Y, en ocasiones, pueden ser mortales. Llevar pocos suministros a una distribución puede provocar frustración en aquellos que los reciben. Distribuir un una zona que no has valorado antes puede significar que no llegas a la población más vulnerable porque se refugian en otro lugar, o no salen a la calle en diferentes momentos del día. Distribuir los tipos equivocados de alimentos de forma gratuita puede hundir los mercados locales, o hacer que la gente enferme. En resumen, evaluar y planificar, aunque llevan tiempo, son absolutamente necesarios para llevar a cabo una respuesta humanitaria adecuada, para no hacer daño, sino para ayudar.
Durante los últimos días, Save the Children ha enviado enormes camiones, cargados con ayuda, en tres direcciones, a las tres zonas más afectadas. Ayer llevamos a cabo una distribución en Katmandú, proporcionando refugio seguro para pasar la noche a cientos de familias, y tenemos 136 toneladas de ayuda de camino.
Nuestro trabajo para apoyar a estas familias sólo acaba de comenzar. Pasará tiempo antes de que los nepalís puedan levantarse y continuar con sus vidas.
Desde Save the Children te pedimos que, si puedes, dones para Nepal.dones para Nepal
Post escrito por Cat Carter, miembro del equipo de respuesta a las emergencias de Save the Children, actualmente en Nepal.Save the Children, actualmente en Nepal.
Todos los terremotos, tsunamis o inundaciones a los ¿he viajado? tienen una cosa en común – el equipo de primera respuesta a la emergencia es siempre local. Los voluntarios de la comunidad instintivamente se unen para sacar a los heridos de debajo de pilas de escombros, compartir los escasos alimentos que tienen o cuidar de los niños que se han visto separados de sus padres. Taxistas, abogados, vendedores de fruta, madres a tiempo completo y adolescentes, todos se convierten en trabajadores de rescate.