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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La pobreza existe y tiene el rostro de Manuela, Nieves, Javier o María

En el último mes estamos asistiendo a la instrumentalización política de la pobreza, a un lamentable juego partidista que cuestiona y frivoliza con el sufrimiento de muchas familias que no han elegido voluntariamente ser la diana de esta guerra.

Los datos de la pobreza infantil se recogen a partir de indicadores elegidos por la UE para controlar que el crecimiento económico de Europa sea “inteligente, sostenible e integrador”. Este es el objetivo de la Estrategia 2020: Ante el elevado número de personas en la UE en riesgo de pobreza y exclusión social, el Consejo Europeo aprobó en 2010 esta estrategia con el objetivo de conseguir que la UE posea una economía inteligente, sostenible e integradora.

España debe controlar si lo está consiguiendo, y para medir y mejorar su éxito cuenta con la información que le proporciona la estadística: ahora sabemos que muchos niños y niñas, 1 de cada 3 según la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística, se están quedando atrás. Son ciudadanos olvidados por las políticas públicas y como consecuencia no están disfrutando de las ventajas del crecimiento económico como lo hacen la mayoría de los ciudadanos europeos.

Y esto no está sucediendo así en todos los países de la UE; con indicadores homogéneos para todos los países, hay otros miembros de la UE que lo hacen mejor que nosotros:

Tasa de riesgo de pobreza y exclusión social en el 2013

  • EU28 estimado para el 2013 ** España cambió en 2013 la fuente de datos.

Cuando hablamos de pobreza hablamos de personas pero también de sus derechos. Por eso, cuando hablamos de pobreza infantil estamos hablando de los derechos que niñas y niños tienen recogidos en la “Convención sobre los derechos del Niño”, y que se ven mermados, vulnerados u olvidados cuando las políticas públicas son inadecuadas (o no existen) y no evitan o corrigen esas situaciones de pobreza o exclusión.

La pobreza nos ha elegido a nosotros, las ONG, como testigos, porque nuestra razón de ser es atender las necesidades de estos niños, cuyo número ahora supera con creces nuestras posibilidades de intervención directa: En España la UE ha identificado 2.982.272 niños en riesgo de pobreza o exclusión social. En Save the Children trabajamos diariamente con 5.000 de estos niños y nuestro objetivo no es llegar a todos, si no lograr que con cambios políticos podamos cerrar nuestro programa de pobreza infantil porque ningún niño lo necesite, ¡ojalá!.

¡Ah! y se me olvidaba, hay personas a quienes les basta con presenciar la exclusión de un solo niño para sentir que la lucha contra la pobreza infantil está justificada, cada una de las familias con las que trabajamos nos lo demuestra:

-Manuela, de 52 años, está sola con dos hijos a cargo de 11 y 16 años, no trabaja y sobrevive con los 300 euros mensuales de pensión que le pasa su exmarido. Ella y sus hijos viven de alquiler en un piso modesto de Valencia y, cuando tiene oportunidad, realiza pequeños “trabajos” como cuidar niños o preparar bocadillos en un bar. “Mi situación económica es desastrosa, llevo todo el mes poniendo lavadoras con el detergente del lavavajillas. Voy a un banco de alimentos una vez al mes y allí recojo algo de comida, pero a mis hijos casi nunca puedo darles carne”, nos ha contado Manuela.

-Nieves, de 44 años, está divorciada con dos niños de 12 y 15 años. Su dura situación nos la ha explicado así: “Cuando me separé no trabajaba ni tenía medios, y me fui a vivir con mi padre, que es el que nos está manteniendo y paga las cosas. Nos fuimos con él para tener un techo donde vivir y poder comer. Llevamos allí cinco años”.

-Javier tiene 10 años y su hermana María 7. Viven con sus padres en una casa tan precaria que el invierno pasado tuvieron un incendio en la habitación de los niños debido al mal estado de una estufa. No pueden pagar la luz y deben engancharse al alumbrado público para disponer de electricidad. “Sabemos que no hay dinero para comprarnos juguetes porque mamá y papá tienen que pagar la luz, el agua y todo eso”, nos han contado los pequeños.

Es probable que la imagen más generalizada de la pobreza sea la que azota cruelmente a las zonas más empobrecidas del planeta, una pobreza extrema por la que mueren alrededor de 3,1 millones de niños menores de 5 años anualmente.

Efectivamente la situación en España es otra, pero no por eso debemos tolerarla. Para nosotros la pobreza también tiene el rostro de Manuela, Nieves, Javier o María. El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas dice que la pobreza “ se caracteriza por la privación continua o crónica de los recursos, la capacidad, las opciones, la seguridad y el poder necesarios para disfrutar de un nivel de vida adecuado y de otros derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales”. Es decir, una situación que obstaculiza que los niños disfruten de sus derechos y con ello pone en peligro su desarrollo.

Esta situación es la que nos describen nuestras familias que, como todas, Todas estas familias, y los niños que viven en ellas, tienen el derecho a disfrutar del progreso y de las oportunidades que generan las sociedades económicamente desarrolladas. No cuestionemos esto por favor.

En España, el riesgo de pobreza o exclusión (tasa AROPE de la UE) para menores de 18 años ha aumentado en el último año más de 3 puntos respecto al año anterior (3,2 p.p). Actualmente, más de 1 de cada 3 menores de 18 años que se encuentran en esta situación; es decir, al 35,8% de los niños ven vulnerado su derecho a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual y social al encontrarse en riesgo de pobreza o exclusión.

Es necesario dar visibilidad social, institucional y administrativa a situaciones hasta ahora desconocidas. Poner a los niños en el centro de las políticas y desarrollar, de forma urgente, una estrategia integral de lucha contra la pobreza infantil que se base en el acceso a recursos adecuados a través del empleo de las familias y la protección social centrada en el niño, y dónde las políticas públicas garanticen la calidad y el acceso en igualdad de condiciones a la educación, la vivienda o la sanidad.

La pobreza infantil es desgraciadamente la antesala de la pobreza en la vida adulta, y la vulneración de derechos que sufren los niños en esos años condiciona gravemente y de forma irrecuperable su proceso de desarrollo, es precisamente por eso por lo que combatir estas situaciones de vulnerabilidad debe ser una prioridad de todos los gobiernos.

Podemos discutir acerca de la exactitud de los datos, de si los indicadores deben de ser estos u otros, pero es la realidad que reflejan los testimonios de Manuela, Nieves, Javier o María la que no puede dejarnos indiferentes. Hay quienes no vamos a quedarnos cruzados de brazos, si algún niño, aunque sea solo uno, se queda excluido de los beneficios del progreso social y económico. Será para nosotros un placer trabajar codo con codo con todos aquellos que crean que romper el ciclo de la exclusión invirtiendo en infancia merece la pena.

En el último mes estamos asistiendo a la instrumentalización política de la pobreza, a un lamentable juego partidista que cuestiona y frivoliza con el sufrimiento de muchas familias que no han elegido voluntariamente ser la diana de esta guerra.