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'Alumbramiento' o cómo romper con una película el tabú del drama del robo de bebés en España que denuncian las víctimas

“Estar embarazada no te da derecho a ser madre”. Esta frase extraída de Alumbramiento, la nueva película de Pau Teixidor, podría resumir la mentalidad de quienes han perpetrado durante años el robo de bebés recién nacidos, un tema que Pau Teixidor ha querido volver a traer a la palestra con este filme. El movimiento por la investigación de esta trama de tráfico de neonatos es aún hoy la lucha diaria de cientos de madres que, a través de asociaciones como ABRA (Asociación de Bebés Robados de Andalucía) han removido cielo y tierra buscando a los que estaban destinados a ser sus seres queridos.

La película nos presenta a Lucía para contar, en un relato descarnado, la vida en Peñagrande, un centro para adolescentes embarazadas. El largometraje pretende, sin descuidar la factura técnica, ser incómodamente directo, siempre con el triste respaldo de los testimonios reales. Cada personaje del elenco es una voz que, después de años de censura, consigue por fin, a través de las actrices, contar su historia al público.

El personaje de Inmaculada, violada por su padre a los 14 años, o de Concepción, una chica de 16 con síndrome de Down que defiende ser virgen (aun habiendo sido forzada por su propio hermano) se sirven de hechos reales para atestiguar lo que fue una realidad para mujeres de toda España. Jóvenes madres que, durante y después de la dictadura (la película se ambienta en 1982 y las asociaciones aluden a casos incluso ya entrados los años 90) se vieron maltratadas por un régimen que buscaba impedir “la propagación del gen rojo” del que hablaba Antonio Vallejo-Nágera, y que dio pie, según datos de las asociaciones de afectados en nuestro país, a una verdadera industria de compra-venta de bebés. Una industria que, como bien se encarga de resaltar la película, hacía distinciones entre ricos y pobres. La herencia de un país de señoritas y sirvientas se reflejaba en el trato que las distintas clases sociales recibían en centros como Peñagrande.

La inocencia y su pérdida, la ingenuidad y la demonización por parte del resto de la sociedad impregnan el mensaje de protesta de la cinta. Lucía y sus compañeras encarnan la sororidad como única salida ante la miseria moral de quienes quieren arrebatarles lo que aún no tienen. La ambientación ochentera de la película tampoco empaña su vigencia, que plantea temas como el aborto, tan en boga los últimos días, desde la perspectiva de una sociedad recién democratizada.

Testimonios más allá de la ficción

A la proyección de la película se añadió también la celebración de un coloquio entre Lydia Acebo, presidenta de la asociación de Afectados por los Bebés Robados en Andalucía, y Carmen Escudero, Lola en Alumbramiento, moderado por Juan Miguel Baquero, colaborador de elDiario.es Andalucía y autor del libro El país de la desmemoria.

Tras contar su trágica historia personal y la de sus dos bebés robados, Lydia ha elogiado el papel de la película como altavoz para las reivindicaciones de asociaciones como la suya, que a menudo caen en saco roto. “Parece que a nadie le interesa lo que tenemos que decir”, lamenta Lydia, que llegó a entrevistarse en el Senado para la redacción de una Ley de Bebés Robados en 2019, pero que quedó en papel mojado al adelantar el Ejecutivo las elecciones ese mismo año, aunque ahora parece que puede volver a colarse en la agenda política.

La presidenta de ABRA ha relatado, en primera persona, el entramado que médicos, Iglesia y miembros del régimen mantenían en la sombra para privar a las madres de sus propios hijos. Desde su primer bebé robado, en 1967, hasta el segundo, ya en 1982 (justo coincidiendo con la ambientación de la película) Lydia “arrastró un sentimiento de culpabilidad, de haberlo hecho mal, que permanecía latente en todo momento y que llega a hoy día”.

Como representante del equipo de la película, Carmen Escudero ha querido hacer hincapié en el respeto que con el que el director, Pau Teixidor, trató en todo momento el tema, incluso para darles indicaciones a las actrices: “Fue Pau el que se entrevistó con las víctimas, nosotras conocemos los casos reales, pero cada una tuvo libertad creativa para crear su propio personaje dentro del guión”. La actriz también ha querido agradecer la presencia en el preestreno de las asociaciones, así como reafirmar el apoyo de todo el equipo de producción a la lucha de Lydia y sus compañeras.

El retrato de la Iglesia como institución controladora no es algo casual. Fátima, miembro también de ABRA y aún en la búsqueda de su hermano después de 61 años, tomó la palabra en la tertulia para pedir que se abran los archivos de la Iglesia. Denuncia la escasa colaboración de las instituciones católicas, que obstaculizan la investigación de las personas que fueron atendidas por religiosas durante los años en los que se dieron los casos de bebés robados, según denuncian las entidades afectadas.

La lucha de personas como Lydia y Fátima no cabe en los 90 minutos que dura la película, pero sin duda, Alumbramiento recuerda a una sociedad 'desmemoriada' (aludiendo al libro de Juan Miguel Baquero), al olvido que han sufrido sistemáticamente las víctimas del robo de bebés en España. Unas víctimas que, como en la película, aún hoy tienen que soportar la desidia y el menoscabo de las mismas instituciones que las dañaron.

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