ENTREVISTA
Ángela Ponce, primera Miss Universo trans: “He cambiado más mentalidades en el mundo que manifestaciones en Sol”

Ángela Ponce fue la primera mujer trans en representar a España en Miss Universo

Sara Rojas

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Cuando Ángela Ponce (1991, Pilas, Sevilla) era pequeña y sus amigas soñaban con ser médicas, profesoras o actrices, ella solo aspiraba a poder ser ella misma y a que el mundo la reconociera como la niña que ella sabía que era desde que tuvo conciencia. Hubo de pasar mucho tiempo (y mucho sufrimiento) hasta lograr que su país la coronase como Miss Universo España, convirtiéndose así en la primera mujer trans en ganar este certamen.

Ese 2018 calló todas las voces que habían tratado de negar su existencia a base de repetir “que no era una mujer”. Y también ese año, por primera vez en la historia, logró que una miss no solo fuera “la representación de la mujer” en su país, sino que encarnase “la diversidad en el mundo y el triunfo de los derechos humanos”, como ella misma confiesa que se sintió aquel día en el que se proclamó representante de España en Miss Universo.

Desde entonces, Ángela Ponce ha seguido luchando por los derechos de las personas trans, pensando sobre todo en que los menores “sientan que pueden existir”. Ese mensaje de aceptación y fortaleza es el que espera transmitir desde el escenario de la Alameda de Hércules como presentadora de las actividades programadas por el Día del Orgullo Trans, que se celebra este viernes en la capital andaluza.

Has hecho historia al coronarte como Miss Universo España y desde entonces has seguido dando pasos firmes en tu carrera como modelo y en tu faceta como activista. ¿Cuál dirías que es tu mayor logro, de lo que estés más orgullosa de haber conseguido?

Personalmente de lo que más orgullosa me siento es de haber alcanzado un nivel de aceptación en mi vida y conmigo misma que yo jamás pensé que lograría, la verdad. Porque al final yo creo que cualquier ser humano simplemente a lo que aspira, consciente o inconscientemente, al final es alcanzar esa paz y esa aceptación contigo mismo.

Pero hasta llegar a esa aceptación, has tenido que pasar muchos años de trabajo personal.

Muchos años de supervivencia. Al final te toca vivir con una realidad desde que naces y empiezas a ser consciente de quién eres y de que tu vida no es tan fluida. Yo veía que mis amigas a ciertas edades la única preocupación que tenían era aprobar el examen de Lengua Castellana y Literatura, qué modelito se iban a poner el fin de semana y si le había dado like el niño que le gustaba la niña. Pero cuando yo era pequeña, mi mente ya estaban en otra cosa. Estaba en una supervivencia, estaba en luchar contra una sociedad que me decía que tenía que sentir vergüenza, que lo que yo era no estaba bien. La propia medicina decía por entonces que estaba enferma. Entonces ir al colegio ya era muy complicado porque todos los días te estaban llamando por un nombre con el que no te identificabas. Vivía en una supervivencia psicológica y en contra del mundo.

Y encima en un pueblo de 13.000 habitantes.

Claro. Al final yo creo que para cada uno es difícil donde le ha tocado vivirlo, pero para mí sí que ha sido muy complicado por el hecho de que, para empezar, todo el mundo se conoce, todo el mundo habla de la vida de todo el mundo y además es que yo era la única. Ni si quiera era gay, que ya en los 90 una persona gay en un pueblo llamaba la atención, pero es que yo era trans. Y era la primera que se conocía en el pueblo. A mí mi familia me dejó fluir, nunca me cortó alas y siempre me dejó ser yo misma. Pero ellos tampoco tenían información que ofrecerme y en el colegio de eso no hablábamos. Tú abrías un libro de biología, un libro de ciencias naturales y ahí ya te estaban poniendo la típica imagen del cuerpo humano en el que salía el chico con pene y sin pecho y la chica con pecho y vagina. Pero es que existen muchos más cuerpos. Y si yo hubiese visto eso en el cole me hubiesen facilitado bastante la vida y no me habría sentido el bicho raro.

Yo no quería ir al colegio porque para mí era horrible que se dirigieran a mí por otro nombre

Después de todo lo que has vivido, ¿qué recursos y apoyos dirías que deberían estar garantizados para que los niños y niñas trans puedan atravesar un proceso tan complejo de la forma menos dolorosa posible?

La educación es muy importante porque vivimos en una sociedad que piensa que ellos son normales y yo soy trans. Y eso es una salvajada. Si yo a alguien le preguntara: “Yo soy trans, ¿tú qué eres?” Le explotaría la cabeza. Su primera respuesta sería “yo soy hetero” y tú le dices “ya, y yo también”. Porque no te estoy hablando de tu orientación sexual, te estoy hablando de tu identidad. Entonces yo creo que para el desarrollo de todos como sociedad y también para el desarrollo de cada persona, es muy importante que desde pequeñitos podamos hacernos preguntas y tengamos información. Así también cuando encontremos otra persona que no encaja donde nosotros, sabremos perfectamente identificar si es una persona trans, si es intersexual... y sabremos cómo dirigirnos a ellos desde el respeto y la educación.

Y a los padres que rechazan ese tipo de educación porque dicen que eso es adoctrinar a los niños, ¿qué les dirías?

Mostrar la realidad que existe en este mundo no es adoctrinar porque las personas trans existimos, somos una realidad. Son cosas a las que se agarran para que no haya un avance en la sociedad. Evidentemente en una sociedad siempre va a haber blancos y negros, pero mientras antes empecemos a mostrar el arcoíris, antes estaremos en el camino correcto. Hablamos de proteger a los menores, pero a los menores trans ¿quién los protege? Se les está negando la existencia. Se escuchan comentarios de que son muy jóvenes o que se les está adoctrinando, pero lo que están haciendo es abrirles las puertas a la libertad y a la existencia. ¿Por qué tiene que forzarse a una persona a llamarse Juan hasta los 18 años si se quiere llamar Martina? Por eso yo no quería ir al colegio, porque para mí era horrible que se dirigieran a mí por otro nombre frente a 33 alumnos más. Es que me avergonzaba constantemente. Y con la educación se está intentando que tu hijo no discrimine a esta persona por los prejuicios que tú tienes, sino que aprenda a pensar por sí mismo. Al final es algo tan natural como que la naturaleza es diversidad.

¿Hoy todavía sientes que tienes que estar continuamente reivindicándote como mujer?

Sí, claro. Yo lo he vivido así toda mi vida. Es cierto que en estos últimos años no tanto al ser ya un personaje público. Sobre todo, desde que fui a Miss Universo siento que ya no tengo que dar tantas explicaciones. En el tema chicos por ejemplo, ya muchísima gente sabe quién soy, entonces quien no me tolera no se acerca y ya. Pero bueno, métete en mis redes sociales y lee los comentarios. Sí que es verdad que eso es un gran peso que llevan muchísimas personas trans. El hecho de “me lo tenías que haber contado” o “me lo tenía que haber dicho”.

Mi paso por Miss Universo cambió más mentalidades en el mundo que muchas manifestaciones en la Puerta del Sol

Y después de todas las críticas y los comentarios que tuviste que soportar desde niña, ¿qué te llevó a querer adentrarte en un mundo que se percibe tan hostil como los certámenes de belleza? ¿Qué significaba para ti participar en esa plataforma?

A mí lo que me movía en realidad era lo que me gustaba. Yo donde me sentía cómoda era en la moda. Desde que tenía 17 años empecé en la moda y fui a Miss Universo con 27, diez años después ya como modelo. Entonces lo que quería era probar otras cosas dentro de ese mundo. Y sí que es verdad que lo que me gustó fue que pese a que la sociedad tenga la imagen de la miss como la mujer florero, como que se cosifica a la mujer, en realidad era una plataforma que te daba voz, cosa que la moda no, en la moda eres un cuerpo.

Y a día de hoy los concursos de belleza también han evolucionado mucho, más incluso que la moda en la que no existe una talla 38 –o eres convencional o eres curvy–. Pero en los certámenes, en parte también gracias a mi participación en Miss Universo, están dando visibilidad a muchas realidades. Por ejemplo, ya pueden participar mujeres trans y madres, que antes no se podía. O sea que al final es una plataforma que también está dando voz. Y a lo mejor en España no lo apreciamos tanto porque estamos bastante avanzados. Pero en países como Venezuela, Colombia o en la India, de repente que te pongan enfrente a una Ángela Ponce pues tiene mucha fuerza. Y se convierte en una plataforma que abre la mente y educa. Yo siento que mi paso por el concurso cambió más mentalidades en el mundo que muchas manifestaciones con pancarta en la Puerta del Sol o en Gran Vía. Y no lo digo por ego, es que he comprobado cómo personas en países muy retrógrados, donde tenía muchísimos haters, ahora utilizan mis frases o mi discurso en sus podcasts o vídeos de Youtube. Y claramente reconozco que esa persona ha aprendido de mí.

Entonces sí creo que Miss Universo cambia mentalidades en el mundo entero, quizás no tanto en España, pero sí en lugares en los que se me habría matado, donde la ley te mata y te encarcela, donde no te queda otra que ser prostituta sí o sí, donde el mensaje todavía es “prefiero un hijo delincuente a un hijo maricón”, que yo eso lo escuchaba de pequeña. De hecho, yo tuve que pagar mi vuelo cuando fui a Miss Universo porque la organización me lo sacó con escala de nueve horas en un país en el que la homosexualidad y la transexualidad están penadas.

Yo era consciente de quién era desde que tengo conciencia y he podido serlo gracias a mi familia

Está claro que a nivel social, derribaste un techo porque supuso un antes y un después en los certámenes de belleza y en la vida de muchas personas que vieron que era posible. A nivel personal, ¿que significó para Ángela coronarse como Miss Universo?

Para mí principalmente eso significó un logro personal muy importante, porque a mí me habían dicho a lo largo de mi vida muchísimas veces que yo no era una mujer. Y en ese momento no solo era la representación de la mujer en mi país, sino que por primera vez en la historia, una miss no solo representa a la mujer de su país, representa la diversidad en el mundo y el triunfo de los derechos humanos. ¿Quién no se podía sentir identificado conmigo? Porque yo no representaba solo a la mujer española o a la mujer trans. ¿Es que quién no se ha enfrentado al prejuicio? ¿A quién no le han dicho tú no eres válido alguna vez en la vida? ¿Quién no ha tenido complejos alguna vez en la vida? ¿Quién no ha sido señalado? ¿Quién no ha sido discriminado? Es que representaba algo muy grande mi participación en ese concurso. Y eso es lo que yo sentía, que yo no solo llevaba mi bandera, que era la de mi país. Y yo no solo me representaba a mí, que era Ángela, representaba la diversidad del ser humano en el mundo.

Después de todo eso, ¿te preocupa el discurso de odio que ha aflorado vinculado al auge de la ultraderecha en Europa?  

Es preocupante dar tres pasitos para adelante y tener enfrente siempre personas que te empujan hacia atrás y que tiran por tierra el trabajo de tantas y tantas personas. Y ya no es el trabajo, sino el derecho y la libertad que tendrían que tener. Porque no se está pidiendo más que el derecho a existir. Por eso no entiendo que la televisión dé cabida al discurso de personas que están cometiendo fraude de ley cuando dicen que se sienten mujer. Eso hace mucho daño porque al final el mensaje que cala en una sociedad que todavía está aprendiendo es que la ley está mal y cualquiera puede ser una mujer. La gente se lo cree.

Para mí no fue una cirugía estética, para mí fue vital

Te refieres al desfile por los platós de televisión de militares que dicen ser transexuales y que ha avivado las críticas contra la Ley Trans.

Exacto. La ley trans no está mal. Lo que está mal es el fraude de ley. Lo que pasa que todavía nuestra sociedad anda alarmada por muchas cosas. Existe la desinformación, existe el prejuicio. Y si tú te llevas a la televisión a a tíos de tres por tres que te dicen que son mujeres, pues la sociedad, siente empatía cero. Eso al final hace que la gente pues se vuelva en contra de una ley que ha sido tan luchada por el colectivo porque da respuesta a una necesidad. Una ley que facilita la vida, no solo a las personas trans, sino a los menores. Porque yo era consciente de quién era desde que tengo conciencia y he podido serlo gracias a mi familia. Pero yo he tenido que esperar a los 18 años para hormonarme y para llamarme Ángela. Y esos discursos de que “se les amputa”. No es una amputación. Para mí no fue una cirugía estética, para mí fue algo vital. ¿Por qué no llevan a la televisión los datos de que las mayores víctimas de suicidios en el mundo y de asesinatos son las personas trans?

Desde que nací hasta hoy no he parado de luchar ni de justificarme

Este sábado es la manifestación del Orgullo LGTBI en la que, por supuesto, el colectivo trans está también representado. Pero este viernes celebráis vuestro día y vuestra marcha particular. ¿Por qué es necesario que haya un día dedicado a las personas trans?

Es necesario porque ojalá no tuviéramos que luchar por tener los derechos que tiene el resto. Ojalá no hubiera que luchar contra la transfobia. Ojalá los índices de muertes de las personas trans fueran más bajitos. Ojalá yo no tuviera que leer todos los días en mis publicaciones 700 comentarios de que soy un hombre. Ojalá no viviera luchando, ojalá la lucha acabara porque desde que nací hasta hoy no he parado de luchar ni de justificarme. ¿Por qué hay que seguir explicando que es necesaria una Ley Trans y que soy una mujer?

Sinceramente creo que va a haber un momento en el que la sociedad se va a avergonzar de eso como nos avergonzamos de otros hechos históricos como la persecución a los judíos que promovieron los nazis. Hoy nos avergonzamos de esa parte de la historia y va a llegar un momento social en el que vamos a mirar atrás y nos vamos a avergonzar de ese momento. Y vamos a decir ¿de verdad se persiguió tanto a la gente por el simple hecho de amar y de querer existir?

Mar Cambrollé, histórica activista trans, me ha dicho que había que este día es para celebrar y reivindicar. ¿Qué vas a celebrar y reivindicar tú hoy?

Es verdad que el Orgullo se ha convertido en una fiesta, pero es una manifestación. Se trata de gritar que estamos aquí, que existimos aunque nos quieran negar la existencia y que somos personas y que queremos dejar de gritar. Pero es cierto que tenemos que celebrar otras muchas cosas como que ya no vamos a la cárcel –Carla Antonelli estuvo en prisión, no lo olvidemos–. Y ya podemos ser y podemos amar con libertad. A día de hoy, aunque estemos luchando, los menores trans están reconocidos, cuando yo era pequeña parecía que nacían con 18 años. Pero estamos en ese momento en el que todavía no podemos dejar de gritar.

Ángela Ponce lleva mucho tiempo gritando y a base de gritar ha conseguido esa aspiración que tenías de pequeña. ¿Con qué sueña Ángela hoy?

Es verdad que a nivel personal he conseguido mucho y hoy mis sueños llegan a ser más profesionales. El que más me ronda últimamente es sacar mi propio libro para que podáis conocer a la Ángela de 3 años, de 18 y de 30. Mucha gente cree que me conoce, pero conocen a la Ángela Ponce de Miss Universo, Y a mí me gustaría contar mis vivencias como justicia conmigo misma y para que el mundo conozca a Ángela. Porque esa mujer que ganó Miss Universo España llegó ahí gracia a una pequeña Ángela. Y quiero que sirva para muchas personas. Es decir, escribir mi historia a modo de manual de cómo yo lo logré. Creo que la diferencia de mi historia con respecto a otras es precisamente que a mí mis papás sí me apoyaron. Y quiero que las personas que conocen a Ángela conozcan a Ángela y cómo llegó a ser la Ángela Ponce que el mundo conoce.

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