El “basta ya” del flamenco: los músicos se rebelan contra la “arbitrariedad” de los Grammy en su especialidad

Alejandro Luque

Sevilla —

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El malestar lleva años haciéndose patente a través de conversaciones privadas y comentarios en redes, pero este año parece haberse colmado la paciencia de los afectados. Los premios Grammy Latinos, que poseen una categoría dedicada al flamenco, tienen por costumbre incluir entre sus nominaciones a artistas que poco o nada tienen que ver con el género. Que este año sea Sevilla la sede de entrega de la vigésimo cuarta edición de los galardones, tratándose de una de las capitales jondas por excelencia, ha provocado que la irritación de los profesionales sea doble.

No es la primera vez, desde luego, que cunden el desconcierto y el enfado cuando se hacen públicas las nominaciones de los Grammy Latinos en esta especialidad. Entre los seleccionados de este año solo figura un cantaor flamenco en sentido estricto: el toledano Israel Fernández, con su disco Pura Sangre. Los demás son la gaditana Niña Pastori con su disco Camino, considerada por la afición como flamenco pop; el bajista onubense Juanfe Pérez, habitual acompañante de La Tremendita, con su Prohibido el toque, donde fusiona múltiples estilos; el también onubense Diego Guerrero y Por la Tangente, afín a la música bailable de aires latinos aflamencados; y el madrileño Omar Montes, figura popular por participar en programas de televisión como Mujeres y hombres y viceversa, Gran Hermano VIP y Supervivientes, así como por su relación con Isa Pantoja, hija de Isabel Pantoja, que concurre con Quejíos de un Maleante.

Cabe recordar que los Grammy Latinos están organizados por la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación, que elige a los nominados a partir de las postulaciones que ellos mismos hacen, directamente o a través de sus sellos discográficos. Una de las quejas del sector tiene que ver precisamente con el estímulo que desde distintas entidades -por ejemplo, la Sociedad General de Autores de España- se ha hecho para que concurran muchos artistas de flamenco genuino, bajo el argumento de que si no lo hacían, se corría el riesgo de que la categoría se llenara de intrusos.

Campaña para postularse

En una carta a sus socios remitida el pasado mes de febrero, Juan Carmona, excomponente del grupo Ketama y actual coordinador de Flamenco de la Fundación SGAE, subrayaba que “es primordial que la música flamenca esté presente, a través de vuestro talento y de vuestros trabajos discográficos, en este certamen, uno de los más importantes de la industria musical internacional y el más relevante de la música en español”, y agregaba las instrucciones para inscribirse.

José Lucas Chaves, director territorial de Sgae para Andalucía, Ceuta y Melilla, aclara que “desde la Sgae no decidimos nada sobre los Grammy, ni siquiera participamos como entidad colaboradora u organizadora, como hacemos con los Goya o los Max”. Según Chaves, la decisión de animar a postularse para los premios de la Academia Latina surgió en 2019, cuando la categoría de flamenco quedó desierta por falta de candidaturas mínimas: “Hicimos una campaña entre nuestros socios con el objeto de que se mantuviera ese premio, y desde entonces hemos hecho recordatorios en la misma línea, pero hasta ahí llega nuestro cometido. No decidimos nada”.  

No obstante, el guitarrista Pedro María Peña, como miembro del grupo de trabajo de flamenco de la Sgae, firmaba recientemente un comunicado como presidente de la Asociación Cultural Flamenco Patrimonio de la Humanidad Siglo XXI en el que, tras conocer las nominaciones de este año, aseguraba que “si como profesional estos hechos ya me causan una enorme preocupación, en lo personal, con gran pesar, he de confesar que me siento engañado”, y llamaba a “hacer un frente común para evitar que se vuelvan a repetir desagravios de este tipo”.

Enfadados y tristes

Peña explica que el grupo de trabajo de flamenco de la Sgae, al analizar los criterios de la Academia Latina para la materia, encontró “de bruces con un vacío enorme de conocimientos y, para más inri, con la imposibilidad de eliminar la etiqueta de flamenco a ciertos productos que, sin entrar en pormenores, distan mucho de serlo”.

Así las cosas, se propuso la distinción de dos categorías, una de flamenco y otra de flamenco fusión, redactando dos breves definiciones, una para cada categoría. El grupo ofreció asimismo asesoramiento especializado y solicitó que la selección “no se dejara en manos de personas neófitas en la materia”, al tiempo que se instaba a la Sgae y a la AIE a reanudar la campaña de promoción. Todo parecía marchar de manera satisfactoria… hasta que se dieron a conocer las nominaciones.

“La indignación por la falta de consideración hacia el flamenco en general y hacia nuestro grupo de trabajo en particular, fue tan grande como dolorosa”, agrega Peña. “Como flamencos nos sentimos enfadados y tristes. Como profesionales comprometidos, nos sentimos, además, engañados”, dijo.

“Personalmente, le tengo, y sé que mis compañeros también, el más absoluto respeto a la libertad creativa”, concluye el guitarrista. “Pero lo que no es, no es”, opina.    

Premios devaluados

Junto a estas voces indignadas, en los últimos tiempos se detecta también entre los flamencos, como reacción natural, un desinterés hacia los Grammys Latinos. El guitarrista Dani de Morón, que fue nominado hace cinco años con su disco 21, lamenta que “los últimos ganadores han tirado los Grammys del flamenco a la basura. Recuerdo que cuando lo ganó Tomatito con su disco Paseo de los castaños, por ejemplo, el premio tenía un prestigio, pero también porque el músico traía una carrera impresionante. El último que tuvo repercusión fue Javier Limón cuando lo obtuvo por 20 aguas. Desde entonces no ha levantado cabeza, está muy devaluado. Si este año lo gana Israel, puede que vuelva a coger valor”.

El moronense, que renunció a postular su anterior trabajo Ver para creer por considerar que no era estrictamente flamenco, va más allá y asevera que, en algunos casos, “más que ayudar, ha pesado en algunas carreras. Recuerdo cuando lo ganó el proyecto de las Voces búlgaras, se hizo en directo una vez más y luego se hundió a partir del premio, se acabó. Se nos olvida a menudo que no es un premio a un artista, sino a un disco. Y que a veces es el artista el que hace grande el premio, y no al revés. Hemos creído que los Grammy eran la Champions League, y no lo son; ningún premio lo es”.  

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