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Al alcalde de Sevilla, José Luis Sanz (PP), siguen sin salirle los números para sacar adelante su primer presupuesto al frente del Ayuntamiento de Sevilla. Sin el apoyo a día de hoy de ninguno de los tres grupos de la oposición (PSOE, Vox y Podemos-IU), la única opción más viable –con todas las papeletas para la formación de ultraderecha– es un pacto de última hora, ya que la intención del gobierno local es fijar para mediados de febrero el pleno extraordinario en el que debería validarse. Unas cuentas que ascienden a 1.031 millones de euros sin contar los organismos autónomos, y que vienen reforzadas con el hecho de que a los bancos se les va a pedir más dinero que nunca.
Así queda plasmado en el borrador presupuestario, que recoge la solicitud de un crédito bancario de 60,88 millones de euros, cantidad que supone un incremento del 56,5% frente a los 38,8 millones solicitados en 2023. Eso, de paso, la convierte con diferencia en la cifra más elevada de los últimos tiempos. Los préstamos a largo que solicita el Consistorio hispalense han aumentado considerablemente desde la pandemia, pero los 61 millones para este 2024 se convertirán en el crédito más elevado de los últimos 15 años.
Con este dinero lo que se pretende es garantizar la financiación para inversiones municipales de este ejercicio, con la contraprestación de que aumentará la carga financiera municipal en 21,72 millones de euros. El gobierno local minimiza esta cifra con el argumento de que el endeudamiento “se mantiene en márgenes muy razonables”, ya que supone el 35,21% de los ingresos corrientes del Ayuntamiento del último ejercicio liquidado (año 2022) y el 31,90% de los ingresos consolidados. Este nivel de endeudamiento permite acudir a los bancos de manera autónoma y sin necesidad de autorización previa por parte de la Consejería de Economía y Hacienda.
El préstamo se prevé pactar con un plazo de diez años con uno de carencia, por lo que no se incluirán en el presupuesto para 2024 partidas para empezar a pagar su amortización. La previsión además es que no se podrá disponer del dinero hasta el último trimestre del año, lo que abunda en que el crédito empezará a pesar en las cuentas de 2025. Para el actual ejercicio, por ejemplo, se prevé una partida de 43,53 millones de euros para amortizar el dinero que le han prestado los bancos al Consistorio hispalense.
Este sustancial aumento del crédito que se va a solicitar, que supone 20 millones más que el año pasado, no implica según el gobierno local que se vaya a pedir en su totalidad. La idea es fragmentar la cantidad e ir solicitándola en función de las necesidades, pero poniendo el acento que “la situación financiera actual permite endeudarse”. Algo parecido hizo el anterior gobierno del PSOE, que ejecutó inicialmente del orden de 27 de los casi 39 millones inicialmente previstos, “pedir los otros 12 millones fue de lo primero que hizo el PP cuando llegó al gobierno en junio”, apunta la exdelegada de Hacienda, Sonia Gaya.
La concejal socialista aprovecha para recordar que de devolver un crédito de este volumen se tendrán que encargar sobre todo futuros gobiernos municipales, y de paso señala que una operación de este calibre es posible gracias a que en los ocho años de gestión del PSOE se ha reducido sensiblemente la deuda viva. De hecho, ascendía a 394 millones de euros en 2015, último año de gobierno de Juan Ignacio Zoido (PP) y primero de Juan Espadas (PSOE), y el último dato oficial (referente a 2022) la sitúa en 216 millones. Reflejo de ello es que Sanz no ha hecho mención a que le hayan dejado un Ayuntamiento arruinado y lleno de agujeros, como suele ser norma habitual cuando se produce un cambio de gobierno.
De todos modos, para que este préstamo bancario se materialice primero es necesario que Sanz apruebe su primer presupuesto como alcalde y lo dicho, la cosa no está nada clara a día de hoy. Por un trance parecido pasó Espadas en 2019, cuando no pudo sacar las cuentas adelante –algo que no es extraño teniendo en cuenta que gobernaba en minoría y era año de elecciones municipales– y tuvo que prorrogar las de 2018. Eso dio al traste con el crédito previsto de 26,3 millones, lo que suponía una reducción del 15,7% con respecto al del ejercicio anterior. Ahora, en cambio, el incremento es nada menos que del 56,5%.
¿La prórroga del presupuesto impediría entonces al PP pedir un préstamo? No, pero el camino para ello se le llenaría de espinas. Podría solicitar un crédito para inversiones, pero para ello tendría aprobarse en el pleno municipal (en el que los populares están en minoría frente a la oposición) una modificación presupuestaria en el estado de ingresos, para a continuación pasar por el mismo trámite para validar cada uno de los proyectos a los que se destinase este dinero. Eso sí, todo lo financiado con el préstamo de 2023 se puede seguir ejecutando. Eso no quita para que cada paso que se diese sería una agonía para el gobierno local, de ahí lo mucho que se juega con unas cuentas para las que ha pedido a PSOE y Vox su abstención en un intento de sacarlas adelante en cuestión de semanas.
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