Cita en Sevilla con las mujeres “más libres y cultas” del Siglo de Oro: las cómicas
El Siglo de Oro es uno de esos temas que suele “hacerse bola” cuando llega el momento de enseñarlo en la escuela. Pero aprender sobre el teatro barroco, el corral de comedias o “la gramática forjadora de imperios” puede llegar a divertir y entusiasmar a los jóvenes si se explica con música en directo y con altas dosis de humor, “que es la mejor forma de contar las cosas”.
Esa es precisamente la filosofía de la compañía malagueña La Líquida Teatro, que se ha encargado de abrir la séptima edición del ciclo #TEATReVES en el Teatro Alameda de Sevilla, que asume el “desafío” de acercar a la juventud a las artes escénicas. Así pues, gracias a la función Ellas de Oro, el alumnado de tercero de la ESO y de formación profesional del IES San Isidoro ha podido descubrir a personajes literarios como Laurencia de Fuenteovejuna, Gila de La serrana de la Vera o Diana de El perro del hortelano a través de la historia de “las mujeres más libres y cultas” de la época: las cómicas del Siglo de Oro.
Jerónima de Burgos, Micaela de Luján, María Inés Calderón “La Calderona”, María Perez “La Balteira”, María de Navas “La Milanesa”, Francisca Baltasara “La cómica del cielo”... son algunas de las actrices que se asoman al espectáculo encarnadas por el director de la compañía, el actor David García-Intriago, en su afán de rendir homenaje a aquellas mujeres “increíbles” que a lo largo de los años han permanecido “escondidas en la literatura, en el arte, en la cultura”.
El efecto de enseñar Lengua y Literatura “con gracia”
Además de poner nombre a las actrices que en el Siglo de Oro hablaban desde las tablas de los teatros por las que no podían hacerlo, Ellas de Oro lleva a la acción contenidos plasmados en los libros de texto, como la obra de Cervantes o Lope de Vega, las partes del corral de comedias (con mención especial a la cazuela) o la lengua del abanico (aquel código sutil de las que no podían hablar). Sin embargo, todos estos conocimientos vistos en el contexto del aula no siempre llegan a despertar el interés del alumnado, tal y como reconocen Rocío y Rosa, dos de las profesoras de Lengua Castellana y Literatura del instituto sevillano que ha participado en la primera jornada de 'Los jóvenes y el teatro' del Alameda.
“Esto sí es explicar la literatura con gracia y de forma que llega”, aplaude al término de la obra una de las docentes que se ha encargado de coordinar la actividad. Similar entusiasmo manifiestan los alumnos y alumnas que han tenido la oportunidad de asistir a la función escolar y participar en el coloquio posterior (tiempo dedicado a resolver dudas y a conocer mejor a los miembros de la compañía, al compartir alguna que otra anécdota y confesión).
Entre el público, Andrea acaba de vivir su primera experiencia en un teatro y pide la palabra para agradecer que le hayan enseñado “algo que no sabía”. Se refiere, según cuenta a SevillaelDiario.es a la salida del teatro, a que las mujeres lucharan ya a finales del siglo XVI en pro de la igualdad y de que se reconocieran sus derechos.
A Ainhoa, otra de las alumnas del San Isidoro, también le ha sorprendido gratamente la función. “No sabía que las mujeres habían luchado tanto en el Siglo de Oro”, confiesa haciendo alusión a uno de los episodios de la historia que se escenifican en la obra: la “inédita” protesta que en 1587 libraron Jusepa Vaca y otras 13 actrices de la época, después de que la Inquisición prohibiera la presencia de mujeres en las compañías teatrales. Finalmente, tras meses de movilizaciones, las actrices lograron hacer valer sus reivindicaciones y regresaron triunfantes a los escenarios.
El teatro, puerta de la reflexión
Llevar a escena este tipo de acontecimientos históricos, más allá de afianzar conocimientos teóricos, sirve para transmitir que “el teatro y la cultura nos hacen libres”, en palabras del director de La Líquida. “El arte cambia”, defiende en ese sentido el propio David García-Intriago, quien considera que “descubrir la historia desconocida de mujeres que en aquella época no lo tenían fácil y levantaron la voz ayuda a afianzarnos [hoy] en que esa voz viene de mucho atrás”.
Por eso, las profesoras de Lengua y Literatura celebran el potencial que encierran las artes escénicas para estimular al alumnado desde un punto de vista educativo, pero también social. “Aquí se ha hablado mucho más que de literatura”, apuntala Rosa para enumerar a continuación algunos de los valores que se han propagado desde el escenario, como “la necesidad de apasionarse y de formarse con ganas”, antes de concluir que lo presenciado durante esta jornada “es mucho más que teatro; es la vida”.
Por algo a ojos del director de la compañía “la gente llega dormida y en el teatro se despierta a través de la palabra y la música”. En esta ocasión, el encargado de crear la ambientación sonora que acompaña a la actuación ha sido el músico y compositor mexicano Santiago Vokram. De hecho, su papel en la función, así como la fuerza que desprende la misma a pesar de su aparente sencillez han sido uno de los aspectos que más han llamado la atención de los jóvenes. También destacan la espontaneidad e “improvisación” del protagonista, que rompe constantemente la cuarta pared para interpelar e integrar directamente al espectador en el propio desarrollo de la obra, conectando así con la filosofía del propio Teatro Alameda (“que los jóvenes participen y se sientan dentro”, en palabras del programador de este espacio escénico, Juan Villafruela).
Otro grupo de estudiantes muestra asombro ante la ausencia de presencia femenina en un espectáculo en el que las protagonistas son ellas (Ellas de Oro). “¿Y por qué no?”, contesta el autor, que reconoce haberse hecho la misma pregunta durante el “exhaustivo” proceso de investigación escénica, interpretativa y textual que precede a la puesta en escena final. “Si yo me dedico a contar historias, ¿por qué no voy a contar una historia que me parece interesante sobre mujeres a las que, además, admiro profundamente?”, reflexiona en voz alta David García-Intriago, para rematar su pensamiento esgrimiendo que incluso puede reportar “más valor” que sean tres hombres los que están detrás de una obra concebida para ensalzar a las mujeres.
En definitiva, en opinión de este asturiano afincado en Málaga con una dilatada trayectoria en arte dramático, el poder del teatro radica en su poder de “poner en marcha la maquinaria cultural”, y de hacerlo en sincronía con la educativa y la social. Eso es lo que persigue el Teatro Alameda al reeditar una temporada más este ciclo dedicado a la juventud, con una programación compuesta de 36 obras teatrales que abren la puerta a profundizar en temas sociales como el acoso, el consumo o la guerra. Para ello, introduce en su particular cazuela ingredientes como la comedia y una atractiva puesta en escena, capaces de potenciar el sabor de la educación “que rompe cadenas”, a través de “la inefable magia de la escena”.
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