Cynthia Veneno, ilustradora del Orgullo andaluz 2023: “Hay mucho miedo a representar otras realidades”
Cynthia Veneno (Sevilla, 1993) entiende la ilustración en el sentido etimológico de la palabra. Con su trazo incómodo pero certero —y la música siempre presente— alumbra, saca a la luz, ilumina aquellas realidades que llevan demasiado tiempo escondidas en un callejón. Como “ilustradora comprometida con las causas sociales” y “preocupada por los problemas” de su tiempo y de su gente, pone su talento al servicio de quienes no tienen voz para que puedan “sentir que existen”.
Por eso, asomarse a su obra puede resultar reconfortante o desconcertante, según la mirada, pues invita a confrontar con aquello que “nunca has visto o que nunca has querido ver”. Cuerpos no normativos, sexualidades en los márgenes del imaginario erótico hegemónico o escenas de la vida real que integran el entramado social, pero escapan del orden establecido. Todo ello late en sus creaciones y palpita en el cartel que ha diseñado para representar el Orgullo de Andalucía 2023, con el cometido de recoger los diferentes acordes que componen el colectivo LGTBI dentro de un mismo compás regido por las claves de la diversidad y la libertad.
Para quienes no te conozca, ¿quién es Cynthia Veneno?
Pues Cynthia Veneno es una ilustradora bastante preocupada por los problemas sociales y que intenta siempre dar voz sin quitar la voz a quienes tienen que hablar. Creo que intento estar lo más comprometida posible con las causas sociales, con contar las narrativas de mi entorno desde una primera persona y desde las personas de mis amigues que al final están ahí y no tienen ese privilegio muchas veces de tener voz y de ser un altavoz.
Partiendo de ese compromiso, ¿qué significa para ti firmar un cartel como es el que anuncia la festividad del Orgullo de Andalucía?
Para mí es un orgullo, nunca mejor dicho. Para mí ha sido muy importante tener ese reconocimiento de mi ciudad, de las asociaciones LGTB en específico que han pensado en mí, a pesar de que ya llevo un tiempo que estoy como tomándome mi carrera artística de otra manera y, aún así, han contactado conmigo y han querido que sea yo quien haga el cartel. Al final es un orgullo para mí poder representar a mi colectivo y en mi ciudad.
Además es un cartel lleno de símbolos y guiños, ¿nos ayudas a descifrarlos?
Sí, claro. Yo quería que se notase que era un cartel andaluz, porque al final es el orgullo de Andalucía y siento que tenemos una identidad muy fuerte y que recientemente, por suerte, se ha empezado a valorar. Eso, sobre todo con el cartel de Ana Jarén del año pasado, que era una pasada. Y ahora quería como ser súper consciente de reflejar también esa identidad de mi entorno en el cartel y que no fuera un cartel más, que podría ser el de Madrid o el de Castilla-La Mancha.
De ahí el guiño con los arcos mozárabes, con los detalles de los azulejos en las mangas de las dos protagonistas. También quería hacer guiños políticos como con la lavanda en honor al movimiento estadounidense de Lavender Menace, que fue un grupo de lesbianas radicales de los años 70 que protestaron a raíz de que el feminismo las echara de de los espacios feministas, como está pasando ahora mismo con las personas trans, que también quería meterle ese guiñito ahí, que creo que hace falta representarlos bastante. Y sí, por supuesto, también los guiños a Ocaña, como este año es el 75 aniversario, pues quería que también estuviera presente porque fue una persona que representó mucho por la cultura andaluza. Y su performance, todo su discurso totalmente libertario, anarquista... para mí es bastante referente la figura de Ocaña. No quería como darle el protagonismo total de la ilustración, pero sí quería hacer como esos guiños y creo que hacerlo en una carta de tarot era la mejor manera que me vino a la hora de incluirla en el cartel.
La representación del colectivo, las raíces andaluzas, la carga política…son temas que más allá de este cartel creado ex profeso para una fecha tan señalada en el calendario de la comunidad LGTBI, vertebran toda tu obra. ¿Es algo muy tuyo también no?
Sí, sí. Yo empecé a dibujar muy, muy joven. Y mis vivencias de precariedad, de la narrativa de mis amigas, de padres de amigos a los que les quitan la casa. La gente mayor que vive sola, que tiene que buscar en la basura porque las ayudas no le dan para vivir porque a lo mejor son mujeres que han estado trabajando toda su vida en casa, pero no se les ha reconocido ese trabajo de cuidados como un trabajo remunerado y ahora tienen una paga de 400 € con la que evidentemente no vives. Yo siempre he querido como representar esa diversidad y esos entornos a los que yo he estado.
Quería darle ese giro y representar todo tipo de cuerpos desde ese punto de vista de vas a ver algo que nunca has visto o que nunca has querido ver
¿Dirías entonces que tu arte es una forma de activismo?
Hay mucha gente que ha acuñado ese término de artivista, pero no me siento muy representada con ese término. Pero bueno, al final cada cual se representa con lo que quiere. Yo creo que más que hacer activismo, intento representar una realidad que mucha gente no sabe que está o no quiere ver que está. Hay mucha gente que vive rodeada de pobreza y que se piensa que por ganar 1.000 € es clase media y no es clase media. Lo siento pero no. Y al final todo el mundo tiene una abuela, todo el mundo tiene una amiga y mucha gente piensa que, por ejemplo, en cuanto al colectivo LGTB, que somos muy pocos, pero hay mucha más gente LGTB de la que pensamos y de la que la gente piensa. Y también he querido darle mucha importancia este año al colectivo intersexual, que ha coronado también la ilustración porque creo que es un colectivo súper invisibilizado y un tema del que no se habla. Todavía se les sigue llamando hermafrodita y eso es un término ya del medievo. Pero bueno, creo que soy activista por un lado y artista por otro, aunque al final se mezclan siempre.
¿Sientes que tus dibujos pueden resultar incómodos ante una mirada más normativa?
Sí, claro, por supuesto. He estado durante muchos años haciendo ilustraciones eróticas sin estar sexualizadas desde la mirada normativa cisheterosexual blanca, a partir de los hombres, ¿no? Quería darle ese giro y representar todo tipo de cuerpos que no son como los hegemónicos normativos. En general representaba mujeres lesbianas y disidencia, pero desde ese punto de vista de vas a ver algo que nunca has visto o que nunca has querido ver. Desde una persona que está en silla de ruedas o una persona que tiene psoriasis o que le falta un brazo o le han operado el pecho. Todo este tipo de cosas desde una normalización de esto es la vida real. Lo que pasa es que o no estás rodeado de gente que es así o no quieres ver que estás rodeado de gente así. Ese era mi objetivo principal.
¿Has tenido experiencias en las que haya despertado críticas?
En general la gente se porta bastante bien. Con este cartel, por ejemplo, no he recibido ninguna crítica. Pero con otras ilustraciones sí, siempre. Pero son casos muy aislados y suelen ser muy trolls, que se les llama. Es como “oh, has dibujado una mujer gorda”. Y yo, bueno, perdón por existir, ¿eh?
Entonces, igual que se dice que lo que no se nombra no existe, también lo que no se representa o no se ilustra...
Exactamente, no existe. Parece que hay mucho miedo a representar otras realidades porque al final nos han metido en una cajita y de esa cajita no salimos. Es como hombre o mujer y no hay nada en medio. O eres delgado o eres gordo, o si eres gordo no puedes comprar ropa en tiendas, solo puedes comprar ropa online o si eres súper delgado también te van a decir cosas por tu físico. A todos nos afecta algo. El tema es que hay gente que piensa que porque le afecta una cosa ya no le afectan las demás y al final todo es estructural e interseccional, todo nos atraviesa.
Me he quedado sin trabajo en asociaciones feministas por ser demasiado inclusiva
Tus dibujos, en cambio, exploran esa intimidad, esas otras realidades que no suelen estar representadas. Y aunque eso pueda incomodar a cierto público, denota libertad por parte del artista. ¿Te sientes libre creando?
Sí, sí. Al final yo creo que también es un privilegio poder hacer esto desde la perspectiva de una persona blanca que tiene seguidores, que tiene cierto tipo de discurso. Al final creo que, creo que sí, que me da ese cierto altavoz y para mí es un privilegio poder hacer eso, sin duda, pero intento tener como mucho cuidado con las cosas que represento porque no quiero quitar voz a quienes tienen que representarse por sí mismes [sic]. Por eso yo represento por lo general mi realidad y la que tengo a mi alrededor, pero no voy a quitarle a alguien la capacidad de representarse, para mí eso es como súper importante. Y es cierto que no todo el mundo sabe eso. Al principio yo no lo sabía y evidentemente siempre tienes un fallo, pero con el tiempo te vas educando, porque hay una parte importante de autoeducarse y de ver referentes y de leer a gente y de escuchar sobre todo.
Entonces, ¿has tenido que derribar algunos muros mentales hasta alcanzar ese estadio desde el que poder crear con libertad?
Siempre existe esa autocensura, ¿no? Al final estamos educados por lo que estamos educados. Venimos de una sociedad muy estructurada, muy capitalista, muy sota, caballo, rey. Y al final, salirte de ahí siempre es un señalamiento. Para algunas cosas está bien, pero para otras no tanto. De hecho, siempre me han dicho “no puedes dibujar ciertas cosas porque no te van a contratar”. Yo me he quedado sin trabajo en sitios artísticos porque mi discurso no casaba con ese espacio, como asociaciones feministas que me han dicho que soy demasiado alternativa, demasiado inclusiva, entonces no, vamos a dárselo a otra persona que no tiene un discurso como tan fuerte y tan público. Porque yo al final nunca me he escondido del discurso que tengo e intento incluir a todo el mundo. Y por suerte o por desgracia, hay gente que no piensa igual porque tiene que haber de todo en la viña del señor, que dice mi abuela. Así que. Pero claro, siempre hay algo de autocensura porque es difícil a veces intentar expresar ciertas cosas, porque al final también es un poco terapéutico incluir ciertas temáticas, ciertas realidades, cierta creatividad... también juega un punto bastante importante la parte de terapia.
Es muy importante verse representado para sentir que puedes existir
¿Dibujar ha sido terapéutico para ti?
Sin duda, sin duda. Sobre todo antes, porque ahora tengo un trabajo aparte del dibujo. Antes me levantaba por las mañanas y lo primero que hacía era ponerme a dibujar porque era mi trabajo. Ahora lo sigue siendo, pero desde otro punto de vista más relajado. Pero siempre me ha ayudado mucho como a traerme al presente, a activar esa parte lógica de mi cabeza del aquí y ahora.
¿Y en algún momento te ha servido para expresarte porque sentías que en tu entorno no podías hacerlo?
No tanto, realmente. La verdad es que mis padres en general siempre han sido bastante permisivos, excepto en hacerme piercings. Por lo demás, han sido abiertos dentro de su contexto y sus capacidades, porque al final ellos vienen de un pueblo de Extremadura y tienen su realidad aparte. Yo vivo en una ciudad grande, me he criado aquí y tengo amigos de toda clase y eso también les ha hecho a ellos abrir un poco más su mirada al mundo.
Muchas veces yo me he dedicado a ilustrar lo que otra persona ha dicho o que lo que otra persona quiere decir
¿Te ha llegado alguien que haya visto tus dibujos y te haya dicho “menos mal, me representas”?
Mucho, mucho. Sobre todo con la serie de ilustraciones Girls just wanna have fun que son un poco más eróticas. Como por ejemplo, representar a gente mayor con esa intimidad que no se representa tampoco o con los cuerpos no normativos. Viene mucha gente diciéndome: “Gracias porque es que no me veo en ningún sitio”. Es muy importante verse para sentir que puedes existir. Porque si no te representan en ningún sitio acabas pensando que eres la única persona que está así. Y no, para nada.
Es muy bonito cómo en los comentarios, la gente se empieza a comentar unas a otras y se apoyan. “Me siento así”, “pues a mí también me ha pasado esto”. Al final confluyen muchas opiniones y es muy enriquecedor.
¿Qué ha cambiado desde que Cyndi Lauper reivindicó la diversión de las mujeres en forma de canción en 1983?
Con una pandemia de por medio creo que han cambiado muchas cosas. Yo intentaba siempre representar esa diversidad, representar esos discursos, también educar a la gente en ciertas cosas, hablando de ciertos temas, porque no me limitaba solo a hacer una serie de dibujos eróticos, sino a hablar de la psoriasis a partir de mostrar a alguien que tiene psoriasis o a mostrar alguien en silla de ruedas y ahora le daba el discurso a alguien que tenía silla de ruedas y me decía qué quería que escribiera. Se trata de ser también altavoz. Muchas veces yo me he dedicado a ilustrar lo que otra persona ha dicho o que lo que otra persona quiere decir. Entonces bueno, yo creo que lo importante al final es intentar representar sin quitar voz al resto.
¿Hay alguna parcela en la que te gustaría adentrarte pero todavía no te has atrevido a retratar?
Yo creo que de lo que puedo hablar, lo he hecho casi todo. He tocado temas también peliagudos, pero dentro de lo que yo considero que puede ser mi discurso desde mi zona de privilegio, creo que he intentado ser bastante plural. Y bastante clara con mi discurso. En general no he tenido miedo nunca a decir que soy antifascista. Tengo muy claros los ideales que tengo.
Se está dando un giro a la derecha en todos los sentidos que es preocupante y me asusta
Ese Femmes Against Fascism, ¿se ha quedado corto?
Sí, por desgracia. La verdad es que en estos últimos años se ha visto cómo una corriente mucho más transmisógina ha tomado parte de los discursos feministas, que puedo entender que viene de un miedo a perder privilegios. Pero es que al final no se trata de perder privilegios, sino de que alguien tenga derechos humanos. Entonces es doloroso ver que ciertos sectores feministas más radicales (de raíz), repliquen discursos que replicaban, por ejemplo, con las mujeres lesbianas en los 70. De ahí el guiño a la bandera de Estados Unidos en el cartel. ¿Cómo como puede ser que las mismas personas que estaban sufriendo esa discriminación estén haciendo la misma discriminación ahora con otra gente? A mí me resulta muy triste y ver que ciertos discursos feministas están coqueteando con la ultraderecha es doloroso. Nunca se me olvidará cuando la presidenta del Partido Feminista dio una charla con Hazte Oír sobre la Ley Trans. Pensé, “¿cómo hemos llegado a esto? ¿En qué momento está tu discurso más cerca de la ultraderecha que de los discursos más alternativos, más abiertos, más de izquierdas?” Entonces creo que se está dando un giro a la derecha en todos los sentidos que es preocupante y me asusta un poco. Porque además, no solo es a nivel español, sino también Finlandia, Italia o Estados Unidos, no están en el mejor momento para los derechos LGTB. Por eso creo que tenemos que estar con los ojos bastante abiertos.
De hecho fue la reivindicación principal en la marcha del orgullo este año, alertar de que puede volver la "España en blanco y negro".
Sí, sí. Por eso es importante también que la gente que está fuera del colectivo también se posicione. A veces entramos en el discurso de como a mí no me afecta... O como a mí ya me atraviesa algo, ya lo demás no me atraviesa. Pero no, porque te va a caer a ti tarde o temprano. Empezarán por mí, pero tú vas el siguiente.
¿Qué colectivos dirías que son hoy en día los invisibles?
La gente racializada y las personas trans están completamente invisibilizadas. Cada vez que una persona trans levanta la voz molesta ya no solo a la ultraderecha, sino a las mismas feministas de ciertos sectores. Es como no hables, o es que me estás quitando espacios. Pero no, podemos convivir como hemos estado conviviendo siempre. Lo que pasa es que ahora se están viendo más y al final pasa, como ha pasado con el colectivo LGTB, que la gente dice no, es que en los 70 no había tanta gente LGTB, no, perdona, sí que la había. Lo que pasa es que no tenían el valor de salir porque es que eran otros tiempos, y ahora la gente está mucho más abierta y propensa a decir pues a lo mejor yo no quiero estar en esta cajita.
En el contexto de la cultura visual en la que consumismos imágenes como si estuviéramos engullendo comida rápida, ¿qué ingredientes tiene que tener una ilustración para invitar a detenerse a saborearla y reflexionar?
Primero el guiño a la música y segundo, siempre intento tener ese discurso, que no sea solo una ilustración bonita y ya está, sino que detrás hay un discurso artístico, detrás hay un discurso político, hay muchas más cosas. Alguien puede decir qué bonito el cartel del orgullo, pero si te pones a investigar qué hay detrás descubres que hay mucho más aquí. Pero claro, al final estamos tan acostumbrados a la inmediatez ahora mismo que la gente se piensa que los artistas somos Amazon cuando el tema de los envíos. Y no funciona así. Yo no soy una máquina. Lo mismo con la gestión de contenidos. Pero depender de las redes, de un algoritmo, no es una buena idea en general. Aunque todos hemos caído en eso. Yo antes subía ilustración casi todos los días porque pensaba que la cuenta tiene que estar activa y al final te sometes a una situación de autoexplotación muy hardcore, porque empiezas a dibujar por trabajo, no porque quieres dibujar. Eso te acaba quemando y necesitas parar, que es lo que me ha pasado a mí ahora.
Trabajar de la ilustración sin que todo tu sueldo dependa de la ilustración es una maravilla
Estoy en ese punto tomándomelo con más calma. Si subo algo a redes es porque realmente le he dedicado tiempo y me apetece compartirlo y tal, sin mirar los likes, de hecho que los he quitado. Y sí, estoy como dedicándole más tiempo. Trabajar de la ilustración sin que todo tu sueldo dependa de la ilustración es una maravilla porque no te sientes obligada a aceptar todos los trabajos por mediocres o mal pagados que estén. Eso también hace mucho daño al sector porque hay mucha gente que está empezando y a lo mejor te cobra un retrato por 10 €. Pero es que no se valora el trabajo de un ilustrador, no está nada valorado.
Después de esta conversación, creo que ya te conocemos un poco mejor. Queda saber cuál es el veneno de Cynthia.
Nunca me habían hecho esa pregunta... Mi veneno diría que es el autosabotaje. Sobre todo el síndrome del impostor es matador. Pero como bueno, diría que la paciencia. Y ser un poquito más indulgente conmigo misma y decirme “no tienes que hacerlo todo ahora, puedes con todo, pero no con todo a la vez”. Concederme esa paciencia a mí misma y a mi entorno y decir “vamos a respirar, vamos a ver qué podemos sacar de esto”.
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