La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

'Erase una vez la navidad' o cómo las fotografías consiguen hacernos viajar a la infancia

La Navidad es ese espacio de tiempo que discurre entre el sorteo de la Lotería Nacional y la mañana de Reyes; es ese hueco en el que se congelan imágenes que van a alimentar nuestra memoria para siempre. La Navidad es la cara de asombro de una niña al paso de Sus Majestades mágicas, el susto en los ojos cuando toca ver al paje real o los niños agachados recogiendo caramelos. Y son imágenes que prácticamente no cambian así pase un siglo entero.

“Las caras de los niños se repiten en 1920, en el 69 y hoy”, explica el fotógrafo Luis Serrano que ha comisariado la exposición 'Érase una vez la Navidad' junto al también fotógrafo Juan Carlos Cazalla. Esta muestra, que se puede visitar en la Sala Vanguardias de la Fundación Cajasol de Sevilla hasta el próximo 4 de enero, reúne 76 fotografías, 15 carteles del Ateneo, y 27 juguetes antiguos, que retratan Sevilla en Navidad desde 1901 hasta nuestros días. Y sí, constatan que hay cosas que no cambian.

“Diálogo entre generaciones”

Por la sala hay gente mayor, niños y no tan niños. Pero son los primeros los que más se emocionan. “Esta exposición abre un diálogo entre generaciones - dice Serrano- porque la Navidad crea sentimientos muy fuertes cuando eres pequeño, y los abuelos y abuelas están compartiendo con sus nietos e hijos recuerdos de su infancia”.

Una escolta motorizada de Gaspar en los años 20, una habitación llena de pavos vivos, Papá Noel (hemos dicho Papá Noel, exacto) visitando a los hijos de los guardia civiles de Sevilla en 1936, la calle Cuna iluminada y aún con circulación de coches en 1968, premiados de la Lotería de Ciudad Jardín en el año 63, Carmen Sevilla como la estrella de la ilusión en 1954, o una foto de grupo en la que aparece el último alcalde de la Segunda República, José González.

“Cada fotografía cuenta una historia”, asegura rotundo Serrano, que se ha encargado de solicitar y seleccionar las imágenes a la fototeca del Ayuntamiento y al Ateneo de Sevilla. Cada foto desata una emoción. Algunas personas incluso encuentran conocidos. Todos reconocen lugares. Y, desde luego, todos recuperan un poco o un mucho de su infancia. 

  Los juguetes, cedidos por el Museo de Artes y Costumbres de Sevilla, también contribuyen. Hasta el propio comisario echa hacia atrás la vista cuando mira el Cinexin y los Juegos Reunidos. “Con esto he jugado yo una barbaridad”. Un caballito con un palo de 1901 ostenta el título del juguete más antiguo de la sala. Y no faltan coches de bomberos, trenes, el Mecano o planchas “que queman; esto ahora sería impensable”, bromea Serrano. 

También hay muñecas. “¡Anda, la mariquita Pérez¡”, exclama una señora al entrar. En realidad es una muñeca de la figura de Cayetana de Alba del año 40, “pero yo a algunas mujeres no les digo nada, para no quitarles la ilusión”, explica una de las personas que cuida el recinto con una sonrisa.

La selección de la muestra se va acercando a la actualidad con imágenes en color de 1992, año más que señalado en la ciudad hispalense, o con la iluminación reciente de la Plaza San Francisco. En esta parte han contribuido fotógrafos como Rocío Fernández Ruz, Paco Cazalla, Manuel Olmedo, Antonio Pizarro, Tomás Díaz Japón o Raúl Doblado.

Hay muchos momentos pero, sin duda, la gran protagonista -con permiso de los niños- es la Cabalgata de Reyes, todo un acontecimiento en Sevilla desde hace décadas a la vista de la exposición. Reyes Magos con gafas, sin ellas, pintados, sin pintar, en camello, en parihuelas, la estrella de la ilusión, el gran visir...

  Para este capítulo, nadie mejor que el Ateneo de Sevilla, que aún actúa como guardián de la memoria de la cabalgata y ha cedido carteles de varias épocas. El anecdotario es inagotable. Pero Serrano recuerda especialmente una historia que le contó el presidente de la entidad, en la que, con la llegada de la Segunda República, se plantearon quitar el título de Reyes a Sus Majestades y llamarlos Magos de Oriente a secas. La cosa no prosperó en absoluto pero como curiosidad aún se recuerda. 

Dos niñas y un niño pegan la nariz a un escaparate. Se intuyen juguetes. Y la ilusión es máxima. “Esta foto es la Navidad”, dice categórico Serrano. Porque este año vuelve la Navidad, vuelven los Reyes Magos. Puede que esta vez sí, nos traigan lo que hemos pedido. Y seguro que lo que traen son nuevos recuerdos para alimentar la infancia que, en realidad, no queremos que termine.