El nuevo rector de la Universidad Pablo de Olavide será el catedrático de Derecho Civil, Francisco Oliva Blázquez, cuya candidatura se ha impuesto en las elecciones celebradas este jueves a la de su rival, el catedrático de Antropología Social, Esteban Ruiz Ballesteros. En unos comicios muy reñidos, cuyos resultados se han conocido cerca de la media noche, Oliva ha obtenido el 54,6% de los votos ponderados, con el 95% de las papeletas contabilizadas en un escrutinio donde el grupo C, que engloba a los estudiantes, inclinó la balanza a su favor debido al peso de sus votos aunque sólo votaron 7,44%. El colectivo más participativo ha sido el de los profesores con vinculación permanente, el grupo A, con el 84% de participación y, entre este colectivo, el ganador -por poco- fue Ruiz Ballesteros.
En los días precedentes a estas elecciones a Rector de la UPO ya se adivinaba lo ajustado de los apoyos de una y otra candidatura, según indicaron desde ambos equipos de campaña. Finalmente, el abrumador respaldo recibido por la candidatura de Oliva entre el colectivo de los estudiantes, cuyo cupo es del 25% en la ponderación del voto, ha sido definitivo. Siete de cada diez estudiantes dieron su apoyo al Catedrático de Derecho Civil.
El Consejo de Estudiantes, en el centro de la polémica
Este respaldo por parte de los estudiantes al candidato finalmente ganador estuvo precedido de cierta polémica protagonizada por el Consejo de Estudiantes de la UPO, el CEUPO. Un órgano de representación que ha sido criticado en redes y otros foros por falta de neutralidad en este proceso electoral. El CEUPO organizó un debate electoral a unos días de las elecciones entre ambos candidatos, y el cartel con el que ilustraron este evento ya suscitó alguna suspicacia entre algunos miembros de la comunidad universitaria por beneficiar, supuestamente, la imagen pública de Oliva frente a la de Ballesteros.
El comportamiento del CEUPO en este proceso ha cobrado protagonismo por lo que algunos han percibido como “juego sucio” hasta el mismo día de reflexión. El pasado miércoles, un día antes de las elecciones, en su cuenta de Twitter, este órgano de representación publicó un gráfico comparando las propuestas dirigidas al estudiantado de ambas candidaturas. Siguiendo el código cromático de un semáforo, la plataforma de Ruiz Ballesteros sale claramente perjudicada en cuanto a las iniciativas relacionadas con las demandas estudiantiles en su programa electoral.
El subdelegado del Consejo de Estudiantes, Francisco Márquez, desmintió este extremo en conversación con este periódico: “No supone una falta de neutralidad porque es información recogida en los programas. Ni siquiera se hace valoración, solo se hace una escala de si nuestras reivindicaciones se mencionan o no dentro del programa de los candidatos. Solo es información”.
Estas explicaciones no convencen a los partidarios de Ruiz Ballesteros, que consideran que el CEUPO ha estado con la otra candidatura “desde el minuto cero”. “Se posicionaron y estuvieron pidiendo el voto, y buscando alumnos debajo de las piedras, y se vio a alumnos llegar con las papeletas en la mano”, relatan. Esas mismas fuentes achacan esta estrategia a la empresa contratada por el equipo de Francisco Oliva para esta campaña.
Se trata de una consultora de comunicación política dirigida por un ex alumno de la UPO, y que en su día perteneció al Consejo de Estudiantes. “Es la misma que sacó a la rectora de la Universidad de Huelva, por el PAS y estudiantes”, comentan desde la plataforma de Ballesteros. El responsable de la compañía y portavoz de la candidatura ganadora en la UPO, Raúl Moreno, no quiso confirmar este extremo en conversación con este periódico: “No nos vamos a meter en ningún tipo de polémica sin sentido y estéril, creemos que no procede ni tiene pies ni cabeza”, declaró.
Moreno incide en que toda su campaña electoral ha cumplido los códigos deontológicos y lamenta que la candidatura perdedora “no se dé cuenta de la realidad abrumadora de que te ganen por 10 puntos”.
En las elecciones a rector o rectora, la Universidad Pablo de Olavide entrega 3.000 euros para los gastos inherentes a la campaña electoral. En el caso de la candidatura de Francisco Oliva, optó por externalizar esta función en una empresa especializada. La candidatura de Ruiz Ballesteros, no y esta función fue desarrollada por los miembros de la candidatura.
Una gestión marcada por el reto de la COVID19
Como ocurrió el pasado martes en la Universidad de Sevilla, el proceso electoral celebrado este jueves en la UPO debió haberse llevado a cabo el pasado mes de abril, pero el estado de alarma decretado en marzo por la COVID19 obligó a posponerlo hasta este mes de noviembre. Sin embargo, a pesar de los meses transcurridos, las amenazas que representa la pandemia siguen presentes en la gestión del día a día de una comunidad universitaria que engloba a 12.185 personas entre estudiantes (10.589); profesores con vinculación permanente a la UPO (474); docentes sin vinculación permanente (658); y personal de administración y servicios (464).
Esta circunstancia se refleja en los programas electorales con los que han concurrido ambos candidatos. Las medidas de confinamiento han obligado a redefinir la metodología de las clases, algo en lo que en su momento la UPO supo adaptarse sin grandes contratiempos el pasado mes de marzo. El tamaño y la tradición de esta universidad la situaban en una posición favorable para esta adaptación apresurada, según explicaron entonces a este periódico fuentes de su equipo docente. Ahora, y durante todo este curso, esta circunstancia atraviesa de raíz casi cualquier ámbito a la hora de hablar de la universidad.
En su programa de gobierno, Francisco Oliva ha puesto el énfasis en “la innovación, la cogobernanza y la transformación de la UPO proactiva en el desarrollo social”, según señalan desde su equipo de campaña. Otro eje de su proyecto pasa por desburocratizar la actividad investigadora que actualmente, aseguran, lleva a la parálisis. La consolidación y promoción de la plantilla del profesorado y del personal de administración y servicios son también dos metas prometidas por Oliva. En la actualidad, en la UPO el número de profesores con vinculación permanente es inferior al de profesores no permanentes.
Pugna por los fondos europeos para la transformación digital
Otra gran apuesta es la transformación digital de la Universidad, algo para lo que ya cuenta con “buenos mimbres”, describen desde su equipo de comunicación. Si bien, advierten: “no hay que conformarse con esa situación de ventaja, es necesario hacer bien los deberes para liderar la candidatura a recibir los fondos europeos que se van a destinar a ese fin. Tenemos que presentar proyectos de excelencia y sostenibles”, insisten.
En cuanto a la oferta académica, el nuevo rector quiere apostar la singularización de los títulos de la UPO, con grados abiertos que a través de itinerarios cruzados permitan conectar titulaciones entre sí y modular la formación, procurando una mayor especialización.
La Universidad Pablo de Olavide nació hace 23 años con una singularidad: la oferta de unos títulos que no existían en ese momento, con un modelo docente innovador y un sistema de investigación igualmente moderno para entonces. Renovar el sentimiento de orgullo de pertenencia a esta universidad es algo que ambas candidaturas recogían entre sus objetivos, así como recuperar la perspectiva social de la UPO.