“Hemos sido universitarios” nos cuenta con ilusión Quino. Él, junto a otros 16 jóvenes con discapacidad intelectual, han participado desde el pasado octubre en un curso de formación para el empleo impulsado por la Universidad de Sevilla, a través del Servicio de Asistencia a la Comunidad Universitaria, la Fundación ONCE y el Fondo Social Europeo en el programa “Unidiversidad”.
Una experiencia que para alumnos como Quino ha significado mucho: “Al principio no quería, mi madre me apuntó sin yo saberlo. Pero hoy me alegro mucho de haber participado”. No oculta su desconfianza después de malas experiencias: “Creía que iba a ser lo típico, tenernos entretenidos y poco más. Pero aquí realmente nos escucharon”. Y se ha sentido “un universitario como cualquier otro”. El programa, destinado a jóvenes de entre 18 y 30 años con más de un 33% de discapacidad intelectual, contó con su propio período de prácticas en empresas. “Estudiaron cada uno de nuestros perfiles y nos encontraron un sitio donde hacer las prácticas. Les dije que me gustaba trabajar con personas discapacitadas y ellos me consiguieron un sitio en la asociación SETA”. Trabajar en un centro de estas características le animó mucho, y asegura que ha sido “como cualquier otro trabajador”.
“Realmente la inclusión es posible y la estamos haciendo nosotros”, afirma Cristina Sousa, una de las tutoras que ha acompañado a los alumnos. El equipo docente ha afrontado este curso como un proyecto con el que alcanzar una “inclusión real”. Los tutores trabajaban de manera individualizada con los alumnos, ayudándoles a alcanzar el verdadero potencial de cada uno. “Hemos conseguido que estén completamente integrados en el ambiente universitario”.
17 universitarios más
El programa no escatimó en actividades para que los alumnos lograran una experiencia completa. En la Facultad de Educación, donde tuvieron lugar las clases, el aprendizaje del alumnado se basaba en eventos. De hecho, el lema de esta edición, la séptima, es “96 días, 96 experiencias”. Todas las actividades que realizaron los alumnos fueron subidas a su cuenta de Instagram.
Quino relata, entre otras cosas, cómo fue vivir la experiencia de un proyecto de investigación. El proyecto, en colaboración con la Universitat Jaume I de Valencia y la Ramón Llul de Barcelona, puso en contacto a los jóvenes de las diferentes universidades que participan en el programa para elaborar una investigación. “Lo hicimos todo nosotros solos, todos a una”, aclara orgulloso Quino. “Los tutores tenían voto también, pero los alumnos éramos la mayoría y decidíamos entre todos”.
La autonomía y la cooperación jugaron un papel fundamental en las clases, que también se expandían más allá del aula con una Feria de la Inclusión y clases “inclusivas”. Estas últimas daban la oportunidad a los jóvenes del programa de tomar parte en clases convencionales de los grados de Educación Infantil, Educación Primaria y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte que se imparten en la misma facultad. Además, las entidades colaboradoras impartían clases cada semana. En esta edición, también han contado con la colaboración de entidades locales como la Policía Local de Sevilla.
“Invito a todas las personas discapacitadas que puedan a que se apunten”, quiso apuntar Quino. El joven, diagnosticado con autismo y participante en otros programas parecidos como los de Autismo Sevilla, confiesa que lo que le apasionaría es hacer cine. “Estoy en varios proyectos de personas discapacitadas y cine, y participo en voluntariados por toda España”. Quino no parece estar dispuesto a estarse quieto, y valora la formación para el empleo que les han dado los tutores: “Nos ayudaron a redactar currículums para las empresas y nos aconsejaron cómo podríamos encontrar trabajo”. El programa contribuye al reconocimiento de las personas con discapacidad como ciudadanos de pleno derecho, e historias como las de Quino ponen de relieve el papel de la Universidad en aras de este objetivo.