Heridas, autoestima, sororidad: tres relatos claman contra la violencia machista desde la Universidad de Sevilla

Javier Ramajo

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Han querido, a través de relatos cortos, concienciar contra la violencia machista a su manera, de una manera creativa. Dos jóvenes estudiantes y una trabajadora del Personal de Administración y Servicios de la Universidad de Sevilla han expresado de distinta forma una llamada la atención este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Y lo han hecho tocando diversos conceptos e ideas importantes en torno a este problema social. “Las heridas de una violencia carente de sentido”, la autoestima “robada” y la sororidad (“unidas venceremos”, pero sin olvidar a los hombres) son algunas de las frases o palabras que han utilizado en sus textos breves y que la Hispalense ha querido destacar con su lectura pública este viernes previo a la conmemoración de la lucha contra las violencias machistas.

Sus autoras comentan a SevillaelDiario.es qué les llevó a presentar su relato. Ana Molina, de 20 años y que estudia el tercer curso de Biomedicina, explica que su madre es historiadora del arte y que por eso incluyó en su 'Retrato' la “mirada muda” de una mujer en un cuadro. En aquella sala de exposiciones, un “público cómplice que no entendía de arte” observaba la pintura. “Ninguno de los visitantes decía nada”, pero “me aproximé al retrato y apunté una firma de letras reemplazadas por tres números: 016”, el teléfono de atención a las víctimas de violencia de género.

La estudiante explica que ha sido “una forma de concienciar de este problema, que no es un invento de la sociedad”. Una manera de “visibilizarlo” y de, además, “dar voz a las que ya no están”, encarnadas en esa mujer retratada “que ocultaba tras el cabello las heridas de una violencia carente de sentido”. “El arte también es una forma de transmitir cualquier mensaje”, comenta la joven.

La violencia “cotidiana”

“Cuando estaban bien era un cielo. La autoestima que le robaba se la devolvía a modo de retroalimentación y esa dinámica le generaba cierto enganche. Gritos, humillaciones, insultos, chantajes y lo más duro, abusos en los que él insistía”. El relato de Marina Castillo, también de 20 años y que cursa 3º de Derecho, aborda el daño a la autoconfianza en las víctimas de violencias machistas. El más largo de los relatos premiados ahonda en la sensación de culpa de una mujer ante “un pobre ángel indefenso que no sabía entender sus emociones”. “La primera vez que le gritó, ella contestó rabiosa. Fue tan contundente que, tras analizarlo en frío, vino el remordimiento. Sería ella la mala en la historia, la histérica sentimental que no conocía el autocontrol”, se pregunta la víctima en el relato.

Su autora explica que intentó “transmitir una violencia cotidiana” y que quiso “profundizar en las causas que perpetúan esa violencia” en la que “se trata de culpabilizar a la víctima y no al agresor”. También comenta que ha pretendido “romper la imagen estereotipada de cómo es una víctima de violencia de género”, titulando su escrito 'Lo que esconden las mujeres fuertes'. “Al principio confiaba en su criterio, pero ese foco constante que desviaba la responsabilidad de los actos de él la hicieron dudar”, dice el relato de Marina Castillo.

Más optimista es el tercero de los relatos seleccionados para su lectura este viernes en la Puerta del Rectorado de la Universidad de Sevilla. Su autora se llama Eva Braojos, tiene 52 años y trabaja como Personal de Administración y Servicios (PAS) de la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología. Como parte de la 'Red de Referentes para la Convivencia y el Buentrato en la Universidad de Sevilla', afirma estar “sensibilizada” con el movimiento de prevención y vio en la convocatoria del concurso “una oportunidad para expresar de manera creativa el apoyo a las víctimas”.

“No es una lucha de sexos”

La empleada de la US, en su relato 'Soy tú', ha querido hacer partícipes a los hombres desde un punto de vista de su implicación en esta lucha (“unidas, unidos, somos uno”), apelando en todo caso a la sororidad de las mujeres y animando a la denuncia, con un mensaje final: “Iguales, en paz, ni más ni menos”. Explica que “es una vergüenza” que se tenga que seguir conmemorando el 25N y que “no es una lucha de sexos”, sino que tiene que ser “de toda la sociedad”, apostando en su relato por “la empatía y la unidad”.

Los relatos han sido elegidos de entre los presentados en el concurso 'Exprésate por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres', organizado la Delegación del CADUS (Consejo de Alumnos de la Universidad de Sevilla) en colaboración con la Unidad para la Igualdad del Vicerrectorado de Servicios Sociales, Campus Saludable, Igualdad y Cooperación.

El objetivo ha sido promover la reflexión sobre la violencia contra las mujeres mediante la participación directa de toda la comunidad universitaria y muy especialmente del estudiantado. Los relatos seleccionados formarán parte de la campaña de sensibilización que la Universidad de Sevilla difundirá el 25N, previéndose un cartel con los relatos elegidos, a los que se les da esta tarde lectura pública en la Puerta del rectorado de la Universidad de Sevilla, junto al manifiesto que se elabora por parte de las universidades españolas con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

Los tres relatos seleccionados

'Retrato', por Ana Molina (20 años, 3º de Biomedicina)

Ahí estaba. Ocupando el centro de aquella sala de exposiciones. Había llegado hace poco y aún necesitaba adaptarse a las costumbres del nuevo lugar. Era un cuadro de grandes dimensiones, oscuro, abrazado por un marco sobrio y amaderado que amainaba los estragos del tiempo en sus aristadas esquinas.

Se trataba del retrato de una mujer con tez pálida y ojos color caramelo. Tan sólo se podía apreciar su rostro en primer plano con una mirada muda, perdida en el silencio. Llevaba unos pendientes dorados, cabello suelto y un jersey morado que cubría su delgado cuello. Me quedé varios minutos observándola, analizando cada pincelada y tratando de explicar el maremágnum de sentimientos que se agolpaban.

Ninguno de los visitantes decía nada. El retrato de una mujer que ocultaba tras el cabello, las heridas de una violencia carente de sentido. Que escondía en su sonrisa, palabras de auxilio. Que se armó de valor y retrató su realidad en boca de miles de mujeres que no quisieron hacer ruido. Y todo esto ante la ciega mirada de un público cómplice que “no entendía de arte”. Me aproximé al retrato y apunté una firma de letras remplazadas por tres números; 0-1-6.

'Lo que esconden las mujeres fuertes', por Marina Castillo (20 años, 3º de Derecho)

Sandra y Carlos. Una chica muy resiliente y arrolladora y un tipo sociable y cercano. Cuando se emparejaron, Sandra veía a un pobre ángel indefenso que no sabía entender sus emociones. A veces él se enfriaba. Cuando saturaba estallaba de forma algo brusca, aunque después siempre una disculpa y una explicación. La primera vez que le gritó, ella contestó rabiosa. Fue tan contundente que tras analizarlo en frío vino el remordimiento. Sería ella la mala en la historia, la histérica sentimental que no conocía el autocontrol. Conseguía que cada reacción a sus faltas de respeto la hiciera sentir más y más culpable. Al principio confiaba en su criterio, pero ese foco constante que desviaba la responsabilidad de los actos de él la hicieron dudar. Quizá fue dura. Empezó a sentirse demasiado ansiosa como para exponer lo que sucedía y comenzó a aislarse. Cuando estaban bien era un cielo. La autoestima que le robaba se la devolvía a modo de retroalimentación y esa dinámica le generaba cierto enganche. Gritos, humillaciones, insultos, chantajes y lo más duro, abusos en los que él insistía y con una sonrisa en los labios la manoseaba ignorando su negativa que acababan en más

'Soy tú', por Eva Braojos (52 años, PAS)

Soy tú, Soy ella, Somos nosotras.

Silencio, No más silencio, denuncia.

Sororidad, unidas, venceremos.

Unidas, unidos, somos uno.

Iguales, en paz, ni más ni menos.