El día a día de la gestión cultural es a menudo tan frenético que apenas deja tiempo o energías para pensar en la próxima temporada. Sin embargo, pensar en el futuro, imaginarlo o incluso soñarlo, parece necesario para que la inercia no lo devore todo. Esa parece ser una de las motivaciones de Teatros del Futuro, un proyecto incluido en el programa cultural de la Presidencia Española de la Unión Europea que se ha venido desarrollando en los últimos meses y que ha culminado esta noche en el Teatro Central de Sevilla.
Los responsables de esta iniciativa lo enmarcan en el campo de la “especulación fabulada sobre futuros posibles para y desde los teatros”, y como continuación del proyecto Borradores del Futuro, en el que más de diez fábulas imaginan, desde 2018, “la expansión de alternativas en múltiples ámbitos de la vida”.
En esta ocasión, cinco artistas-escritores fueron invitados a fabular sobre cinco proyectos inspiradores y vinculados a las artes vivas y dentro del territorio estatal: Teatro L'Artesà de L`Hospitalet de Llobregat, Azkuna Zentroa de Bilbao, Tenerife Lav, Teatro Calderón de Valladolid y el citado Central de la capital hispalense. Estos espacios han sido visitados cada uno por un artista-escritor o artista-escritora, siendo los escogidos para la ocasión Cristina Balboa, Vito Gil, Marcelo Expósito, Isaac Rosa y Jara Rocha.
Replicar prácticas
En su saludo al público, Maral Kekejian, Consejera Técnica Cultural de la Oficina de Coordinación para la Presidencia Española de la UE, ha recordado que “de jovencita cogía el tren para venir a Sevilla a ver cosas en el Teatro Central que no podía ver en Madrid”, y ha elogiado al director del coliseo, Manuel Llanes, como “uno de los grandes referentes a nivel nacional y europeo de modelo de programación y apoyo a la internacionalización”, al tiempo que explicaba el espíritu de este proyecto: “Las ficciones son los lugares desde los que es más fácil llegar al acuerdo. Nos ayuda a pensar cómo seguir adelante, preguntarnos cuál es nuestro futuro, el de Europa, qué futuro queremos”.
Por su parte, Natalia Balseiro, comisaria junto a Caterina Varela del proyecto, ha manifestado también su aprecio a Llanes y al Central como referente, y defendido una iniciativa “inclusiva, transversal, poliédrica y descentralizada, una bonita aventura que estamos felices de haber vivido”, ha dicho. “No queremos decir que los textos resultantes del proyecto sean perfectos, pero nos parecía que era interesante mirar y preguntar qué pasaría si determinadas prácticas que se dan en algunos lugares se expandieran en el tiempo y en el territorio. Por ejemplo, que desde hace 30 años hubiera muchos Teatros Central por toda España. ¿Cómo seríamos capaces de cambiar el mundo? ¿Y Europa? ¿Y qué prácticas son las que vale la pena replicar?”, se ha preguntado.
Antes de reunir en un coloquio a todas las plumas involucradas en el proyecto, tuvieron unos minutos de conversación el propio Manuel Llanes con el creador Marcelo Expósito, a quien se adjudicó imaginar el futuro del Teatro Central, ambos moderados por Idoia Zabaleta, coreógrafa y gobernanta de Azala. En su fantasía, Expósito proponía, bajo el rubro La escena donde volver a cohabitar, una suerte de “excavación” frente al afán de “erección” de espacios culturales de antaño.
Decrecimiento en la producción cultural
“En el 92, cuando se funda el Central, culmina una determinada manera instrumental de entender la cultura desde la política, con grandes espacios, grandes eventos…”, ha explicado Expósito. “Mi propuesta va hacia abajo para remover capas, problemáticas. Hay instituciones, como el Central, que surgieron en ese proceso de erección, pero en su desarrollo ponían el acento en la cultura como herramienta de democratización. En este momento, que no es de crisis sucesivas, sino una gran crisis permanente y sistémica, la cuestión sería plantear un poco de decrecimiento en el ámbito de la producción cultural”.
A continuación, los compañeros de Expósito leyeron fragmentos de sus fabulaciones. Así, Jara Rocha, imaginando el Lav de Tenerife, escribe que “la comunidad de Artistas en Co-Crianza (AeCC), auto-convocada en torno al LAV de Tenerife, elaboró en sus primeras jornadas de lucha organizada un código de desactivación de artilugios dañinos para la salud comunitaria. Ese proceso de ingeniería inversa afectó a artefactualidades tan naturalizadas como el cronómetro (fundamental para la navegación por sincronización de las trayectorias de las naves con los meridianos), el calendario (dispositivo de sistematización y asimilación del tiempo productivista y de eclipsado de sensibilidades singulares), la huella hipercomputacional basada en el reloj digital (puerta de atrás para los más sofisticados sistemas de vigilancia comercial y gubernamental en los tiempos de las luchas Macaronesas) y los megaanums (resultado de la cuantificación geológica cómplice con la industria fósil)”.
Cris Balboa, en el Calderón de Valladolid, viaja al año 2050 para imaginarse “esperando el MAGLEV, el tren de levitación magnética para ir a Valladolid, donde me han pedido que participe en la curaduría del Circuito AFECTOS del próximo semestre, con las mejores espectadoras de La República española. AFECTOS es una red nómada de convivencia y visibilidad artística continental, e incluso transoceánica, que había surgido cuando se eliminaron las Redes nacionales como el INAEM, que dedicaban más a la gestión de sus estructuras que a los movimientos creativos transformadores, que históricamente sucedían en los márgenes”.
Simuladores de vuelo
Isaac Rosa, quien visitó el Azkuna Zentroa de Bilbao, recordó que cuando le ofrecieron participar en este programa le pareció “una iniciativa tan irresistible como endiablada”, que desde luego aceptó integrar. En su texto, el teatro es considerado un “simulador de vuelo, que es lo que para mí es el teatro”, y que le inspira este fragmento ficción: “El funcionamiento sería desde el principio algo sencillo, natural, no necesitaba una explicación previa. Sigue siendo así hoy: acudes a un simulador y raramente está vacío, casi siempre hay alguien ya dentro. Entonces te unes a su vuelo, prestas tu cuerpo y tu voz para recrear una propuesta ya en marcha, íntima o colectiva, la representación de una escena hablada o puro movimiento corporal, bien definida o solo tentativa; tú participas en la de otros para que luego esos otros sean también parte de la tuya si los necesitas”.
Por último, Vito Gil-Delgado, quien se centró en el teatro L’Artesà del Prat de Llobregat, ha recordado que “no sé nada del teatro y mucho menos del futuro. Pero si no lo sé, pregunto”. Y la respuesta que obtuvo ha dado como resultado un texto complejo, que incluye una carta astral, un texto dramático, un polílogo… “Consulté a una pitonisa y a las personas del teatro, y para ellas el futuro del teatro se ve de dos maneras: una super sofisticada, con metacrilato, cosas que se mueven, una experiencia 360… Y otra que tiene que ver con el calentamiento y la crisis, y que hablaba de un decrecimiento”.