La seriedad de José Luis Sanz. Sobre esa cuestión ha pivotado buena parte del debate social y político local desde que el futuro alcalde de Sevilla echó a andar como aspirante a la Alcaldía, hace año y medio largo. En su equipo reconocen que la cosa preocupó al principio, temerosos de que el sambenito le hiciera mella electoral, pero al final optaron por no quemar naves en esta batalla: si lo peor que se puede decir del candidato del PP es que es un tipo muy serio, tampoco es que sea para rasgarse las vestiduras. De hecho, se tiraba de antecedentes para recordar que Sevilla ha tenido regidores a los que persiguió la misma fama, como Manuel del Valle (PSOE) o Soledad Becerril (PP).
Pero la cuestión estaba ahí, tanto que hasta el mismísimo presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, entró al trapo. “A mí es que me dicen que José Luis es muy serio, y al que me lo dice le pregunto si se lo va a llevar a casa para que le cuente chistes”, rompía una lanza por su candidato, subrayando que lo que pasa es que “se toma en serio su trabajo y los problemas de los ciudadanos”. “Lo del cartelito de serio no es que me moleste, pero la verdad es que me sorprende porque no lo soy”, se ha llegado a defender el futuro regidor sevillano, que no obstante hace un año largo reconocía en un vídeo personal de presentación que “puedo parecer un tipo serio, y lo soy”. Eso sí, intentó romper esa imagen animándose a contar un chispe en precampaña.
Lo cierto es que el serio ahora tiene que estar riéndose de todo, que digan lo que quieran mientras lleguen triunfos como el de este domingo, con el que además el PP salda la deuda interna que tenía con él: le debía una sonrisa después de que se la dejase helada cuando, en 2014, una maniobra de ultimísima hora le apartó de la presidencia del PP andaluz que le servía en bandeja el por entonces pujante Juan Ignacio Zoido. María Dolores de Cospedal (secretaria general del partido) apostó por él, pero Soraya Sáenz de Santamaría (vicepresidenta del Gobierno) defendió la candidatura de un poco conocido malagueño por el que al final también se inclinó el dedo de Mariano Rajoy, que era el que decidía. Aquella carrera la ganó Juan Manuel Moreno. “Todo parecía indicar que era yo el elegido, y de repente no lo era, lo único que dije en su momento fue que me lo podrían haber dicho antes”, ha rememorado después.
Aquello, encima, coincidió con dos procesos judiciales por pagos irregulares en el Ayuntamiento de Tomares, municipio del que era alcalde desde 2007, con lo que no fueron pocos los que dieron por amortizada su carrera política. Senador también desde 2011, respondió revalidando la mayoría absoluta como regidor en 2015 y 2019, hasta que en 2021 fue el aspirante elegido para intentar desbancar al PSOE Sevilla en medio de otra tormenta. ¿El motivo? Que su candidatura fue una apuesta de la dirección provincial del partido, por entonces en muy buena sintonía con Pablo Casado y Teodoro García Egea en Madrid, todo ello en plena pugna entre las ejecutivas nacional y regional del partido por el control orgánico de las provincias, una indisimulada guerra interna que incluyó plantón de Moreno a García Egea. Sanz sobrevivió a la caída de Casado y se mantuvo como candidato, pese a que no era una opción directa de Juan Manuel Moreno, que acabó avalándolo dando un paseo por el centro de Sevilla y tomándose después una cerveza.
Un arenista de pro
Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Sevilla, José Luis Sanz (Sevilla, 1968) es hijo político de Javier Arenas, como todos los de su quinta. “Todos lo hemos sido”, admite para glosar la figura de “uno de los mejores políticos que ha dado Andalucía”, con el que trabajó mano a mano (en 1995 pasó a ser su coordinador de Presidencia) y que destila una pasión política que “te engancha”. Se afilió al partido en 1990, arrastrado por su amigo José María Pareja para que se implicase “un poquito”. Aquello fue poco antes del congreso de la refundación del partido, aquel en el que Manuel Fraga rompió la carta de dimisión que le había mandado José María Aznar por si acaso. “Me empecé a implicar hasta que me pasé de implicación”.
En el PP andaluz ha sido casi de todo... menos presidente, como ya queda dicho. Entre sus cargos se cuentan los de presidente provincial (2007-2011) y, en el ámbito regional, los de secretario general de Nuevas Generaciones de Andalucía, secretario de Formación, vicesecretario de Organización y secretario general del partido, época en la que tuvo mando en plaza y mucho poder orgánico con las bendiciones de Zoido. Primero fue de Arenas, luego de Zoido y ahora de Juan Manuel Moreno, hasta el punto de que en campaña se ha presentado no pocas veces como “el candidato de Juanma Moreno en Sevilla”.
Contar hasta diez
En 2007 forjó un pacto con el PA para aterrizar en la Alcaldía de Tomares, hasta entonces plaza del PSOE en el Aljarafe sevillano, y desde 2011 encadenó mayorías absolutas. Puestos a elegir, apunta que lo suyo es la política municipal, por aquello de que le aporta contacto con la gente y de que un alcalde es el que tiene más capacidad para resolver los problemas de los vecinos. Señala que su principal virtud es la capacidad de trabajo, que deriva en defecto por un exceso de perfeccionismo, y se considera con una sangre fría –“he aprendido a contar hasta diez”– que le lleva a tragarse según qué cosas para que la cuestión no pase a mayores. A su mujer la conoció en la facultad (“yo estaba terminando y ella empezando, después coincidimos en Nuevas Generaciones”), su momento de mayor satisfacción personal fue el nacimiento de sus dos hijos, y de la política (“que lo absorbe todo”) lo que peor lleva es que es “a costa de la familia”.
Se apunta al trabajo en equipo, pero siempre y cuando primero haya interiorizado de qué va la cuestión, porque va regular de memoria, “no tengo retentiva ni para los chistes”. Cree que una de las claves en su trabajo es saber medir los tiempos políticos y no se ve retrasando la jubilación ad infinitum como su compañero de filas Francisco de la Torre, alcalde de Málaga. Sevillista pero no antibético (lo cual resulta sospechoso, él lo justifica con que nunca escuchó ni a su padre ni a su abuelo una mala palabra contra el Betis), escoge como su ídolo deportivo a Andrés Palop, lo que no deja de sorprender teniendo en cuenta que era guardameta, probablemente porque su progenitor fue portero en el Sevilla.
Al nacer, un abuelo le hizo hermano de San Isidoro y otro de la Candelaria, dos hermandades de la zona de la Alfalfa. Es más de Semana Santa que de Feria, fiesta no obstante que vive “intensamente”, y su día preferido es el Viernes Santo. En música tira de los ochenta y los noventa, con menciones especiales para Mecano, Loquillo y Alejandro Sanz, en el coche se enchufa Los 40 Classic o Kiss FM y como canción señala al My way de Frank Sinatra. A la hora de leer, lo que le gusta es embarcarse en historias de ambiente romano (se autodefine como “un friki de Roma”), con predilección por la época de Trajano. Y asegura que no tiene mala mano con la paella, de hecho en la campaña se marcó una en pleno Polígono Sur, una de las imágenes curiosas que dejó en esos días junto al banco en el que sentaba a los vecinos y al patinete que sorteó para ganar seguidores en TikTok, una versión minimalista y ajustada a los tiempos de aquel teleférico entre Tomares y Sevilla. Nunca se hizo, y el invento lo único que elevó fue su carrera política tomareña.
Pese a la imagen impertérrita que muchas veces transmite, confiesa que cuando jugaba al ajedrez tenía un estilo “agresivo”. Pero para deporte, el ciclismo y la natación, dos especialidades muy propias por aquello de que son una carrera de fondo que tienes que afrontar en solitario, una metáfora muy válida para un político. Y aunque le guste, admite que nadar “es lo más aburrido del mundo”, que por cierto es otra de las famas que arrastra junto a la de triste, hierático o inexpresivo, adjetivos que se sobrellevan mucho mejor cuando se tiene entre las manos la vara de mando que, a partir del 17 de junio, le acreditará como alcalde de Sevilla, el noveno desde la restauración democrática.
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