Sobre el suelo de terrazo gris de un aula está la tumba de Queipo de Llano y un camino de albero y piedras simula la carretera la N-340 entre Málaga y Almería. Sobre los pupitres hay dos muñecas, son Clara Campoamor y Victoria Kent, también una maqueta de un campo de concentración, cartillas de racionamiento o unas pancartas sobre la Ley de Amnistía. Sobre la pizarra digital, un mapa con las fosas comunes repartidas por toda la geografía española. Es el decorado que sirve de hilo conductor al alumnado de un grupo de Cuarto de la ESO del Instituto de Enseñanza Secundaria Tartessos de Camas (Sevilla) para explicar a sus compañeros de curso lo que ha supuesto la entrada de la Memoria Histórica en sus currículums.
A sus 15 años, acaban de adentrarse en una etapa de la historia reciente de este país a la que otras generaciones no llegaron a estudiar ni ver nunca en clase ni en los libros de texto. La Ley de Memoria Democrática de Andalucía, aprobada en el Parlamento andaluz hace dos años y sin ningún voto en contra (a favor PSOE, Podemos e IU, y abstención de PP y Ciudadanos), ha abierto la puerta a ese cambio educativo señalando el 14 de junio como el Día de la Memoria. Una fecha elegida por ser la primera vez que se abría una fosa para recuperar los restos de fusilados en Lecrín (Granada) en el año 2003.
Con muchos nervios, en una época en la que la comunicación es pantalla de móvil interpuesta, donde la conversación a veces se reduce a un audio por whastapp, los alumnos se han atrevido a romper la barrera y a explicar de viva voz los temas que ellos mismos han elegido bajo el título Las Huellas de la Memoria. Algunos, incluso, a ponerlos en escena. Así, un adolescente se convierte por unos minutos en Norman Bethune, el médico canadiense que recorrió con su ambulancia la costa para socorrer a los que se calcula fueron más de 150.000 civiles que huyeron de Málaga e hizo un fiel retrato del drama de La Desbandá en su libro El crimen de la carretera de Málaga a Almería. Mientras, sus compañeras parafrasean los relatos de supervivientes de los bombardeos por mar y aire. Otras estudiantes prefieren exponer lo que supone la presencia de la tumba de Queipo de Llano en la basílica de la Macarena y retratan al general con sus mensajes radiofónicos retumbando en el aula. A su lado, con un portátil, dos chicas detallan quiénes fueron los maquis.
Pero esta es solo una de las actividades organizadas en torno a la Memoria Democrática. La instrucción de la Consejería de Educación llegó el pasado sábado dando cumplimiento a la ley. El centro podría haber decidido hacer un acto para salir del paso con la coartada del final de curso: poco tiempo, alumnos en tensión por los exámenes y el peso de las notas sobre sus hombros. Pero los tres profesores de Historia de este curso y el equipo directivo del centro, capitaneado por Inmaculada Moreno, se anticiparon a la instrucción y quisieron ir un paso más allá dedicando una semana completa y con una agenda intensa.
La Memoria Democrática llega a todo el alumnado. Da la bienvenida a los 900 estudiantes en el hall del instituto un amplio muestrario didáctico de paneles de la Consejería de Cultura. Ya para los estudiantes de Cuarto de ESO, para quienes sí forma parte de su currículum, hay un programa específico con un cronograma que arrancaba el lunes visitando La Pañoleta y el monumento a la columna minera de Riotinto y una visita posterior al cementerio donde hubo una fosa común. A estas excursiones han seguido una mesa redonda con representantes de asociaciones memorialistas y se cerrará este viernes con la proyección del documental El silencio de los otros.
Formar, concienciar y sensibilizar
Como explica María José Ortiz, jefa del departamento de Historia, los tiempos de la clase magistral de una hora sentados, sin moverse, han pasado. La experiencia está siendo de lo más positiva desde el momento en que se llega al conocimiento desde “lo testimonial y lo emocional, e incluso desde la anécdota”, argumenta, y defiende el objetivo perseguido “es que cale, porque un día y una charla se olvidan, pero con este formato se impulsan sus ganas de investigar, se activa su curiosidad y se genera debate”. Una “enseñanza integral” que, como puntualiza la profesora Isadora Romero, “va más allá del contenido, porque también se trata de fomentar el pensamiento crítico y autocrítico”, idea que termina de redondear el tercer docente implicado, Lutgardo José Martín: “La intención de las jornadas no es sólo formar, también es concienciar y sensibilizar”.
Como muestra, un botón. “La visita al cementerio, donde están los restos de algunos mineros de la columna de Ríotinto y otros fusilados, saber lo que pasó, ver sus nombres y apellidos y comprobar cómo otros no estaban identificados, les impresionó mucho. Lo desconocían por completo”, relata Romero. En este punto, y a sabiendas de que puede llegarles la acusación de adoctrinamiento, rememora la visita que hace unos años se hizo por estudiantes del centro a un campo de concentración nazi en Polonia y nadie lo cuestionó. “Nadie lo puso en duda entonces”, argumenta, y frente a la acusación de reescribir el pasado, como historiadora defiende que efectivamente se trata de reescribir porque “la historia que llega es siempre la de los vencedores”. Lo cree necesario porque “lo que hoy se tiene ha costado mucho, pero se puede revertir”, advierte.
Para que “no se repita”
Los tres docentes coinciden en que la manera en la que en España se ha abordado la Guerra civil, el Franquismo y la Transición ha sido muy diferente en el contexto internacional y que están ante la oportunidad de dar al alumnado el conocimiento de una etapa que a ellos en su adolescencia se les negó, salvo la indagación que han hecho a título personal a posteriori o que hayan podido tener acceso en su etapa universitaria. “En Alemania, Italia, Chile o Argentina se puso fin a la ley de punto final y han recuperado su historia. Estos países han hecho su labor al cerrarla y eso es algo que España tiene pendiente. La transición exigió ciertos sacrificios, pero luego creo que ha habido una dejadez o un abandono intencionado hasta llegar al olvido y ahora somos una anomalía democrática y eso se lo hemos mostrado a los alumnos”, reflexiona Martín.
Este planteamiento entronca directamente con la mesa redonda a la que acuden el alcalde de Camas, Rafael Criado (PSOE), y representantes de distintas asociaciones memorialistas como la presidenta de la Asociación Nuestra Memoria de Sevilla, Paqui Maqueda, y Cecilio Gordillo, integrante de Todos los Nombres. Además de poner en valor la necesidad de revisar la historia y explicarles la necesidad de atender a los principios de la verdad, la justicia y la reparación, ante una auditorio tan joven se ha modulado el mensaje. Pesa más la idea del conocimiento como herramienta para la “no repetición” y desterrar los discursos del odio, la venganza y el rencor.