El PP de Sevilla ha sido en los últimos cinco años una auténtica montaña rusa que ha escapado incluso al control de la dirección regional y de su mismísimo presidente, Juan Manuel Moreno, un auténtico campo de batalla en el que se han sucedido los navajazos de manera indisimulada. Hasta ahora, porque a partir de octubre desembarcará en la cúpula de los populares sevillanos Ricardo Sánchez, recién nombrado de nuevo delegado del Gobierno de la Junta en Sevilla y la persona elegida por Moreno para poner paz, cerrar heridas y afrontar así sin grietas internas las elecciones municipales de mayo de 2023. De esta manera, Sánchez sustituirá (por la vía incruenta de un congreso extraordinario con candidatura única) a Virginia Pérez, que se alineó con Pablo Casado en el pulso que mantuvo con el presidente andaluz por controlar la provincia.
El PP de Sevilla se convirtió en el escenario en el que chocaron aparatosamente las direcciones nacional (Génova) y andaluza, en una pugna por hacerse con el control de una nave sometida a continuas tormentas desde 2017. El PP sevillano fue el máximo exponente de la estrategia del anterior equipo directivo de Génova, encabezado por Casado y Teodoro García Egea, que maniobró para controlar las provincias y afianzar así su influencia por encima de las ejecutivas regionales. En el caso de Sevilla, esta apuesta conectó con la necesidad de la todavía presidenta provincial, Virginia Pérez, de contar con apoyos para seguir en el cargo, blindándose así ante el candidato que Moreno impulsó en el congreso provincial de 2021 (Juan Ávila, alcalde de Carmona) para hacerse con las riendas.
Aquello acabó como el rosario de la aurora, con denuncias de pucherazo, amenazas de denuncias en los tribunales y el propio Moreno dándole plantón a García Egea. Hubo más tensiones, rodaron cabezas como la del portavoz municipal en el Ayuntamiento de Sevilla y al final se selló una tregua más que nada por no herir con fuego amigo al presidente andaluz en puertas de las elecciones autonómicas. En realidad, ese pacto era un compromiso de no agresión entre Génova y Andalucía, aunque antes se forzó la máquina para nombrar como candidato a la Alcaldía de Sevilla a José Luis Sanz, un aspirante alineado con Pablo Casado y Virginia Pérez que no habría sido la opción de Moreno de haber tenido el control del partido en la provincia.
Acuerdo para sellar la paz
Pero entonces, a finales de febrero, todo saltó por los aires en Génova con el movimiento de los barones regionales que obligó a irse a Casado y propició en abril la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la dirección nacional. Pérez se quedó entonces sin apoyos, con el partido abierto en canal y con la figura de Moreno en imparable ascenso, un escenario en el que el presidente andaluz le ofreció ir en un puesto de salida en las listas al Parlamento andaluz a cambio de su renuncia. Sellado el pacto, y reforzado el liderazgo de Moreno con su incontestable mayoría absoluta del pasado 19J, el relevo se formalizará en un congreso extraordinario el 2 de octubre.
El objetivo no es solo que Moreno controle el partido en Sevilla, sino intentar aplacar de una vez por todas los tambores de guerra que no han dejado de sonar en el PP sevillano desde 2017, con alianzas insospechadas, cambios de bando y una inesperada resistencia a someterse a lo que dictaba la dirección andaluza. De fondo, la alargada sombra de Javier Arenas, que en 2012 dejó una presidencia del partido que asumió Juan Ignacio Zoido para luego maniobrar contra los zoidistas impulsando a Virginia Pérez, que ganó el congreso de 2017 por un puñado de votos y entre acusaciones cruzadas de grueso calibre. Paradójicamente, Pérez acabó alineada con sus antiguos enemigos mientras sus otrora aliados (espoleados por Arenas) se posicionaban junto a Juan Manuel Moreno, lo que desembocó en el congreso de 2021, en el que revalidó como presidenta provincial con el 93% de los votos ante la renuncia a participar en la votación de la candidatura de Juan Ávila.
Rumbo a una ejecutiva integradora
Pero el tsunami que se llevó por delante a Pablo Casado lo cambió todo y hacía presagiar este desenlace final, que se formalizaba este jueves en una reunión de la junta directiva provincial que convocaba el protocolario congreso extraordinario. Ahí será refrendado un Ricardo Sánchez que, dentro de su incondicional respaldo a Moreno, ha navegado en las aguas de los populares sevillanos sin significarse en exceso con ninguno de los bandos que sucesivamente se han ido enfrentando. Su perfil de hombre de paz es lo que ha terminado por auparle a la presidencia del PP sevillano.
En la hora del adiós, Virginia Pérez ha deseado la entrada de una ejecutiva integradora y ha elogiado el “paso adelante” de Ricardo Sánchez para “construir un proyecto sólido”, para lo que ha pedido a los populares que “le ayudéis y acompañéis de cara a las próximas elecciones municipales”. La junta directiva la ha presidido la secretaria general del PP de Andalucía, Loles López, que ha agradecido a Pérez su labor dando “lo mejor de sí misma en defensa de la provincia” y que ahora continuará haciendo en el Parlamento de Andalucía.
Tormentas al margen, Virginia Pérez se va con una hoja de servicios en la dirección del PP sevillano que no ha podido tener mejor colofón, ya que en las elecciones andaluzas del 19J los populares derrotaban por primera vez al PSOE en esta provincia por primera vez desde la restauración de la democracia. En esos comicios, el PP pasó del 16,50 al 40,14% del total de votos, superando los 366.000 sufragios, triplicando su número de parlamentarios (de tres a nueve) y dejando en solo cinco a los socialistas. Más que calmar las aguas internas, que todavía siguen agitadas por ejemplo en Sevilla capital, el reto más difícil de Ricardo Sánchez será trasladar estos resultados a las elecciones municipales de 2023.
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