De musa del destape a icono del nuevo feminismo: adiós a un ciclón llamado María Jiménez

Imagen de archivo de la cantante María Jiménez que ha muerto esta madrugada en su casa de Triana en Sevilla a los 73 años. EFE/Julián Martín

Alejandro Luque

7 de septiembre de 2023 12:51 h

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La vida de una artista suele tener muchas inflexiones, momentos álgidos y caídas. Pero unas tienen más que otras: la de María Jiménez se asemejó por momentos a una montaña rusa, con etapas de gran popularidad y algunas de discreto segundo plano, pero culminó muy arriba en el reconocimiento oficial y en el afecto de sus devotos. La carismática cantante y actriz trianera ha fallecido a los 73 años en Sevilla por causas aún no confirmadas, después de remontar un cáncer de mama hace diez años.  

Aunque en sus últimas apariciones públicas se hacían evidentes sus problemas de salud, el público la recordará siempre como aquel ciclón escénico que hacía estremecer los tablaos del tardofranquismo, de Barcelona a Sevilla, bajo el sobrenombre de La Pipa, con la que firmó en 1975 su primer disco. La sangre gitana le venía por la vía paterna, en concreto de Nerva (Huelva), mientras que su madre era de El Pedroso. Pero su descubridor artístico fue aquel rey Midas de la producción discográfica llamado Gonzalo García Pelayo, que en aquel 1976 en el que España se desperezaba para un tiempo de nuevas libertades, le grabó su primer disco como María Jiménez, donde escoltada por las seis cuerdas de Paco Cepero desplegaba un amplio repertorio de músicas latinas con composiciones de Silvio Rodríguez, Lolita de la Colina o Amancio Prada.

“Cantaba con el alma desbordándosele por el cuerpo”, señalaba el propio García Pelayo, que también la hizo debutar ese mismo año en la pantalla grande con su largometraje Manuela, el pionero filme andaluz protagonizado por Charo López y Máximo Valverde. Pero su primer gran éxito llegó dos años después, en el 78, con Se acabó, un himno contra el maltrato escrito por José Ruiz Venegas que se convirtió en su hit por antonomasia.

Escándalo y tragedia

Lo cierto es que el despegue de aquella muchacha de indómita melena rubia e inconfundibles incisivos fue espectacular. En 1979, era elegida para participar en el X Festival de la Canción Popular de Tokio, donde obtuvo el segundo puesto con su tema Sensación, con arreglos de Gualberto. María Jiménez no quiso permanecer ajena a la agitación política de su tiempo, y se involucró en la campaña por la autonomía andaluza. En una de sus actuaciones por esta causa, Pablo Juliá la captó levantándose la falda y dejando a la vista sus piernas y su ropa interior, una imagen que casaba bien con la ola de destape que hacía bullir el cine de la época e impregnaba de erotismo todos los aspectos de la vida española. “Fue un escándalo”, recordaría el fotógrafo. “La fotografío bailando y con la ropa interior a la vista. Creo que ella hizo por el referéndum más que alguna proclama política”.

El erotismo estaba también presente en sus títulos, desde Desnúdame sobre mayo a Me doy entera o Háblame en la cama. Mientras escandalizaba a la España más mojigata, contraía matrimonio con el actor Pepe Sancho, El Estudiante de la serie Curro Jiménez, lo que los convertiría en blanco habitual de la prensa rosa. Con Sancho protagonizó un filme, Perdóname amor, para dejar por un tiempo los rodajes y centrarse en la música.

Ni siquiera el mazazo de la muerte en accidente de su hija María del Rocío en 1986 logró frenarla. El título del disco de aquel año, Seguir viviendo, era la declaración de intenciones de una mujer dispuesta a afrontar todos los reveses, incluso los más inconsolables. Cabe recordar que María había tenido a su hija en 1968, con 18 años, en un tiempo en que ser madre soltera era poco menos que una vergüenza para los bienpensantes. Pero ella no había nacido para acatar convenciones.    

El resurgir del Ave Fénix

Aunque su estrella iba declinando poco a poco, la trianera trabajaba sin parar: a disco por año, o casi. Con todo, los años 90 debieron de hacérsele muy largos a una trabajadora nata acostumbrada al amor de los focos y de las masas, aunque se la pudo ver haciendo algunas apariciones en series como Hostal Royal Manzanares o Todos los hombres sois iguales. Cuando en el año 2000, Fonomusic decidió lanzar su doble recopilatorio 40 grandes canciones, los rumbos de la música parecían ir por muy otros derroteros.

Aunque nunca abatido del todo, el resurgir del Ave Fénix hubo de esperar al nuevo siglo, y vino de la mano de Lichis y La Cabra Mecánica, que encontró en ella el dueto ideal para La lista de la compra, un éxito viral que la puso de nuevo a María Jiménez en órbita. De nuevo García Pelayo acudió a la llamada y le grabó Donde más duele (Canta por Sabina), un disco de versiones del cantante jiennense que superó holgadamente el medio millón de copias vendidas.

La llama de María Jiménez volvía a flamear tanto en actuaciones musicales como en su faceta televisiva, en espacios de Canal Sur como Bienaventurados o Se llama copla, o incluso escribiendo sus memorias bajo el singular título Calla canalla. Siempre natural en sus declaraciones, cuando le preguntaban por los asuntos más picantes de su vida, respondía que “es un libro que no habla de camas, por la misma razón que no digo cuándo cago”, y recordaba los momentos más duros de su vida para proclamar: “Llevo 52 años metida en una cárcel. Ahora quiero vivir”.

Vuelta a la vida

Los últimos años de su carrera fueron dulces, entre los honores de la industria, los papeles para el cine y las simpatías del nuevo feminismo, que la reconocían como la mujer luchadora, libre y desinhibida que siempre fue. Una de sus últimas colaboraciones la hizo con Miguel Poveda, con quien grabó el tema Qué felicidad la mía. Ella lo definió como “su vuelta a la vida” después de algunos graves problemas de salud que la tuvieron al borde de la muerte.

Afincada en la localidad gaditana de Chiclana de la Frontera en sus últimos años, los ojos de María Jiménez Gallego se cerraron para siempre en la madrugada de este 7 de septiembre. Tal vez tuviera tiempo de reconocer en las camisetas de las futbolistas españolas el título de su gran éxito, #SeAcabó, que usaron para protestar contra la violencia sexual en el deporte. Este mundo, definitivamente, ahora ya es otro.    

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