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El río, idiota, el río
En aquel desternillante número de Los payasos de la tele, Gabi intentaba hacerles adivinar a Miliki y Milikito una evidencia. “Es una superficie muy grande de agua, con olas, barcos por encima y peces por debajo”, decía el payaso serio. Y los otros dos, empanados, no atinaban con la respuesta. Finalmente, Gabi, visiblemente enojado, les gritaba: “El mar, idiota, el mar”.
Tras la reciente desgracia causada en Valencia por la DANA, agravada por la incompetencia y temeridad de sus gobernantes, ha reaparecido en Sevilla el debate sobre el uso futuro de Tablada, la dehesa de 367,4 hectáreas situada en el curso natural del Guadalquivir, al sur de Los Remedios, el Real de la Feria y la barriada militar del mismo nombre. Una cuestión en la que ganas dan de coger a algún político sevillano de las solapas y gritarle aquello de “el río, idiota, el río”.
Tablada es un tema recurrente en el debate urbanístico sevillano desde 1997, cuando el Ministerio de Defensa, tras ocho décadas de uso militar y aeronáutico (aún se conserva la pista de aterrizaje), subastó los terrenos, calificados entonces como rurales y no urbanizables. A pesar de su catalogación, las cajas de ahorro El Monte y San Fernando se unieron en esta operación claramente especulativa y, con la promesa del alcalde Rojas Marcos de una futura recalificación para edificar viviendas, pagaron más de 40 millones de euros de entonces (7.000 millones de pesetas).
Apenas cuatro años después, en 2001, y presionadas por el Banco de España, que calificó la operación como una “aventura inmobiliaria de alto riesgo”, las cajas de ahorro sevillanas revendieron los terrenos por el doble de lo pagado (84 millones de euros). El comprador, una agrupación de interés económico que reunía bajo un mismo paraguas a 15 inmobiliarias, entre las que destacan nombres como Osuna, Sando, Galia, Arenal 2000 o Cartuja Inmobiliaria. ¿Cuánto dinero no esperarían ganar para pagar semejante dineral por un terreno rústico inundable? ¿Qué promesas no tendrían de unos y de otros en la política municipal para meterse en tal desembolso?
Sería el negocio redondo definitivo. Compro por 8 un rural, aguanto un par de décadas y, como no me lo hacen urbanizable, me llevo 20. A veces os juro que no entiendo el capitalismo
Para chasco de todos, y gracias a la inquebrantable voluntad de Manuel A. González Fustegueras, arquitecto y director de la revisión del PGOU de la ciudad, la dehesa quedó blindada en 2006 como “suelos no urbanizables de especial protección”. Y así las cosas, las inmobiliarias propietarias del suelo se han planteado desde entonces hasta devolver los terrenos a Defensa o dejárselos expropiar por el Ayuntamiento; pero claro, todo previa petición de jugosa indemnización que, lejos de los 84 millones que pagaron, ha llegado a ascender hasta los más de 200. Una mijita de morro, ¿no? Eso ya sería el negocio redondo definitivo. Compro por 8 un rural, aguanto un par de décadas y, como no me lo hacen urbanizable, me llevo 20. A veces os juro que no entiendo el capitalismo.
En mitad de todo este puzzle empresarial, especulador y político, hay un pleito judicial que reclama la nulidad de la subasta inicial de Defensa por no haber reservado la franja de 200 metros de ancho más cercana al río para el dominio público marítimo terrestre. Un pleito en el que ya se ha pronunciado el Supremo, confirmando la necesidad de haber protegido ese margen, y la Audiencia Nacional, que declara inejecutable esa reserva por tratarse ya de suelos privados y no públicos. Imposible anticipar cómo acabará este tema en los tribunales.
Millones arriba o abajo, expectativas de negocio más o menos inundables, procesos judiciales pendientes de resolución, Tablada vivía una situación inestablemente tranquila hasta que el actual alcalde de la ciudad, José Luis Sanz, recuperó, en su campaña electoral, los planes de edificación en la dehesa.
El Ayuntamiento, aún bajo mandato socialista y con la abstención del PP, había reclamado a la Junta en 2015 que Tablada se convirtiera en un parque periurbano, al estilo del Alamillo, aunque mucho más grande, el triple. Pero en 2023, los populares volvieron a proponer la edificabilidad parcial del espacio. “Lo único que he dicho es que quiero que Tablada sea un grandísimo pulmón verde de la ciudad, pero que ese grandísimo pulmón verde tiene que ser compatible con equipamientos deportivos, culturales y, evidentemente, residencial. Las ciudades que no crecen no tienen futuro y Sevilla, en este momento, necesita crecer. La dehesa de Tablada es una zona magnífica para que la ciudad se siga desarrollando y siga creciendo”, insistía Sanz a las pocas semanas de ser elegido alcalde.
Personalmente, yo no dormiría tranquilo si decidiera permitir la construcción de cientos de viviendas en una zona inundable. Entre la evidencia científica, los antecedentes históricos y la reciente experiencia de Valencia, parece que no debería ser necesario seguir discutiéndolo
Con la imagen de la desolación y el desastre absoluto causados por la DANA en Valencia en las pantallas de televisión y en las redes sociales, Sanz aceptó rápidamente la evidencia. El 4 de noviembre, en una entrevista en la Cadena Ser, afirmó que “este tipo de catástrofes naturales nos tienen que llevar a repensar muchas cosas y si evidentemente hay zonas que son inundables, más vale olvidarse de ellas. No tiene sentido que pensemos en urbanizar zonas inundables, como las que se han inundado en Valencia”. Tras estas palabras, podríamos pensar que el asunto quedaba zanjado y que, ruina de inmobiliarias, solar eterno o parque periurbano a medio plazo, el futuro de Tablada quedaba libre de la sombra de la edificación de viviendas.
Sin embargo, apenas tres días después, el 7, Sanz aseguró en un foro del diario ABC que “pronto vamos a crear la oficina para empezar a elaborar ese nuevo PGOU y en estos debates es donde hay que abrir abiertamente el debate de Tablada, ver cuál es la zona inundable y ver qué zona no es inundable”, manteniendo la puerta abierta a una urbanización parcial de la dehesa.
A pesar de los indisimulados deseos del alcalde Sanz y su equipo en el Ayuntamiento de satisfacer las expectativas de negocio de las inmobiliarias, distintos informes científicos, incluso un pronunciamiento reciente del secretario municipal del propio Ayuntamiento, Luis Enrique Flores, señalan los riesgos de esta posible urbanización. Sería obligado construir nuevos muros de defensa, de entre 3 y 3,6 metros de altura que, más allá de limitar el acceso de la ciudad al río, tendría efectos evidentes sobre la orilla de enfrente. “Esta solución tendría especial trascendencia sobre los barrios bajos de San Juan de Aznalfarache y Gelves, que se inundarían con mayor frecuencia al construirse el dique de Tablada. Ello obligaría a construir muros de defensa en ambas márgenes del río Guadalquivir, aunque esta solución se descarta por la propia condición de zona inundable y por sus valores paisajísticos”, indica el documento municipal. Nuevos diques que desplazarían el riesgo de inundación más abajo en el curso fluvial, hacia Coria y Palomares. Un riesgo creciente por culpa del cambio climático.
Personalmente, yo no dormiría tranquilo si decidiera permitir la construcción de cientos de viviendas en una zona inundable. Entre la evidencia científica, los antecedentes históricos y la reciente experiencia de Valencia, parece que no debería ser necesario seguir discutiéndolo. Pero igual habría que buscar a un payaso contemporáneo que pudiera coger de las solapas al alcalde y gritarle aquello de “el río, idiota, el río”.
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