Está claro que Manuel Cabello y Laura Jiménez, un matrimonio que vive en la localidad sevillana de Écija, se muerden la lengua cuando hablan del suceso que cambió sus vidas para siempre. Ellos son afectados, y mucho, por el conocido como ‘Caso Magrudis’, la propagación de listeriorosis por culpa de carne mechada de la citada empresa que en 2019 mató a cuatro personas, provocó seis abortos, algunos en la última fase del embarazo, y provocó daños y secuelas a 244 personas más.
En las frías estadísticas hay un nombre en concreto, Manuel. Era el hijo de la pareja, que murió seis días después de nacer en la UCI del hospital. Es una de las cuatro personas que se llevó la intoxicación por ingerir, en este caso su madre, la carne contaminada.
Tres años después, y a punto de fijarse la fecha del juicio oral contra los seis investigados por este caso, nadie ha descolgado el teléfono para hablar con esta pareja de la localidad sevillana de Écija, aunque parece que tampoco lo esperan, e incluso recuerda él cómo tuvieron que escuchar al que fuese portavoz del Gobierno andaluz, Elías Bendodo, negar que su hijo fuese parte de los afectados del brote, y añadir que la madre comió carne mechada cuando Juanma Moreno no era aún presidente de la Junta.
“Una condena alta”
Manuel reflexiona sobre qué puede pasar en el juicio, y cuando se le pregunta sobre qué esperan del proceso judicial, contesta que “toda condena que les caiga a los responsables es poca”, aboga por que los responsables se pasen toda su vida en la cárcel, pero tienen claro que, cuando termine, “acabará el proceso judicial pero no el duelo”, mitigado en parte por el nacimiento de su hija meses después, aunque “cuando día a día la vas viendo crecer, jugar y reír, se te viene siempre a la cabeza la misma pregunta: ¿Cómo hubiera sido Manuel?”“.
El brote comenzó en julio de 2019, y los pacientes se infectaron después del consumo de carne mechada -carne de cerdo asada refrigerada, contaminada con Listeria monocytogenes-. Se prolongó hasta el 26 de octubre de 2019, tras reunión del comité técnico de seguimiento de la alerta, se cerró tras 70 días de la retirada de los productos y la brusca disminución de nuevos casos producida posteriormente.
Dos semanas después, Elías Bendodo les desvinculaba del brote, y sostenía que esta víctima se produjo tras comer productos de la empresa Magrudis en diciembre de 2018. Sus palabras les indignaron, pero no perdieron de vista el proceso judicial en el que entraron como otros muchos afectados, pero no entienden todavía cómo el ahora número tres del PP a nivel nacional hice esas manifestaciones incluso “cuando la Consejería de salud y Familias lo había confirmado tras obtener los resultados del Centro Nacional de Microbiología, del instituto de salud Carlos III”.
Ni los culpables, ni nadie
Manuel vuelve al asunto de la poca empatía que los responsables que este asunto han mostrado hacia ellos. Y es que la jueza que lleva el caso ha abierto el juicio contra José Antonio Marín Ponce, el administrador de hecho de Magrudis; su mujer, Encarnación Rodríguez, responsable de producción y del sistema de autocontrol de la cárnica; sus hijos Sandro José y Mario; la veterinaria municipal María José O. B, y Sergio L.G, arquitecto técnico, mientras que considera al Ayuntamiento de Sevilla como responsable civil subsidiario e imputa a cuatro compañías aseguradoras.
Pero de toda esa amalgama de gente y empresas “nadie se ha dirigido a nosotros para disculparse”, y solo piden “que desde el primero al último de los implicados reciban condena”.
“En nuestro caso, por mucha condena que haya, los daños son irreparables, pero les tiene que caer la máxima condena posible”, y cree que “actuaron con conocimiento de causa”, provocando no solo la muerte de su hijo, dice, sino una condena paralela, como el miedo sufrido durante el segundo embarazo de que algo así se podía repetir.
Manuel muestra toda la prudencia posible cuando se le pregunta qué haría si tuviese delante al dueño de Magrudis. Hace algún tiempo, recuerda, de su boca habrían salido palabras más duras, pero hoy “solo le preguntaría si puede dormir por las noches sabiendo lo que ha hecho”.
Todo está a la espera de juicio, en un caso en el que los pacientes involucrados en el brote desarrollaron diferentes enfermedades, según la edad, el estado de salud y embarazo, y la presencia de afecciones subyacentes que incluyen afectación del sistema nervioso central, sepsis, muerte fetal, aborto y parto prematuro.