El PP saca pecho con un presupuesto para Sevilla que refuerza limpieza y seguridad pero que queda ahora en manos de Vox

El delegado de Hacienda, Juan Bueno, presenta el presupuesto para 2025.

Antonio Morente

24 de octubre de 2024 14:53 h

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Lo apuntó el propio alcalde de Sevilla, José Luis Sanz (PP), a principios de octubre en un mensaje claro y directo a Vox: no va a entrar en el gobierno local, pero sí puede haber entendimiento “y podemos hacer juntos muchas cosas”. Dicho y hecho, desde entonces PP y Vox han expresado su sintonía en tres cuestiones importantes –regulación de los pisos turísticos, modificaciones presupuestarias y ordenanzas fiscales–, aunque ahora llega la hora de la verdad con el presupuesto. Las cuentas para 2025 ya están sobre la mesa, con 1.058 millones de euros (1.365 millones incluyendo organismos públicos y sociedades municipales), pero todo queda a expensas del acuerdo con algún grupo de la oposición y el PP ha puesto todos los huevos en la cesta de Vox.

La puesta en escena ha sido la habitual en estos casos: es el presupuesto del Ayuntamiento de Sevilla más importante de la historia (crece un 2,6%) y los servicios públicos básicos se llevan el 40% con casi 422 millones de euros, 75 millones más que en el último ejercicio del PSOE, el de 2023. Las principales partidas van para seguridad y orden público (89 millones), limpieza viaria (85), urbanismo (70) y la recogida y tratamiento de residuos (55). Estos cuatro apartados representan el 70,8% del total de este bloque y su cuantía asciende a 298,6 millones de euros.

“Unas cuentas realistas, prudentes y responsables”, las ha definido el delegado de Hacienda, Juan Bueno (PP), que ha sacado pecho con que “somos capaces de bajar impuestos y de aumentar la recaudación”. Los mayores incrementos se destinan a las empresas municipales de limpieza (Lipasam, que recibirá 130 millones de euros) y de transporte (Tussam, a la que se consignan 97 millones). A ello hay que sumar 52 millones en inversiones –aquí Parques y Jardines se lleva la mayor parte, con 12 millones– y un gasto en personal que se eleva a 351 millones, de los que un tercio son para la Policía Local.

“Aportaciones serias” de los grupos

Al margen de la montaña de números y proyectos que acompaña a un presupuesto, ahora queda la parte más importante, que no es otra que su aprobación. El gobierno local considera que son poco menos que irrechazables, ya que incluye incluso las aportaciones que han hecho sindicatos y empresarios, pero ahora llega el momento de la negociación política y la idea es “tener en cuenta las aportaciones serias del resto de grupos”.

De partida, Bueno da por hecho que “habrá puntos de acuerdo” con todos los partidos de la oposición, PSOE, Vox y Podemos-IU. El punto de partida, como no puede ser menos, es que el equipo de Sanz tiene la “voluntad al cien por cien” de sacar adelante las cuentas, lo que se podrá hacer si el resto de grupos tiene la misma voluntad, ya sea “con Vox o con quien sea”. Ahora arranca un proceso en el que las cartas están muy marcadas porque el PP sabe que su única opción real es mantener su recién iniciado idilio con Vox.

Los de Santiago Abascal, como es normal en todo proceso de negociación, han empezado haciéndose los duros: el presupuesto les parece “poco ambicioso”, exigen más inversión en servicios públicos y se agarran a su mantra de que “se deje de derrochar dinero público” en “gasto superfluo e innecesario”. ¿Y qué entienden por esto último? Pues subvenciones a sindicatos y colectivos feministas y Lgtbi, planes de igualdad, cooperación al desarrollo... “Demasiado dinero en mantener engrasada la maquinaria de la izquierda incrementando las partidas en publicidad y propaganda”, resume su portavoz, Cristina Peláez.

A Vox no le gusta de partida

Lo único que le reconoce a las cuentas del PP es que se hace un esfuerzo en Parques y Jardines y en colegios, pero por lo demás llega a tildar de “inadmisible” el espíritu del presupuesto para 2025. “Es muy difícil, por no decir imposible, que Vox pueda apoyar unos presupuestos que despilfarran dinero en gasto puramente ideológico”.

¿Significa esto que las puertas de la formación de ultraderecha están cerradas? Ni mucho menos, porque a lo largo de octubre ya ha habido ejemplos de entendimiento entre las partes pese a que las posturas iniciales estaban muy encontradas. Al final, Sanz ha empezado a sortear la cuestión como es lógico en toda negociación: le hace algunas concesiones a Vox para preservar el grueso de su proyecto. Salvando que ha mantenido su objetivo de que los de Abascal no entren en su gobierno, cada parte señala que los acuerdos empiezan a ser posible porque es la otra la que ha cambiado.

La opción de la cuestión de confianza

Sea antes el huevo o la gallina, la impresión que se desprende es que el alcalde esta vez está más predispuesto a abrir la mano para no pasar el viacrucis que le supuso aprobar las cuentas de 2024. Tras retirarlas en febrero por falta de apoyos, las rescató a toda prisa para llevarlas a un pleno que las tumbó en junio pero que le permitió activar una cuestión de confianza que perdió pero que estaba vinculada a la aprobación del presupuesto. El definitivo visto bueno llegó por fin en agosto, y ahora se intenta ejecutar a marchas forzadas.

Sanz ya ha anunciado que en 2025 habrá nuevas cuentas “sí o sí”, amagando con repetir la jugada de la cuestión de confianza. El problema es que la ley le permite esta maniobra dos veces durante un mandato municipal, y nunca en el último año (en este caso en 2027) por aquello de que hay elecciones. Es decir, que le queda una bala para dos ejercicios, y la lógica dicta que mejor guardarla para 2026 y funcionar el año que viene con las cuentas prorrogadas de 2024 en el peor de los casos. En todo caso, y con la izquierda como convidada de piedra, la partida se va a resolver de verdad en el mano a mano entre PP y Vox. De hecho, la portavoz de Podemos-IU, Susana Hornillo, teme que el presupuesto “ya esté pactado con Vox” y da por hecho que “al final va a salir aprobado por el carril de la ultraderecha”.

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