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Cada vez que le preguntan al alcalde de Sevilla, José Luis Sanz (PP), señala que la ciudad está “un poquito más limpia”, pero que todavía queda mucho por hacer. Pero la percepción ciudadana es justo al revés, que la capital está un poco más sucia, y así lo admite la propia empresa municipal de limpieza, Lipasam: pese a sacar músculo con que se retiran más kilos de basura y con que se ha incrementado la recogida selectiva, lo cierto es que la imagen ha empeorado. De manera muy leve, pero ha ido a peor, todo ello en puertas de que en el pleno de este jueves se apruebe definitivamente –salvo nuevo contratiempo con la oposición– la nueva ordenanza municipal de limpieza.
El propio regidor lo reconocía al hacer balance de su primer año en el cargo, al que llegó a mediados de junio de 2023. No está contento, admitía, aunque insiste en que “está mejor que antes”. Pero eso no es lo que dice el informe que se vio en el último consejo de administración de Lipasam, en el que se puso sobre la mesa el indicador de que la percepción del cuidado de la ciudad ha empeorado en un año: si en mayo de 2023 el dato era de 8,44 puntos sobre 10, hace un par de meses había bajado a 8,42. Parafraseando al alcalde, la ciudad lo que estaría es un poquito más sucia.
El parámetro se incluye entre los principales indicadores del servicio, que no obstante presentaría una evolución a lo largo de este año ligeramente mejor que la del anterior ejercicio. Así, entre enero y mayo la nota que se consigue es de 8,37, frente al 8,34 en el mismo periodo de 2023, lo que supone un avance de 0,35 puntos. En cambio, cuando se compara el último mes completo de mandato del PSOE (mayo del año pasado) con la sensación después de un año del PP en el gobierno local, la percepción es el dato ya señalado de 0,23 puntos peor.
Las horquillas son tan pequeñas, que en la práctica viene a suponer que el sevillano no ha percibido ningún cambio a mejor en una de las cuestiones de las que Sanz ha hecho bandera desde antes de llegar a la Alcaldía. De hecho, en los últimos tres meses se han ido sucediendo los anuncios de mejoras, como una inversión de seis millones de euros para reforzar la limpieza o 13 millones para renovar la maquinaria obsoleta de Lipasam y comprar 167 nuevos vehículos.
Con iniciativas de este tipo, Sanz garantiza que “la limpieza dejará de ser un problema y Sevilla volverá a ser una ciudad limpia”, aunque siempre poniendo un parche preventivo, consciente de que el malestar ciudadano sigue siendo patente en esta cuestión. “En un año es imposible arreglar el desastre de ocho, pero estamos en el camino que nos va a conducir a nuestro objetivo”, aseguraba hace escasos días en relación con los dos mandatos en los que el PSOE ha estado en el gobierno municipal.
El PP desgrana otros pasos que ha dado en esta dirección: incorporación de vehículos, nuevo servicio de inspección de Lipasam con más efectivos, una oficina de atención al ciudadano... Hasta se ha garantizado la paz sindical con la firma del nuevo convenio colectivo en la empresa municipal de limpieza, que estará vigente hasta 2027.
Todo ello no impide que al final la percepción ciudadana sobre la suciedad sea peor que hace un año. Y eso que de enero a mayo se han retirado de las calles más kilos de residuos (133 millones, un 8,61% más sumando basura normal y recogida selectiva), ha habido más usuarios en los puntos limpios (82.373, un 9,97% más) y se han multiplicado las inspecciones con 33.500, un 49,85% más.
En cambio, ha empeorado el porcentaje de lo que supone la recogida selectiva con respecto al total (-4,41%) y se retiran menos muebles, 5,2 millones de kilos que suponen una caída del 19,37%. Unas cifras que, de manera global, llevan al ciudadano a empeorar ligeramente la percepción del cuidado de la ciudad que tiene el ciudadano.
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