Febrero de 2015. Una parte de la grada del estadio del Real Betis justifica a uno de sus futbolistas: “Rubén Castro alé, Rubén Castro alé. No fue tu culpa. Era una puta, lo hiciste bien”. Cuando el cántico trasciende, el jugador ya estaba inmerso en un proceso judicial. Un año después, tras nuevos cargos presentados en su contra, la Fiscalía elevó la petición de condena a cuatro años de cárcel. Una vez resuelto el último recurso a la Audiencia (por agresión sexual), esta misma semana, el bético ya está camino de juicio por hasta once presuntos delitos, según la acusación particular que ejerce su expareja, que le pide ocho años y nueve meses de prisión.
Aquellos cánticos machistas, archivados por la Fiscalía, no fueron buen presagio para el futbolista, cuyo desempeño en los campos de juego ha discurrido paralelo a un largo camino judicial donde se le han ido ampliando los cargos en su contra y que acabará con sus huesos en el banquillo, el de los acusados. Quizá fuera aquel respaldo público el que le motivó para seguir defendiendo su inocencia y agradecer incluso el apoyo. “Esta afición, esta gente, con la que conecto muy bien, sólo trata de animar y apoyar siempre a sus jugadores. Yo les doy las gracias”, dijo. Y lo dijo precisamente la jornada en la que su equipo también celebraba el Día Internacional de la Mujer y todos los jugadores, incluido Castro, portaban en su camiseta #díadelamujerbética.
Horas después de aquellas palabras se vio obligado a rectificar en una entrevista difundida por el club, afirmando que estaba “en contra de la violencia en todas sus formas”, pero “el presunto lo que sea”, como llegó a calificarle La Razón, que llegó a bromear con el titular de una crónica (Rubén maltrata al Valladolid), fue incluso uno de los protagonistas el pasado marzo de una iniciativa consistente en cambiar el blanco de la camiseta del Betis por el color rosa con motivo de la 'Semana de la Mujer Bética'.
El Real Betis, aunque condenó los cánticos y los tachó de “repugnantes”, criticó la sanción que posteriormente propuso la Liga de Fútbol y la Comisión Nacional Antiviolencia del cierre parcial del estadio Benito Villamarín, calificádola de “injusta, oportunista y discriminatoria”.
Los hechos denunciados
En mayo de 2013 una joven denunció ante la Jefatura de la Policía en Sevilla que, sobre las 3,00 horas del día 27 de mayo, una vez finalizado el partido entre el Betis y el Zaragoza, ambos se encontraban en una conocida discoteca ubicada en la avenida de la Palmera y comenzaron una discusión en el marco de la cual el futbolista le habría propinado “varios puñetazos y bofetones”.
Según su denuncia, en la que aportaba un parte de lesiones, ambos salieron del local y el jugador del Betis la obligó a meterse en su coche, llevándola hasta un hotel de Nervión donde, según el relato de la mujer, se produjo la agresión sexual, lo que motivó que Rubén Castro fuera detenido por la policía al finalizar un entrenamiento en la ciudad deportiva, siendo trasladado a un juzgado de Violencia de Género.
En su primera declaración judicial, el futbolista negó las acusaciones y la jueza lo dejó en libertad con cargos y le impuso una orden de alejamiento de 300 metros respecto a la denunciante y la prohibición de comunicarse con ella por cualquier medio.
Posteriormente, ya en agosto de 2013, la joven amplió su denuncia inicial contra el futbolista y la juez le imputó, además de un delito de agresión sexual y otro de maltrato, un delito de maltrato habitual. El delantero compareció nuevamente ante la juez y negó todos y cada uno de los nuevos hechos denunciados por su expareja.
Los cargos
Ahora, de forma definitiva, la jueza de Violencia sobre la Mujer número 3 de Sevilla ha dictado un segundo auto de apertura de juicio oral contra el futbolista y le ha impuesto una fianza de 200.000 euros. El delito de agresión sexual fue introducido recientemente por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Sevilla, estimando un recurso interpuesto por la expareja del futbolista.
La Fiscalía le imputa a Castro un delito de malos tratos habituales, un delito de amenazas leves y seis delitos de maltrato en el ámbito familiar. Su expareja, un delito de amenazas leves, seis delitos de maltrato en el ámbito familiar del artículo 153.2, un delito de maltrato en el ámbito familiar del artículo 153.1, un delito de coacciones, un delito de violencia habitual, un delito de agresión sexual y una falta de injurias.
El juicio, aun sin fecha, también enfrentrará a dos conocidos abogados sevillanos, el penalista Francisco Baena Bocanegra por parte del jugador y la abogada especializada en víctimas de malos tratos Amparo Díaz.