Este espacio está respaldado por Sabores de la Provincia de Sevilla, una marca impulsada por Prodetur para la promoción agroalimentaria y gastronómica de los productos que se obtienen o elaboran en nuestra provincia. Esta marca nos permite ayudar a las empresas del sector agroalimentario de la provincia a promocionar sus productos.
Cervezas de pueblo para reivindicar lo local
“España es un país de vinos y al llegar a un bar no se pide uno de tetrabrik. Pero con la cerveza te ponen la que haya sin problema”. Esta afirmación de Sebastián Jiménez resume una de las ideas más repetidas en el mundo de la cerveza artesanal.
La carta de vinos es algo común en un restaurante, pero pasa desapercibida al tratarse de las cervezas. Así se normaliza el desconocimiento sobre sus tipos, un centenar, y la oferta se reduce a los designios de las empresas multinacionales.
Sin embargo, distintos emprendedores de Sevilla tienen como objetivo el desarrollo de la cultura cervecera en la provincia. “Queremos que a la gente se le vaya metiendo el gusanillo y empiece a probar porque, al final, todos los bares cuentan con el mismo estilo de cerveza y se desconoce la gran variedad que hay”, dice Jiménez que, junto a su esposa Rocío López, dirigen Cerveza 41420, un proyecto cervecero de la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía.
“41420 es una marca pensada en los fontaniegos y las fontaniegas”, dice Jiménez de una premium lager checa pálida con “espíritu campiñero”. La cerveza ha tenido “muy buena acogida” entre sus vecinos y, como explica López, les crea “un sentimiento de pertenencia y arraigo”.
La empresa, que toma el nombre del código postal de Fuentes de Andalucía, produce lotes de 1.000 litros lo que les permite obtener un producto fresco y de actuación local. “Creamos una microeconomía que repercute en el pueblo además de contribuir al medio ambiente reduciendo los costes de transporte”, cuenta Jiménez. Esto también les otorga el control “absoluto del producto” que se encuentra en la mayoría de los bares de Fuentes de Andalucía.
“La gente se va a Amazon sin pensar en los negocios de su pueblo”, comenta Manuel Acebedo. Este informático creó con Rafael Espinosa Fermentados Artesanales del Aljarafe, una empresa que ha unido a dos familias “apasionadas por los fermentados”, en el pueblo de Palomares del Río. Junto a otras preparaciones como la kombucha o el pulque, elaboran también La Palomareña, una cerveza que forma parte de un proyecto para “volver a tener en cuenta a los pequeños productores y enriquecer así la economía local”, como explica Espinosa.
A poco más de veinte minutos de Fuentes de Andalucía, también en La Campiña de Sevilla, está Marchena. Allí despunta otro proyecto cervecero que acaba de arrancar comercialmente. “La respuesta del pueblo ha sido muy positiva”, dice Nano Sanz, que ha llevado a los bares La Rosa. Otra que “es del pueblo” y así lo homenajea tanto en el nombre como en el logotipo que representa al monumento principal de la localidad. El 90% de su producción se consume en la hostelería marchenera donde “gusta mucho la cerveza, pero había un desconocimiento total de las artesanas”.
“Entra muy bien”
“Ponme una suavita”, le pide una clienta a Enrique Armenta. La señora, que bebe normalmente cerveza sin alcohol, se impresiona tras el primer trago de Atalaya, la kölch de 8 Huellas. “¡Qué buena!”, remata.
Armenta ríe, pero no se sorprende. “En España no hay tanta cultura cervecera como en otros países. No se conocen los estilos”, apunta el socio de esta empresa asentada en Los Palacios y Villafranca y que tiene en el mercado cuatro tipos de cerveza. La Atalaya es “muy refrescante y entra muy bien”.
La Palomareña es una “helles sencillita, fresca y que entra bien” mientras que La Rosa, blonde ale, tiene un color más tostado que la rubia clásica, con un amargor suave. “Es muy equilibrada y fácil de beber”, detalla Nano que busca aficionar con su producto a “esas personas que dicen que no les gusta la cerveza”. También es “fácil de beber” 41420 que es amarilla, pero sin llegar al dorado y con una espuma blanca, cremosa y abundante. “Es muy refrescante y tiene un final seco y moderadamente amargo que hace que una vez terminada, quieras otra”, explica Jiménez.
En Sevilla el imaginario cervecero tienen una marca concreta en la cabeza. De ahí, que los cerveceros artesanos busquen un producto con el que el consumidor encuentre similitudes, pero que eleve la calidad, solo usando malta de cebada y/o trigo como fuente de almidón, y abra la puerta a la diversidad gustativa. “La cerveza tan fría enmascara lo bueno y lo malo”, apunta Armentia. “Lo que diferencia a una cerveza artesana de una comercial es el sabor real a lúpulo”, apostilla Acebedo.
Constancia y paciencia
“Se aprende viajando y con una mente abierta. Igual con la cerveza. Es como si se extrapolara a cualquier otro producto, la clave está en educar al paladar”, explica Manuel Márquez, uno de los maestros cerveceros de Guadalquibeer, una fábrica de cerveza situada en Valencina de la Concepción.
Pero no todo lo artesanal se equipara con calidad. “También hay cervezas artesanas de mala calidad. En los últimos años ha habido una purga nacional y se han caído muchas por varías casuísticas. Las que se consolidan son las buenas”, dice Márquez.
Guadalquibeer se ha convertido en un referente para las cerveceras pequeñas de la provincia. Además de realizar visitas guiadas y formar a aficionados, en sus instalaciones se elaboran recetas de cervezas nómadas (cervecera sin fábrica propia) como es el caso de 41420 y de La Rosa. “Estamos muy orgullosos de elaborar allí. Hacen las cosas muy bien”, resalta Jiménez que además apunta a la proximidad: “¿Cómo vamos a hacer una cerveza artesana para Fuentes en Navarra?”.
En Guadalquibeer, ya asentada en el sector y con diversas cervezas en el mercado, saben lo que es ser una cervecera nómada y contemplan con “buenas expectativas” el escenario de la cerveza artesana de la provincia de Sevilla. La tarea no es sencilla. La cerveza artesanal apenas cuenta con un 1% de la cuota de mercado, según el Informe Técnico de la Cerveza Artesana e Independiente en España de 2020 de la Asociación Española de Cerveceros Artesanos Independientes (AECAI).
La producción del sector está monopolizada por las grandes marcas y estas empresas sevillanas ofrecen una alternativa a lo establecido potenciando la alfabetización cervecera y el impacto en la economía local. También apuestan por respetar los tiempos: “Tenemos una vida muy acelerada y nosotros queremos recuperar la cultura del fermentado con pasión, con tiempo, con calma…”, dice Acebedo.
Citas como la reciente Feria del Aperitivo y la Cerveza Artesanal que organiza la Diputación de Sevilla bajo el marco de la “Muestra de la Provincia, los Pueblos en el Corazón de Sevilla” son oportunidades para conocer a estos cerveceros. “La Diputación son sus pueblos y sus gentes. Las marcas y los productos que tienen detrás son proyectos familiares con mucha pasión e historia”, concluye Jiménez.
“España es un país de vinos y al llegar a un bar no se pide uno de tetrabrik. Pero con la cerveza te ponen la que haya sin problema”. Esta afirmación de Sebastián Jiménez resume una de las ideas más repetidas en el mundo de la cerveza artesanal.
La carta de vinos es algo común en un restaurante, pero pasa desapercibida al tratarse de las cervezas. Así se normaliza el desconocimiento sobre sus tipos, un centenar, y la oferta se reduce a los designios de las empresas multinacionales.