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Sacando al arroz de Sevilla del anonimato

“No se sabe que en Sevilla se cultiva arroz”, recuerda la directora técnica de Arrozúa, Sara Llopis. Una declaración respaldada por el alcalde de Isla Mayor, Juan Molero: “Ni en Sevilla capital ni en España se conoce el potencial y la producción de arroz en la provincia”.

Arrozúa, situada en este municipio, es heredera de la fusión de tres cooperativas y cuenta con casi 800 socios que aunaron esfuerzos en el sector arrocero “con el fin de aumentar la competitividad ante un mercado globalizado”. Esta empresa, dedicada al secado y almacenaje, elaboración, distribución y comercialización de arroz cáscara y blanco, tiene como reto dar a conocer que Sevilla es la primera productora de arroz de España.

La provincia de Sevilla genera el 40% del arroz nacional mientras que la cifra llega al 10% en el cómputo europeo. Esto hace que “la cuenca hidrográfica del Guadalquivir sea el territorio más importante de cultivo” del país. Con un total de 36.500 hectáreas cultivadas, según los datos de la Federación de Arroceros de Sevilla, más de un millar de explotaciones están adheridas a una organización que desde 1986 “defiende los intereses del sector ante la administración, Europa y los mercados”, como apunta su director gerente, Eduardo Vera. 

Isla Mayor es arroz

Isla Mayor, el municipio más joven de Sevilla, cuenta con una climatología y unos suelos arcillosos y limosos que lo hacen “un lugar idóneo para el cultivo de arroz”, como expresa su alcalde. La localidad, que hasta el año 2000 se conocía como Villafranco del Guadalquivir, es tierra de colonos valencianos que llegaron en la década de 1920 de la zona de la Albufera gracias al potencial de las marisma, y se afianzaron después de la Guerra Civil.

“El impacto de la industria es total ya que toda la superficie del municipio, 12.000 hectáreas, son arroceras. No existe otro cultivo y sin el arroz, Isla Mayor no tendría sentido”, dice Molero. Este sector es el principal motor económico del pueblo y, más allá de su repercusión directa, favorece a otras empresas vinculadas con los servicios agrícolas y logísticos. Esta tónica se replica en los municipios sevillanos que viven del arroz como La Puebla del Río, que es el pueblo de España con mayor extensión de este cultivo de arroz con más de 15.000 hectáreas.

“El arroz de Sevilla da 5.000 puestos de trabajo directos, unas 320.000 peonadas anuales y una facturación de 7 millones de euros”, detalla Vera. Esto favorece que la población se fije al territorio. “Si aquí no hay arroz, nos morimos”, comenta JD Aguado, un operador de riego y vecino del pueblo. Y sigue: “Con la película La Isla Mínima la gente se enteró de lo que había aquí”.

Promoción del “marisma”

“Hay muchas opciones de arroz en el mercado y no se le da valor. No se presta atención a las cualidades, no se saben las diferencias entre variedades… El consumidor no se para en el arroz como con otros productos”, dice Llopis.

Hay miles de tipos de arroz en el mundo, pero en Sevilla la principal subespecie cultivada es la índica, representada por la variedad puntal (grano largo) y que supone un 79% de la producción, según los datos de la Federación de Arroceros de Sevilla. El 21% restante lo completa la subespecie japónica, de grano redondo, donde el arroz marisma es la principal variedad.

“El puntal es principalmente para guarnición mientras que el marisma se usa para paellas y arroces caldosos porque, culinariamente es muy parecido al bomba, no se pasa y absorbe muy bien los sabores”, describe Llopis. Y remata: “El que lo prueba, repite”.

“Nosotros usamos el arroz Doña Ana porque es el de aquí”, sentencia el responsable del restaurante local El Tejao, Pascual Ribera, que defiende la gastronomía marismeña. “Somos especialistas en arroces y tenemos el de pato, el de colitas de cangrejo, el frito, el negro o el de gulas y gambas”, dice mientras se resigna a que el arroz de su tierra siga siendo “el gran desconocido de Sevilla”.

Doña Ana es la marca de Arrozúa y se comercializa con las variedades marisma, largo, vaporizado y bomba. Además, la empresa tiene una segunda referencia, El Ruedo, con las opciones de largo, redondo y vaporizado. “Arrozúa está trabajando para abrir mercado con Doña Ana y está en la pelea con las grandes distribuidoras. Lo importante es vincular la marca con Isla Mayor”, destaca Molero.

Diferenciación por calidad

“Mi hija de 13 años está acostumbrada a este arroz. Un día compré otro y me echó el plato para atrás”, dice Javier Andrés, ayudante de molero en Arrozúa, que añade: “Y tenía hasta su caldo valenciano”. 

Debido a las adversidades de las últimas tres campañas, cortas y de baja producción principalmente por la sequía, no se pueden sacar unos resultados muy definitorios. Pero en “los años buenos”, la Federación de Arroceros de Sevilla calcula que se cultivan unas 500 hectáreas de arroz bomba mientras que el arroz marisma lo triplica ascendiendo a unas 1.500. Sin embargo, es el primero el que es más habitual en las despensas.

“La Comunidad Valenciana, que es la cuarta productora de arroz de España, lo ha sabido vender muy bien”, resalta Llopis. En esa línea, la corporación municipal isleña echa de menos un mayor trabajo de marketing para dar visualización al arroz marisma pese a las ferias y eventos organizados por la Diputación de Sevilla. “No hemos sabido vender la marca arrocera de la provincia”, dice Molero que invita a que “hay que creérselo” ya no solo por la cuantía de superficies cultivadas sino por la calidad “brutal” del arroz.

“El mercado es complicado y no podemos competir con los países asiáticos que producen millones de toneladas, principalmente para el consumo propio, pero que exportan cualquier excedente”, señalan desde la Federación de Arroceros de Sevilla. La estrategia, por tanto, es la de “diferenciarse por la calidad”.

Arroz sostenible

“El 97% de nuestra producción es integrada mientras que un 3% es arroz ecológico. Esto es lo más selecto en calidad”, ensalza Vera de una tendencia en la que el sector sevillano es “pionero”. “Hemos sido los primeros en obtener un certificado en huella de carbono otorgado por la Consejería de Agricultura. Además, somos de los poquitos cultivos en Europa que cumple con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030”.

La Federación de Arroceros de Sevilla apuesta una agricultura de bajo impacto medioambiental gracias a la reducción de productos fitosanitarios. Su estudio presenta que un kilogramo de arroz blanco cultivado y comercializado en Andalucía bajo producción integrada tiene una huella de carbono de 0,76 kilos de COâ‚‚ equivalente.

En Arrozúa, que cuentan con un 5% de su superficie en producción ecológica, destacan los esfuerzos por la sostenibilidad y prefieren “sacar un menor rendimiento del arroz a cambio de la calidad”. Miran por la tierra para cuidar el futuro, ya que parte del término municipal de Isla Mayor se encuentra en los dominios del Parque Nacional de Doñana. “Más allá de lo económico y social, el arroz tiene un carácter medioambiental que aporta equilibrio a la zona”, dice Molero, que además es ingeniero técnico agrícola. 

Los arrozales son parte esencial del ecosistema marismeño y hábitat de una avifauna (cigüeñas, garzas, patos, gansos, gaviotas…) que hace parada, inverna o cría en las marismas del Guadalquivir. La simbiosis entre este cultivo y la biodiversidad local es tan intrínseca que se reflejó en la pasada campaña cuando no se pudo cultivar ni una sola hectárea. “El segundo pilar económico de Isla Mayor es el cangrejo rojo. Si no hay arroz, no hay cangrejo”, apunta Molero. 

La ruta del arroz

“El arroz trae consigo pesca, turismo y gastronomía”, dice Vera. Isla Mayor forma parte de los municipios sevillanos que encharcan sus raíces en las riberas del bajo Guadalquivir y que tienen al arroz como seña de identidad. La lista se completa con las localidades de Aznalcázar, Coria del Río, Dos Hermanas, Gelves, La Puebla del Río, Las Cabezas de San Juan, Lebrija, Los Palacios y Villafranca, Palomares del Río, San Juan de Aznalfarache y Utrera. 

Con el afán de impulsar la economía de estos pueblos, la Diputación de Sevilla ideó un recorrido turístico junto con empresas locales para “dar a conocer la riqueza histórica, cultural, turística y gastronómica de nuestras tierras arroceras”. El resultado fue una guía que combina puntos de interés, recetas y establecimientos para el deleite de la gastronomía tradicional con platos como el arroz con pato, con cangrejo rojo, con perdiz, con camarones, con gurumelos… 

“No se sabe que en Sevilla se cultiva arroz”, recuerda la directora técnica de Arrozúa, Sara Llopis. Una declaración respaldada por el alcalde de Isla Mayor, Juan Molero: “Ni en Sevilla capital ni en España se conoce el potencial y la producción de arroz en la provincia”.

Arrozúa, situada en este municipio, es heredera de la fusión de tres cooperativas y cuenta con casi 800 socios que aunaron esfuerzos en el sector arrocero “con el fin de aumentar la competitividad ante un mercado globalizado”. Esta empresa, dedicada al secado y almacenaje, elaboración, distribución y comercialización de arroz cáscara y blanco, tiene como reto dar a conocer que Sevilla es la primera productora de arroz de España.