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Vaya por delante que una negociación de este tipo es como la del fichaje de un futbolista, en cualquier momento puede dar un vuelco y lo que hoy es blanco en un rato es negro. Pero en estos momentos, José Luis Sanz (PP) tiene complicado sacar adelante sus primeros presupuestos como alcalde de Sevilla, por mucho que insista una y otra vez en que no tiene líneas rojas y que está dispuesto a pactar lo que sea necesario. Y es que, a día de hoy, sobre el papel sus opciones se limitan a un doble escenario: o hace enormes concesiones ya sea a su izquierda o a su derecha, o no le quedará más remedio que prorrogar las actuales cuentas municipales con el sello de PSOE y Ciudadanos.
Acabado el plazo para hacer enmiendas parciales, que el grupo municipal de Podemos-IU haya sido el único que las haya presentado ha precipitado una importante crisis en la coalición de izquierdas y ha reabierto las heridas entre ambas formaciones. Ante la ausencia de propuestas de PSOE y Vox, el PP ha acogido con indisimulada satisfacción estas enmiendas, hasta el punto de que el propio José Luis Sanz ya avanzaba el lunes que estaba dispuesto a aceptar estas propuestas “razonables”. Esta declaración de intenciones habría que ver en que se traducía a la hora de la verdad, porque en el paquete de 19 enmiendas se incluyen cuestiones sobre memoria histórica, violencia de género, ayudas a personas transexuales o una ventanilla única para las personas más vulnerables.
Ser el único grupo que ha presentado enmiendas le ha valido este martes a la portavoz de izquierdas, Susana Hornillo (Podemos), para tener una reunión con el alcalde, una situación que ha sentado como una bomba en IU. A la salida del encuentro, Hornillo ha señalado que estas propuestas no las entiende como propias de la coalición sino que proceden de la sociedad civil, para a renglón seguido establecer sus tres líneas rojas irrenunciables: que el gobierno local se persone para frenar los vertidos que hará al Guadalquivir la mina de Aznalcóllar cuando reabra, romper toda relación comercial e institucional con Endesa por los apagones que se producen en los barrios obreros y topar los precios del alquiler en la capital. “Eso es lo que hay”, ha apostillado la portavoz, recordándole a Sanz que no tiene mayoría absoluta.
Podemos es plenamente consciente de que estas exigencias son inasumibles por el PP, y ya el propio delegado de Hacienda, Juan Bueno, ha telegrafiado que ve “difícil” llegar a un acuerdo con este punto de partida. De paso, ha insistido en que “nuestro presupuesto no tiene líneas rojas, y también queremos que no haya líneas rojas para nadie”. Unas cuentas, por cierto, que ascienden a 1.031 millones de euros sin contar con los organismos autónomos. “No nos cerramos a nada, otra cosa es que vea la cosa difícil”, ha incidido Bueno.
Y mientras la izquierda se centra ahora en controlar su incendio interno, el sentido de su voto parece ya trazado hacia una enmienda a la totalidad. Así que el PP sigue en busca de los dos votos que le hacen falta, que sólo pueden venir del PSOE o de Vox. Y como ocurre con Podemos-IU, en ambos casos el precio sería muy alto. Los socialistas exigirán un vuelco sustancial del presupuesto para dejar su impronta política (aquí se deslizan cuestiones como recuperar el Plan Respira, que limita el acceso de coches al centro, o inversiones en memoria histórica), mientras que Vox no se baja de su exigencia de entrar en el gobierno municipal.
Formalmente, el PSOE no se cierra a la negociación, pero insiste en que “las cuentas no cuadran” y en que el presupuesto es ficticio. Consciente de que es muy difícil que el PP compre su propuesta (aunque ya lo hizo con las ordenanzas fiscales), todo apunta a que este camino terminará en una enmienda a la totalidad. Vox, por su parte, no oculta un malestar que su portavoz, Cristina Peláez, desgrana en tres cuestiones: “no nos creemos las cuentas”, “no se ha suprimido ninguno de los gastos superfluos” y “no se ha incluido ninguna de las propuestas de Vox aprobadas en pleno”.
Está por medir el grado real de indignación de Vox, que básicamente pasa por que no les hacen hueco en el gobierno local, y si esto puede traducirse de verdad en una enmienda a la totalidad llegado el caso. Lo cierto es que la negociación real con el PP no ha empezado, así que habrá que ver hasta dónde se enroca cada parte y en qué está dispuesto a ceder.
Con este panorama, a Sanz no le queda otra que hacer concesiones radicales a unos o a otros para salvar sus cuentas, y la única puerta que puede intuirse algo más entreabierta es satisfacer a Vox de tal manera que le compense no entrar en el gobierno. Eso, o la vía de la prórroga del actual presupuesto, un mal trago minimizado por el crédito de 61 millones que se prevé pedir para garantizar la inversión para varios proyectos. Eso sí, para el alcalde sería un considerable varapalo político no llevar a buen puerto sus primeras cuentas municipales.
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