“El derribo de un muro físico y mental”. Así se ha definido este lunes la desaparición de las paredes que circundan la vieja fábrica de Altadis en el barrio sevillano de Los Remedios, una demolición que empezará a acometerse desde mayo para ganar así un espacio diáfano que conecte con la zona y elimine la última gran pared que oculta el Guadalquivir desde esa orilla, mientras que desde la de enfrente lo que se aprecia es uno de los edificios menos afortunados de todo el brazo urbano del río. A una escala mucho más modesta es el equivalente simbólico a cuando se tiró el muro de la calle Torneo en 1990, que permitió a la ciudad descubrir que enfrente estaba la isla de la Cartuja. Ahora lo que se echa abajo es la mole de hormigón y cristal de la antigua tabacalera, cerrada desde 2007 en una operación no exenta de fuertes tensiones urbanísticas al tratarse de una enorme parcela ubicada en un espacio privilegiado y en la que formalmente darán inicio los trabajos el 1 de marzo, con el acondicionamiento de la ribera del río.
El acuerdo para la reconversión de este enclave se cerró en junio de 2021 con el grupo inversor KKH Property Investors, que va a destinar más de 200 millones a una remodelación encargada a un equipo internacional de arquitectos y paisajistas y que tendrá como epicentro un hotel de lujo, aunque su elemento más singular será la pasarela peatonal que cruzará el río para enlazar en la otra orilla a la altura de San Telmo. El proyecto se está presentando por partes, y este lunes le ha tocado el turno al diseño paisajístico y de zonas verdes, que gracias a la caída del muro permitirá ganar un paseo fluvial de 300 metros al que dará sombra una doble alineación de jacarandas.
La iniciativa en los antiguos terrenos fabriles “coloca a Sevilla en el mapa de los mejores proyectos de arquitectura contemporánea”, ha subrayado Gustavo Marina, de GMPaisajistas, encargada junto a otras firmas de un diseño que –asegura– será reflejo de “técnicas punteras, materiales de vanguardia y arquitectura de prestigio”. En conjunto será 12.000 metros cuadrados de zonas verdes, en las que se plantarán 280 nuevos árboles (se quedan los que ya están) y en las que se incluyen 4.500 metros cuadrados de pradera y 6.500 de jardines sensoriales.
Un parque de esculturas
¿Y qué significa eso de jardines sensoriales? Pues que se plantarán sobre todo cítricos y especies fragantes que cambiarán con las estaciones, lo que se completará con la presencia recurrente de agua, zonas de sombra y mobiliario elaborado con elementos reciclables. Estos enclaves verdes serán los encargados de la transición entre el barrio y la nueva gran plaza pública de 1.000 metros cuadrados, que a su vez será la antesala del paseo fluvial. A lo largo del conjunto se distribuirán esculturas en un intento de convertirlo en una sala de exposiciones al aire libre.
El proyecto incluye carril bici, acerado “de doble velocidad” (para el que quiera ir tranquilo y sentarse) y la integración de los pequeños jardines de Manuel Ferrand, el único respiro verde que tiene Los Remedios en el entorno del río. Ya de paso se remodelarán las calles Juan Sebastián Elcano y Pierre de Coubertin, complementos para un conjunto que no estará culminado hasta 2025 y que tendrá como elementos principales el hotel (de unas 200 habitaciones) y el Cubo, un edificio que llevará la firma del arquitecto japonés Kengo Kuma y que albergará usos públicos y privados, con espacio para la cultura.
El alcalde, Antonio Muñoz (PSOE), no ve el momento de que empiecen los trabajos para así reurbanizar un espacio “totalmente desaprovechado” con un proyecto “singular y transformador” para conseguir eso que tanto se da en llamar efecto Guggenheim, a imagen y semejanza de la revolución que supuso el museo en el entorno en el que se enclava en Bilbao. Y si el presidente del grupo KKH, Josep-María Farré, ponía el acento en que lo que hoy es una fábrica en ruinas va a ser “una entrada peatonal muy cualificada a Los Remedios”, el regidor hispalense subrayaba que se podrá ir caminando desde la Gavidia, en pleno centro, hasta este enclave “que habrá que ir pensando en llamar de otra manera” una vez se consume el adiós definitivo de Altadis.
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