Este año se conmemora en Sevilla el 30 aniversario de la Expo 92, aunque el alcalde, Antonio Muñoz (PSOE), tiene más en mente otra exposición: la Iberoamericana de 1929, que de hecho ya puso encima de la mesa en su discurso de investidura el pasado 3 de enero para recordar que el centenario de la muestra está a la vuelta de la esquina y que puede ser una buena percha como proyecto que ilusione e impulse a la ciudad. Su idea, como quien dice, es que la celebración del siglo de la muestra sea la zanahoria que haga de motor para darle un nuevo empujón a Sevilla.
La idea, resume Muñoz, es “lanzar un mensaje de ciudad y un proyecto de futuro” aprovechando este pasado como excusa, un proyecto que se convierta en “una ilusión compartida”. Y para darle forma a esta iniciativa que ya incluso ha presentado al presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, y a las universidades sevillanas (con entusiasmo general, añadió), el primer paso es constituir un consorcio que se encargue de la tarea. Eso es precisamente lo que se llevó al pleno municipal de este jueves, y el resultado fue curioso: la moción no cosechó ningún voto en contra (todos los grupos políticos dijeron que sí menos Vox, que se abstuvo), lo que no evitó un abultado cruce de reproches.
Decía la portavoz socialista, Adela Castaño, que el objetivo es “rememorar el espíritu de ilusión colectiva” que la Expo del 29 generó en la ciudad, pero marcando “nuevos hitos”. Pero precisamente no fue ilusión colectiva lo que la propuesta generó en el pleno, porque aunque toda la oposición está de acuerdo en celebrar el centenario, se le vino a decir al alcalde que hay cuestiones más importantes y que esperan que se arreglen antes de 2029. Y sobre todo, se le dio un tirón de orejas porque se quiere conmemorar un evento que dejó un patrimonio que, aseguran, no se encuentra en el mejor de los estados.
Discusión a cuenta del patrimonio
“¡Pero si se les están cayendo los edificios históricos del 29!”, reprochó el portavoz adjunto del PP, José Luis García, que también recordó la de veces que se ha anunciado un museo dedicado a Aníbal González (el arquitecto que ideó aquella exposición que se construyó en clave de regionalismo andaluz) precisamente en uno de los inmuebles de aquella exposición, el Pabellón Real que hace 40 años fue la primera sede de la Presidencia de la recién nacida Junta de Andalucía. El también portavoz adjunto de Vox, Santiago de Polavieja, ya había recorrido previamente ese mismo camino, ya que ve “difícil” creer en celebrar este centenario ante el deterioro “objetivo” de algunos de sus símbolos, como la Plaza de España, la avenida de La Palmera y el parque de María Luisa.
El portavoz de Cs, Álvaro Pimentel, fue más mesurado, limitándose a reclamar que este consorcio “no sea más que un chiringuito”. “No vamos a tolerar que sea una cortina de humo y que no se centren en gestionar los problemas de la ciudad”, añadió, mientras que desde Adelante Sevilla (la unión de Podemos e IU), Susana Serrano, pedía que el proyecto no quede en “un evento sólo para la galería y el turismo”. Ya de paso, aprovechó para pedir “coherencia” al gobierno local, al hilo de las denuncias por la construcción de nuevos edificios en La Palmera que están distorsionando su imagen tradicional de pequeños chalés regionalistas.
La cuestión de la avenida de La Palmera
La avenida de La Palmera ya había sido protagonista en un punto anterior, al hilo de la licencia que se concedió para construir una residencia universitaria (que arrasará con lo que había allí antes, árboles incluidos) horas antes de que se aprobase en pleno reducir el exceso de edificabilidad que se permitía en el PGOU a este tipo de dotaciones para así impulsar su construcción. Eso ha hecho que se dispare su número y el de otras instalaciones que también se beneficiaban de este incentivo (clínicas, servicios sanitarios, residencias de ancianos...), concentrándose sobre todo en la zona de Nervión y el entorno de La Palmera. La situación motivó una campaña crítica de grupos conservacionistas, lo que llevó al Ayuntamiento a reconocer el problema y modificar el PGOU.
Pero al margen de patrimonio, con el gobierno local sacando pecho con que nunca se ha invertido tanto en este capítulo, la intención es “fijar un horizonte y un gran reto de ciudad” con la vista puesta en 2029, especialmente si se tiene en cuenta que un año después expira la década de aplicación del Plan Estratégico Sevilla 2030. La propuesta presentada por el PSOE es ambiciosa en este sentido, ya que se aspira a celebrar en 2029 la “entrada en la modernidad y en la vanguardia” de la ciudad con varios hitos: extender la ciudad hacia el sur, transformar los servicios públicos y los barrios desfavorecidos y contar con las infraestructuras e inversiones de movilidad necesarias (aquí entran el metro y el tranvía), todo ello “con un modelo económico en el que la innovación, el emprendimiento, la investigación y la ciencia tengan un peso específico”.
A vueltas con el castellano
Además, y como resulta que la de 1929 fue una Exposición Iberoamericana, se quiere aprovechar el momento para “mirar a Iberoamérica con una visión europea” e intensificar la agenda internacional de Sevilla. Al hilo, se trabajará por acoger una Cumbre Iberoamericana y se reclamará el traslado a la capital hispalense del Museo de América, hoy en Madrid, a lo que se suma el impulso al castellano “como baza que una pueblos y genere relaciones transoceánicas”.
Lo del castellano sirvió para abrir otra ronda de puyazos políticos: el PP le dijo al PSOE que eso se lo diga a Pedro Sánchez con Cataluña, Vox se sumó pero también le dio al PP por la situación en Galicia, el PSOE sacó a pasear la Oficina del Español que dirige Toni Cantó en Madrid, “que eso sí que es un chiringuito...”. La temperatura que estaba cogiendo la cosa llevó a la presidenta del pleno, Sonia Gaya, a intervenir e instar a “mantener silencio y respetarnos los unos a los otros”. A renglón seguido de este todos contra todos, se procedió a votar y nadie lo hizo en contra, así que Sevilla ya se ha puesto por delante la zanahoria que la tiene que mover rumbo a 2029. “Aquí no sobra nadie”, apostilló el alcalde, que aprovechó para dejar caer que “ni el ruido ni la confrontación me van a distraer”.