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La Universidad de Sevilla enfila sus primeras elecciones 'democráticas' a rector en 20 años entre dudas y sed de cambio

Archivo - Votación en el claustro de la US con el rector en la imagen

Sara Rojas

Sevilla —
28 de mayo de 2025 06:00 h

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La Universidad de Sevilla (US) enfila ya el camino hacia unas elecciones rectorales históricas. Después de más de 20 años, el próximo 30 de octubre la comunidad educativa en su conjunto votará para escoger al nuevo rector o rectora por sufragio universal ponderado, tal y como recogen sus nuevos estatutos.

La Hispalense ha sido la última institución académica española en adoptar este sistema de votación, considerado el “más democrático” porque implica que la elección ya no está solo en manos de los 300 miembros que conforman el claustro universitario, sino de las 78.000 personas que integran la comunidad universitaria (entre profesorado, estudiantes y personal de administración y servicios). 

En sus más de cinco siglos de historia, la US solo ha convocado unas elecciones regidas por sufragio universal ponderado (en 2004). Desde entonces, se ha resistido a adoptar el modelo que imperaba en el resto de instituciones universitarias y que era un “clamor” en la comunidad sevillana. Pero la entrada en vigor de la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) en 2023 obligó a todas las universidades a adoptar el sistema de voto directo en un plazo máximo de tres años.

No sin antes mostrar su rechazo, el actual equipo rectoral de la Hispalense inició en 2024 el proceso de reforma integral de sus estatutos a fin de incorporar el nuevo sistema de votación que hace extensiva la participación a todos los miembros de la comunidad universitaria, pero asigna un valor distinto al voto de cada sector (profesorado e investigadores, estudiantes y personal técnico, de gestión, administración y servicios). Es decir, todo el mundo vota, pero los votos tienen un peso distinto en el resultado. De esta forma, con las elecciones previstas para el mes de octubre y noviembre se abre la puerta a una elección más abierta y representativa, donde por primera vez el liderazgo podría salir “de abajo hacia arriba”.

Oportunidad de “cambio real”

Hasta ahora, el rector o rectora de la Universidad de Sevilla era elegido por el claustro universitario, esto es, el máximo órgano de representación de la institución, integrado por 300 representantes de todos los sectores de la comunidad académica. Este sistema favorecía la continuidad del equipo de gobierno, ya que lo habitual era que un vicerrector sucediera al rector, perpetuando una dinámica de sucesión interna que ha marcado el rumbo de la Hispalense durante décadas.

La única excepción a este modelo se produjo en 2004, cuando –por primera y única vez en sus cinco siglos de historia– la US celebró unas elecciones mediante sufragio universal ponderado. Fuentes universitarias recuerdan que aquellos comicios, envueltos en polémica, no lograron consolidar un cambio estructural, pero sí sacudieron por primera vez los cimientos de esa lógica continuista.

Más de 20 años después, forzada por el marco legislativo estatal, la Universidad de Sevilla recupera aquel sistema más abierto y participativo, con la posibilidad de romper con el modelo de sucesión interna. Por eso, estas elecciones son vistas por muchos universitarios como una “oportunidad de cambio real”, que podría llevar a designar a un rector o rectora que represente al conjunto de la comunidad universitaria y no solo a una élite (los 300 miembros del claustro apenas representan al 0,4% del total de la institución, integrada hoy por 78.000 personas).

Aunque la campaña no arranca oficialmente hasta octubre, en la Hispalense se respira desde hace meses un ambiente electoral. Por el momento, se han confirmado tres candidaturas: Carmen Vargas, Ana López y José Luis Gutiérrez. Las dos primeras forman parte del actual equipo de gobierno como vicerrectoras, mientras que Gutiérrez, decano de la Facultad de Odontología, se postula como la alternativa al núcleo rectoral actual. La fragmentación del bloque institucional abre así la puerta a una alternativa que nace “de abajo arriba”, es decir, desde la comunidad educativa, algo inédito en un proceso tradicionalmente marcado por la elección del claustro.

Candidaturas: continuismo o cambio

Las fricciones internas en el seno del equipo de gobierno han dado lugar a una doble candidatura oficialista: tanto Carmen Vargas como Ana López, actuales vicerrectoras, han decidido concurrir por separado, en lugar de aglutinar un proyecto único de continuidad. Fuentes universitarias señalan que la división del voto afín al rectorado en dos candidaturas podría beneficiar al tercer aspirante, José Luis Gutiérrez, quien se presenta como una opción independiente y ajena a la actual cúpula.

Voces internas señalan a Carmen Vargas, actual vicerrectora de Proyección Institucional e Internacionalización, como la “candidata oficial” del actual rector, Miguel Ángel Castro. Vargas se presenta como la aspirante que parte con ventaja debido a que, dadas sus funciones, está más próxima al profesorado, el sector que aglutina mayor peso en la votación (con más de un 70 % entre profesorado funcionario y laboral). La candidatura de Ana López, vicerrectora de Servicios Sociales, Campus Saludable, Igualdad y Cooperación, se percibe como una alternativa interna al proyecto de Vargas, pero sigue estando dentro del marco del actual rectorado.

Por último, José Luis Gutiérrez, decano de la Facultad de Odontología, se presenta como una candidatura que representa “la alternancia” frente al poder establecido. Gutiérrez es el candidato de que cuenta con el respaldo de los decanos y se percibe por sus seguidores como alguien capaz de romper con la estructura tradicional de la universidad y dar voz a una comunidad educativa más diversa y representativa, cercana a la comunidad educativa.

Camino hacia las elecciones

El número exacto de votantes aún está por determinar, ya que dependerá del censo vigente en el momento de la convocatoria. Según datos oficiales, actualmente la comunidad universitaria de la US ronda los 78.000 miembros, lo que representa más del 11% de la población de la ciudad de Sevilla. A las urnas están llamados los cuatro sectores que integran la comunidad educativa, cada uno con una ponderación de voto distinta.

De acuerdo con los porcentajes establecidos en los nuevos estatutos, el personal docente e investigador (PDI) funcionario –que incluye figuras como catedráticos, profesores titulares y contratados doctores– representa el bloque con más peso en los resultados: el 53% del total del voto emitido. El PDI laboral no incluido en el grupo anterior –como profesores asociados, sustitutos o ayudantes doctores– representa un 7%. El estudiantado –colectivo determinante en las pasadas elecciones por sufragio universal de 2004– cuenta con un 30% de peso, mientras que el personal técnico, de gestión, administración y servicios (PTGAS) aporta el 10% restante.

El proceso arrancará formalmente el 10 de septiembre, con la convocatoria de elecciones una vez iniciado el curso académico para los estudiantes de grado, que empieza el lunes 8. Las candidaturas podrán presentarse entre el 26 y el 30 de septiembre, y serán publicadas de forma provisional el 1 de octubre. Tras un periodo de reclamaciones, el 7 de octubre los candidatos se proclamarán oficialmente.

La campaña electoral se desarrollará del 8 al 29 de octubre. Prácticamente durante ese mismo periodo podrá emitirse el voto anticipado para la primera votación, que tendrá lugar el jueves 30 de octubre. Dado que ya hay confirmadas tres candidaturas —con posibilidades de una cuarta, según fuentes internas—, todo apunta a una segunda vuelta entre los dos aspirantes más votados, fijada para el 10 de noviembre.

Con este nuevo escenario, la Universidad de Sevilla se enfrenta a unas elecciones “abiertas” como nunca antes, en las que todas las opciones están sobre la mesa. Por primera vez en dos décadas, los candidatos deberán llegar a una comunidad educativa tan amplia y diversa “como una ciudad”, donde alrededor de 78.000 personas serán llamadas a votar. El reto de los nuevos aspirantes es impulsar una campaña que, más allá de los programas, logre transmitir cercanía e ilusionar a un electorado poco acostumbrado a tener voz en la elección de su máximo representante.

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