Con 15 años ya de andadura, Varry Brava es un caso de éxito cocinado a fuego lento, conquistando plaza tras plaza, fidelizando a sus seguidores casi uno a uno, hasta convertirse en toda una referencia en el panorama del indie pop nacional de tintes electrónicos. Su próxima visita este sábado 28 de septiembreen el Festival El Patio, que organiza la Diputación de Sevilla, promete convertir la sede de dicha institución en una gran fiesta en la que el respetable bailará hasta el desfallecimiento.
“Con Sevilla y Andalucía en general tenemos siempre una conexión muy directa y muy buena acogida, se portan siempre de manera escandalosa con nosotros”, comenta el cantante Óscar Ferrer. “Somos vecinos y nos identificamos mucho con esa tierra. Además, mi madre es andaluza de Jaén, y tenemos familia en esa ciudad, en Huelva, Sevilla… De hecho, me ha preguntado si hay sitio para ella en la furgoneta”.
La cuestión territorial ha sido un tema de debate en torno al grupo, aunque Ferrer se apresura a aclarar que “no es nada grave”. Pero, ¿es Varry Brava de Orihuela, o de Murcia? La respuesta es sencilla: “Somos nacidos en Orihuela, pero teníamos a Murcia a 30 kilómetros y empezamos a salir por allí. Aparte de que nos bañan las mismas aguas del Segura, en Murcia dimos los primeros pasos con la banda, de Murcia eran las primeras salas que nos abrieron sus puertas y los primeros medios que hablaron de nosotros. Somos de Orihuela a nivel personal, pero Varry Brava es un grupo murciano”.
Sensibilidad por el arte
Lo cierto es que Ferrer y sus compañeros sienten el orgullo de pertenecer a una zona que ha demostrado una sensibilidad especial por la cultura, lo que explica la efervescencia murciana en materia literaria, musical, artística… “En Murcia a la gente le gusta estar en la calle y saber qué está haciendo su vecino, respeta mucho si alguien pinta un cuadro o escribe unos versos, o si alguien sale en las fiestas a cantar una jota murciana. Y el arte está dentro de las casas”.
En el espectro musical en concreto, recuerdan que la región ha visto surgir bandas punk en los 80 como Farmacia de Guardia, propuestas de rock como M-Clan o Acequia, “menos populares pero buenísimos”, o hitos indie como Second. En esa tradición se inserta Varry Brava, y aseguran que tendrá continuidad porque “se sigue apoyando la música, hay cuatro o cinco naves de locales de ensayos, y unos medios de comunicación muy atentos, que no quieren que nadie venga de fuera a contar el talento que hay en esta tierra”.
Bautizado con un nombre que rinde homenaje al mismo tiempo al ídolo soul Barry White y la cantante italiana Mina, el grupo se ha ido convirtiendo en sinónimo de fiesta gracias a sus potentes directos, donde desgranan un repertorio que no pretende moralizar a nadie ni cambiar el mundo, pero sí hacer que quien lo escucha lo pase muy bien y sienta irreprimibles ganas de moverse. “Eso de no contar penas creo que nos viene de que somos tres colegas de instituto que nunca nos las hemos contado. No digo que no esté bien hacerlo de vez en cuando, pero no ha sido lo nuestro, sino más bien pasarlo bien, reírnos, disfrutar. Y nuestras canciones están enfocadas ahí”.
“Venimos de una época y un lugar más bien costumbrista, donde pasártelo bien a tu manera no era algo muy compartido”, prosiguen. “Para nosotros, la fiesta es una manera de decir a todo el mundo: estas son nuestras canciones, libres y sin prejuicios. Esa es nuestra ambición principal: hacer buenas canciones con una buena producción, y buenos directos”.
Sonidos de la infancia
Tampoco disimula Ferrer la debilidad de Varry Brava por la cultura ochentera. “Es la música con la que nuestros cerebros se desarrollaron, las canciones que sonaban mientras tomábamos el biberón, y de adulto resultan ser sonidos que te recuerdan a ti”, dice. “Luego te informas, lees y descubres a grandes artistas que se expresaban y experimentaban sin miedo. Todo eso, lo que oíamos con 8 o 10 años en el coche de nuestros padres, es hoy nuestra referencia”.
¿Era un tiempo de mayor libertad creativa que hoy? “No lo sé, las corrientes siempre han estado ahí”, responde Ferrer. “Creo que ahora lo que hay es acceso a más artistas, hay mucha gente que hace música porque quiere triunfar y prueba por ahí. Puede que el mercado condicione más de la cuenta, pero también pienso que hay gente muy reivindicativa, aunque parezcamos una generación muy acomodada”.
Por último, Óscar Ferrer se refiere al ecosistema de festivales que parece ser hegemónico en el panorama musical español, y que desde luego Varry Brava conoce muy bien, aunque no renuncian a los espacios de pequeño formato. “Es cierto que, de pandemia para acá, las cosas han cambiado. Nuestra última gira de salas fue en 2018 o 2019, nuestro disco salió en 2020 y la pandemia supuso un parón brutal. No se podía tocar con unas medidas tan restrictivas, de manera que los festivales fueron poco a poco ganando protagonismo, y cuando se juntaban varios promotores y varias marcas, se hace mucha más fuerza”.
Sin embargo, anuncia que “aunque los festivales están muy bien, vamos a hacer una gira de salas después de cinco años, ya estamos en ello. Nosotros venimos de ahí, tuvimos que pelearlo mucho para tener un público que nos apoyara, y esperamos que nuestro regreso vaya muy guay. Lo que sí tenemos claro es que vamos a reinventarnos, porque no podemos ofrecer un concierto al uso. Nos debemos a esa gente y vamos a ofrecerles otra cosa”.
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